Argelia: El gobierno encarcela opositores para frenar las protestas

Una nueva ola de detenciones y condenas injustas a opositores políticos, activistas y objetores de conciencia se sucede en Argelia. Son impulsadas por el gobierno del general Ahmed Gaïd Salah, quien se hizo con el poder político luego de las enormes protestas que tiraron abajo a Abdelaziz Bouteflika en el mes de abril. Este avance represivo se produce como respuesta a nuevas jornadas de movilización.


Los manifestantes llaman al boicot de las elecciones convocadas para el 12 de diciembre. Este proceso, que busca encauzar el movimiento, también fue rechazado por sectores de la oposición burguesa. El reclamo del fin del régimen político corrupto y clientelar, apodado como “el poder”, cobró nueva fuerza con las movilizaciones de las últimas semanas.


Sin embargo, el gobierno no ha cedido. Reforzó los controles policiales y decretó parcialmente el estado de sitio en Argel, la ciudad capital. Fuentes de la izquierda argelina (NPA, 1/10/19) hablan de cientos de activistas detenidos. Además de militantes de organizaciones políticas, sociales y de derechos humanos, la lista incluyó a Mathilde Panot, vicepresidenta del bloque de legisladores de Francia Insumisa (la fuerza de Jean-Luc Melenchon), arrestada mientras apoyaba las protestas en Argelia y liberada días más tarde.


Libertad a Louisa Hanune


Por su parte, la secretaria general del PT argelino, Louisa Hanune, fue injustamente condenada a 15 de años de prisión por el tribunal militar de la ciudad de Blida, el 23 de septiembre pasado. Hanune es una referente que se reivindica trotskista. El juicio en su contra estuvo plagado de irregularidades procesales. Además, tiene el agravante de violar los fueros de Hanune, tanto en su carácter de parlamentaria de la Asamblea Nacional al momento de producirse las acusaciones, como en su rol de máxima autoridad de un partido de oposición.


La causa levantada por el tribunal se relaciona con un supuesto complot, organizado por el hermano del depuesto presidente Bouteflika y otros personeros del régimen, para hacerse con el control del país en el marco de una transición ordenada. Si bien Hanune admite haber sido convocada a una reunión con representantes gubernamentales y de la oposición, rechaza haber llegado a cualquier compromiso (Tsa, 25/9). Esto es por completo congruente con su accionar político. Al comenzar las protestas, Hanune participó del movimiento reclamando la salida del presidente Bouteflika y la disolución del parlamento para reemplazarlos por una asamblea constituyente (presentada como una demanda democrática dentro del sistema). En sintonía con esto, renunció a su banca. Poco después, la líder del PT argelino se sumó a una coalición de alianza con la burguesía (Fuerzas de la Alternativa Democrática), que busca convertirse en un polo de recambio al régimen.


El juicio amañado, frente al cual reclamamos la libertad inmediata de Hanune, corre en paralelo a una purga dentro del propio régimen, que ha enjuiciado a más de 100 empresarios y políticos por corrupción (Al Mayadeen, 25/9). Su función es intentar elevarse como árbitro en una situación precaria, entre medio de las fuerzas de la burguesía opositora y de las manifestaciones callejeras.


Contexto económico y movilizaciones populares


En los últimos meses, el gobierno ha profundizado la entrega nacional. Siguiendo las recetas de austeridad del FMI, se han incrementado los impuestos al consumo y recortado los gastos sociales. A pesar de la inflación, el salario mínimo no aumenta desde 2012. La crisis en la explotación del petróleo amenaza con una caída drástica de los ingresos en 2020 y un posible default. En paralelo, se está intentando modificar la ley de hidrocarburos y de participación en las empresas (que estipula un máximo de 49% para firmas extranjeras, reteniendo un 51% en manos nacionales), con el objetivo de montar un negocio en favor de pulpos como la estadounidense Exxon o la francesa Total.


El partido en el poder, el FLN, que lideró la lucha anti colonial y por la independencia en los 50 y 60, hace décadas que se ha volcado a un acuerdo íntegro con el imperialismo. La dependencia de la Francia de Macron y de las monarquías del Golfo se ha acentuado. La suerte de los nac & pop argelinos se juega tanto en aplacar las manifestaciones como en mantener a raya a la oposición burguesa. Pero el movimiento de lucha, si logra constituir una dirección independiente, todavía puede depararle varias sorpresas.