Albania: la tarea sucia del ‘socialismo’

El Partido Socialista obtuvo una abrumadora mayoría en las elecciones parlamentarias albanesas; los stalinistas ‘reciclados’ del desaparecido Partido del Trabajo de Enver Hodxa, habrían obtenido el 60% de los votos y dos tercios de las bancas en disputa.


El odiado Shali Berisha —ligado a las ‘pirámides’ financieras que estafaron los ahorros de la población— sufrió una verdadera paliza electoral: su partido ganó apenas siete de las 155 bancas en juego.


Aunque reconoció su derrota y anunció que cumplirá su promesa de renunciar si perdía las elecciones, Berisha se ha negado a poner una fecha a su retiro. Al contrario,”son muchos los observadores nacionales e internacionales que atribuyen a Berisha la responsabilidad del retardo en el recuento de los votos y de atizar el fuego de los desórdenes para conservar el poder. Numerosos hombres armados en los que se podía reconocer a los integrantes de la Guardia presidencial de Berisha, acompañaban ayer al pretendiente al trono Leka Zogu (…) en una manifestación monárquica (que provocó) una serie de violentos desórdenes en la capital” (El Cronista, 4/7). En las primeras horas posteriores a las elecciones, Berisha ordenó movimientos de tropas que esparcieron “temores de un golpe militar”(Financial Times, 4/7).


Hasta la revolución de marzo, Berisha era el hombre del imperialismo, que lo presentaba como un ‘modelo’ de ‘éxito’ en Europa oriental. La OSCE —es decir, el imperialismo— se apresuró, sin embargo, a declarar que las elecciones fueron “aceptables y adecuadas” y hasta ‘saludó’ la victoria de los ex stalinistas como “la base para una democracia estable” (The Guardian, 4/7). En un editorial, The New York Times (3/7) directamente reclama que “Berisha renuncie rápidamente”. “Esto corona un dramático giro en la política occidental —es la primera vez desde el fin de la guerra fría que un Partido Comunista reformado ha sido abiertamente preferido sobre un hombre elogiado con exageración en 1990 como un héroe democrático” (The Guardian, 4/7).


Las elecciones y la victoria de los stalinistas ‘reciclados’ forman parte de un operativo político diseñado por el imperialismo para reconstruir el Estado vapuleado, y en gran parte destruido, por la revolución de marzo. Se pretende desarmar a la población, desmantelar los Comités y rearmar al ejército y la policía. El actual primer ministro, que pertenece al mismo Partido Socialista, ya señaló que “el próximo gobierno puede desarmar a las bandas mediante una ‘vigorosa organización de la policía’ … “(The Economist, 28/6). Toda la prensa imperialista señala que ésta es la “primera tarea” del nuevo gobierno.


El otro objetivo de las elecciones es, claro, buscar “interlocutores válidos para las instituciones financieras internacionales” (Le Monde, 2/7): “el nuevo gobierno deberá privatizar y ‘limpiar’ el sistema financiero para prevenir futuras catástrofes y controlar el déficit presupuestario que puede desatar la hiperinflación. Lo mejor de lo que queda en pie de la industria —minas y fábricas— deberá ser vendido, probablemente a extranjeros (…) La ayuda de las instituciones financieras internacionales estará estrictamente condicionada (al cumplimiento de este programa)” (The Economist, 28/6).


El PS concuerda con este programa. Como todos los otros partidos stalinistas, el albanés también se ha ‘reciclado’: es partidario de la “plena privatización y de la economía de mercado” (The Guardian, 4/7), de ‘la colaboración con las instituciones financieras internacionales’ y de la ‘seguridad europea’.


Si se observa la situación de conjunto, sin embargo, las elecciones no han resuelto nada. Berisha —cuya renuncia es una de las principales reivindicaciones populares— sigue en el poder. No hay planes de devolver los ahorros estafados a la población trabajadora. Los Comités siguen en pie y las armas siguen en manos de la población.


Los ex stalinistas están obligados a enfrentar a los Comités y desarmar a las masas.