Abuso infantil en el fútbol británico

El portal The Guardian publicó una entrevista al ex jugador británico Andy Woodward, en la que narra públicamente los abusos que le infligió Barry Bennell, su entrenador de fútbol, en los años ’80, que además estuvo a cargo de las categorías inferiores del Crewe Alexandra, el Stokes City y el Manchester City.


 


A partir de este testimonio, han comenzado a llover denuncias a las líneas telefónicas que se implementaron por casos de abuso y violaciones de entrenadores, ojeadores y personal de clubes, que llegaron a 860 denuncias en su primera semana, según anunció la Sociedad para la Prevención de la Crueldad con los Niños (NSPCC) que gestiona la línea.


 


El testimonio del futbolista


 


El ex futbolista conoció a Bennell mientras este reclutaba nuevos jugadores para el Crewe, “Yo sólo quería jugar al fútbol, vi el Crewe como el inicio de un sueño”. A partir de entonces, con 11 años, y durante toda su infancia, fue abusado por su entrenador, bajo amenazas físicas y psicológicas de arruinar su carrera futbolística.


 


El pedófilo Bennet llevaba a los aspirantes a su casa, con la excusa de la cercanía al club donde se realizaban las prácticas; según relata el denunciante, allí eran llevados “los chicos débiles y suaves”, los “predilectos” del abusador Bennet, quien llegó a casarse con la hermana de Woodward, cuando la joven tenía 18 años. Esto terminó de entumecer al joven, paralizado por la vergüenza y el miedo a perder su carrera profesional,  hasta que en 1995 se animó a contar lo sucedido (Infobae, 17/11).


 


Bennet fue condenado en 1998 a nueve años de cárcel; él mismo reconoció haber abusado de 23 chicos de entre 9 y 15 años, los casos, sin embargo, podrían ser muchos más.  Pasaron más de 30 años hasta que Woodard se animó a hablar, lo hizo después de la denuncia realizada por otro jugador y su consecuente investigación.


 


Su testimonio describe las marcas que dejaron en su vida estos hechos traumáticos, que ocultó para defender sus posibilidades futbolísticas y más tarde terminaron con su carrera profesional, cuando no pudo seguir ocultando lo que se sucedió. Y ejemplifica la presión psicológica y cultural que enfrentó, como hombre y jugador de fútbol “fue duro porque los futbolistas se supone que somos fuertes, ¿verdad? Todo es bromas y bromas de vestuario, supuestamente. Pero había tenido un colapso mental”.


 


Encubrimiento en defensa de un negocio


 


"Mi creencia, después de todos estos años, es que debe haber sido bien sabido dentro del club que él tenía muchachos jóvenes que permanecían en su casa”.  Así, Woodward relaciona los hechos de abuso con el club, señalando que estos crímenes sistemáticos no podían ser desconocidos por sus autoridades, que hasta ahora no han sido investigadas. 


 


La impunidad y el silencio de los clubes ingleses –dominados por grandes corporaciones- con los casos de abuso infantil van más allá de este caso, como lo demuestra las denuncias de Gary Jonhson, que apuntan contra el Chelsea, por los abusos que sufrió durante su paso por en ese club en los años ´70. El club ha publicado un comunicado oficial dando explicaciones, que reconoce que fueron avisados de ese y otros casos de abuso infantil, sobre el que montaron un operativo de encubrimiento. Para acallar las denuncias de Johnson, le pagaron 50.000 libras y firmaron una cláusula de confidencialidad que establecía no hacer público lo sucedido. Copian los métodos de la Iglesia. Otro club comprometido es el Queen Park Rangers, que reconoció tener pleno conocimiento de las actividades de Chris Gieler, un antiguo ojeador que falleció en 2004 y está acusado de pedofilia.


 


El encubrimiento de las autoridades de los clubes y de las federaciones ante este cuadro de abusos y denigración humana habla a las claras de una profunda descomposición de las instituciones deportivas inglesas, copadas en las últimas décadas por el gran capital.