América Latina frente a una transición convulsiva

La comisión internacional del Congreso del PO emitió una resolución sobre América Latina y el tema fue retomado en las deliberaciones de la Conferencia Internacional (ver páginas centrales).


El derrumbe de las experiencias nacionalistas y centroizquierdistas ha abierto una nueva transición política en América Latina, en un marco más agudo de la crisis mundial.


Este escenario está llevando a crisis políticas y crecientes contradicciones a las experiencias derechistas que han venido a relevar al nacionalismo burgués. Asistimos a la destitución en Perú del derechista Kuczinsky, ya incapaz de gobernar por una parálisis política. En la Argentina, la pretensión de aumentar el ritmo del ajuste tropezó con una gran reacción popular.


El Congreso, y luego la Conferencia, concentraron su atención en especial en Brasil: los atentados a tiros contra Lula y sus caravanas electorales, la militarización de Río de Janeiro, el asesinato de activistas políticos (Marielle Franco, entre otras), daban cuenta de un acrecentamiento de las tendencias golpistas y hasta las amenazas de una postergación de las elecciones presidenciales de octubre próximo. El acierto de esta caracterización se vio confirmada días después con la asonada militar que exigió el encarcelamiento de Lula.

Consecuentemente con ello, los golpes ‘parlamentarios’ en Paraguay, Honduras, Perú y Brasil, por partida doble, no fueron un trámite constitucional, sino una salida de fuerza, apoyada abiertamente por las Fuerzas Armadas de estos países y con alto respaldo de la burguesía dominante.       


Las medidas de ajuste han dado origen a crecientes movilizaciones. Asistimos, el año pasado, a un paro general en Brasil, uno de los más grandes en décadas. En la Argentina, las jornadas de huelga y manifestaciones de masas del 14 y 18 de diciembre  pasados contra la reforma previsional se abrieron paso contra el acuerdismo colaboracionista de la burocracia sindical. En Honduras ha habido masivas movilizaciones contra el fraude. En este marco, un eventual triunfo de la centroizquierda de Petro en Colombia o de López Obrador en las próximas elecciones de Méjico, incrementaría aún más el cuadro de inestabilidad continental.


La experiencia de América Latina ha vuelto a mostrar los límites infranqueables del nacionalismo de contenido burgués en la época de declinación capitalista. Los gobiernos derechistas que han emergido en América Latina gobiernan, precisamente, con la colaboración de gran parte de la oposición nacionalista o centroizquierdista, así como de la burocracia sindical.


El chavismo, a su turno, se encuentra en un impasse catastrófico. El nacionalismo rentístico ha sido liquidado en forma definitiva por la bancarrota capitalista. La tentativa de obtener el socorro de China y Rusia significa avanzar en la privatización energética. El imperialismo, entretanto, amenaza con un embargo a Venezuela, lo que iría de la mano de un golpe o una intervención militar extranjera.


Asistimos a una tensión creciente ente los esfuerzos de los trabajadores por enfrentar la ofensiva capitalista y el chaleco de fuerza de las direcciones que conducen los sindicatos y organizaciones populares.


El planteo de poner al proletariado como furgón de cola de una colaboración de clases, en nombre de una oposición a Macri, es completamente reaccionario, porque comparte, con el gobierno, el objetivo de frenar las luchas en nombre de esperar hasta las elecciones de 2019. Se trata de un operativo distraccionista, ya que el peronismo cogobierna con el macrismo y la burocracia de los sindicatos. Algo similar vale para Brasil, donde se ha creado un frente político PT-PSOL-PC do B-PDT, de contenido burgués, para cooperar en un segundo turno electoral.


El desafío crucial de la hora es que la izquierda y la clase obrera se trasformen en alternativa política, esta vez ya no bajo las formas democratizantes, como en la década y media pasada, sino obreras y socialistas. Esto plantea una firme delimitación político-programática del nacionalismo de contenido burgués, impulsar la lucha e intervención independiente de los trabajadores y la construcción de partidos obreros revolucionarios.