¿Adónde va el PT?

La candidatura de Lula en las elecciones de 2002 fue apoyada, por un lado, por las organizaciones obreras, populares y estudiantiles y, por otro, por una parte significativa de la burguesía y sus partidos desde el primer turno de las elecciones, como por ejemplo José de Alencar, del PL, y Sarney, del PMDB.


En el segundo turno, el arco de las alianzas se amplió con el apoyo de los candidatos a presidente derrotados en el primer turno y de políticos burgueses tradicionalmente enemigos de la población explotada, como ACM (PFL) y Maluf (PPB).


El resultado de esta política, además de representar la derrota de la clase trabajadora, toda vez que la elección de Lula representa una victoria de la burguesía, expresa, también, la liquidación del PT en tanto partido ligado al movimiento de los trabajadores.


La liquidación progresiva del PT


En esta elección se afirmó de modo bastante claro la tendencia, inherente a la política derechista de Lula y de la dirección del PT, de liquidación del mismo como un partido de izquierda. El PT nació de la propuesta de formar “un partido de trabajadores sin patrones”. Desde el primer momento, Lula y sus aliados de la burocracia sindical y del ala pequeñoburguesa del PT trabajaron para defraudar esta propuesta, procurando introducir representantes patronales en el interior del partido. La lucha contra la evolución del PT como partido obrero llevó a la supremacía de la pequeño burguesía dentro del partido. Esta política, ahora, conduce a la transformación del PT –lo que ya está ocurriendo– en un partido burgués, volviéndose un PMDB o un PSDB.


Las manifestaciones de este proceso vienen creciendo con el tiempo. En Rio de Janeiro, el PT fue utilizado para catapultar al actual dirigente del PSB, Anthony Garotinho, como dirigente nacional a expensas de todo el partido. En esta elección como en la pasada, el PT vio en el resultado electoral en Rio de Janeiro una completa desmoralización y división del partido. En muchos lugares, en municipios, por ejemplo, el PT ha sido loteado entre elementos de la burguesía que saltan del barco de los partidos burgueses, que están naufragando, para buscar un nuevo instrumento de fraude contra el pueblo. En los estados donde el PT es más débil, como es el caso de Roraima, el partido fue entregado, por medio de un acuerdo con la dirección nacional, a un gran empresario local.


En la actual elección, este proceso fue llevado al paroxismo: sin gran sutileza la dirección del PT sacrificó a sus candidatos estaduales –o los colocó allí apenas para mantener las apariencias– en función de los candidatos burgueses que forman la fuerza “suprapartidaria” que compondrá la base del gobierno Lula. En Paraíba, el candidato del PT fue lanzado para servir de camuflage al ostensible apoyo dado a Roberto Paulino, del PMDB. En Roraima, a pesar de la protesta de innumerables sectores del partido, el PT local fue obligado a apoyar al actual gobernador, ahora reelecto, el derechista Flamarion. En Minas Gerais, Nilmário Miranda fue relegado en función del acuerdo con el gobernador Newton Cardoso. José Genoíno, candidato a diputado del PT en San Pablo, nunca fue apoyado por la dirección del partido, lo mismo ocurrió con Tarso Genro y Magela.


En la práctica, la dirección del partido constituyó, por su propia voluntad, un bloque político que ya es, de hecho, otro partido que se encuentra en oposición al PT en muchos estados.


Para Lula, el PT se volvió un obstáculo para sus intereses y para los acuerdos firmados con sectores de la burguesía. La idea de que era necesario conquistar la confianza de la burguesía para ser gobierno, además de ser un camuflage de su política burguesa, hizo que se volviera contra su propio partido, haciendo, por lo tanto, campaña contra las candidaturas petistas. Lo que ocurrió en el Distrito Federal y en San Pablo, donde las candidaturas petistas eran favoritas pero perdieron por un pequeño margen de diferencia, demuestra que el PT no jugó su peso en estas candidaturas porque prefería a los candidatos de otros partidos. En otros estados, las candidaturas eran “truchas”, como en Bahía, en Paraíba, Minas, etc.


Luego, para librarse de las presiones políticas, garantizó su propia elección, pero trabajó para que sus aliados políticos salieran victoriosos en los estados. De esta forma, tiene otro elemento para justificar las medidas antipopulares que tomará al asumir la presidencia, en vistas de que el PT sólo gobierna en tres estados, sin mayor importancia en el poder político nacional: Acre, Mato Grosso do Sul y Piauí. Ello, sin mencionar que el PT no tiene la mayoría en el Congreso Nacional. Y, como señal, ya está negociando la presidencia de la Cámara y del Senado con el PMDB, el PSDB y el PFL.


No en vano afirmó varias veces que su gobierno será de todos los brasileños. Lo que implica decir que su gobierno será un gobierno de coalición con los partidos burgueses, como el PMDB y el propio PSDB.


La gama de partidos que ya apoyan a Lula, PL, PC do B, PV, PDT, PPS, PSB y PMN, va a ampliarse con el PMDB y el propio PSDB. Además, la naturaleza del gobierno Lula será de continuidad del gobierno FHC. Lo que puede ser constatado no sólo por las alianzas sino también por el programa de gobierno de Lula.


Al interior del PT, y a pesar de toda la política capituladora de la izquierda del partido, se acumulan resistencias a la política que el gobierno Lula pretende implementar. Para combatir estas resistencias, Lula no tiene otra alternativa que combatir al partido y disminuir su peso político, como hizo abiertamente en Rio Grande do Sul, donde el PT perdió una importante posición política, dominada, hasta ahora, por sectores no totalmente alineados con la dirección nacional.


La quiebra de la izquierda del PT


La llamada izquierda del PT (Democracia Socialista, Força Socialista, Articulación de Izquierda, Refazendo, Corriente Socialista de los Trabajadores y otros grupos menores) realizó innumerables insinuaciones de protesta contra las alianzas con los partidos burgueses. Con todo, y como siempre, fue a remolque de la política de la dirección del partido, acentuando la quiebra de esta política centrista, que es nada más que la cobertura (tenue) de la política de colaboración de clases y de ataque a los trabajadores.


Ahora, después de la elección de Lula y frente a las primeras medidas de gobierno y a su composición política, hace el papel de crítico sin presentar un programa de ruptura con el futuro gobierno de pacto social.


Así, Lula no encontrará resistencia real que le impida llevar adelante su política de liquidación del PT. La izquierda centrista y pequeñoburguesa siempre combatió la construcción del Partido de los Trabajadores en favor de un partido pequeñoburgués, una especie de tercera vía entre un partido obrero y un partido burgués. La inviabilidad de esta propuesta se muestra ahora con la acelerada transformación del PT en partido dominado por la burguesía y que puede, inclusive, llegar a diluirse en un agrupamiento partidario que englobe a algunos de los partidos burgueses que apoyan a Lula o a parte de ellos.


Un pronóstico político


La tendencia que se presenta para el próximo período es la desmoralización política del PT y la acentuación de las tendencias a su descomposición. La política burguesa de la dirección del partido, reforzará la tendencia a la formación de un nuevo partido en los moldes de otros partidos burgueses tradicionales, como el PMDB. Esta tentativa no es nueva y es menos todavía una deformación de los objetivos originales de los dirigentes partidarios, que siempre se opusieron a la construcción de un partido de trabajadores y de izquierda, incluso moderado, en favor de un partido burgués. Una de las primeras señales ya han sido dadas por los dirigentes sindicales petistas que defienden, aunque tengan dificultad en llevarla adelante, la fusión entre la CUT y la Fuerza Sindical (central de la burocracia tradicional), como forma de sofocar aún más cualquier tendencia de independencia política y sindical de la clase obrera.


Esta situación demuestra que solamente la construcción de un verdadero partido de los trabajadores, basado en un programa de lucha capaz de romper con la burguesía y sus títeres, puede ofrecer a la clase trabajadora y a todo el pueblo una alternativa para la dirección de sus luchas.