Argelia: fracasa la maniobra “constituyente” del régimen

Solo el 23,7% del padrón participó del plebiscito.

Por estos días, los funcionarios del gobierno argelino se muestran satisfechos por la victoria (66,8% a favor) que obtuvo su propuesta de modificación constitucional en el plebiscito celebrado el domingo 1° de noviembre. La fecha elegida, el aniversario del comienzo de la guerra de liberación nacional respecto de Francia, no es un dato menor, ya que la elite gobernante, encabezada por el presidente Abdelmadjid Tebboune, buscaba darle a la reforma constitucional un carácter refundacional para el país y encuadrar dentro de los marcos estatales a la gran energía popular desplegada desde 2019. No obstante, la escenificación montada no pudo ocultar el rotundo fracaso de su plan ya que solo el 23,7% del padrón habilitado participó de los comicios, reduciéndose el apoyo real a las enmiendas a una ínfima minoría de la población argelina.

Mientras el gobierno aduce que la escasa participación se debió a la voluntad de los electores de no exponerse al coronavirus, la realidad muestra que se trató de una respuesta organizada de parte de amplias franjas de trabajadores y jóvenes. Se trata de la descendencia política del Hirak (movimiento), nombre con el que se conoció a la rebelión popular desencadenada en el país magrebí en 2019, que formó parte de la segunda ola de la primavera árabe con réplicas en Sudán, Irak o el Líbano. En 2019, el movimiento popular logró terminar con la presidencia eterna de Abdelaziz Bouteflika, quien, luego de 20 años en el poder, buscaba un quinto mandato a pesar de que por problemas de salud casi no realizaba apariciones públicas desde 2013. El objetivo de las masas insumisas, sin embargo, no se agotaba en un mero recambio de la figura gobernante, sino que, junto con urgentes reivindicaciones sociales inflamadas con el recrudecimiento de la crisis mundial y de la caída del precio del principal commoditie nacional (el petróleo), se planteaba un cuestionamiento al régimen de conjunto. La bajísima participación de la población (60% de abstención electoral) en la votación que en diciembre de 2019 ungió como presidente a Tebboune fue un primer indicio de la continuidad del Hirak, confirmado con el boicot a la actual reforma constitucional.

Numerosas organizaciones civiles, de derechos humanos y una multitud de activistas hicieron público su rechazo al cambio constitucional y celebraron los resultados. Es que, detrás de algunos cambios, como la limitación a dos mandatos como máximo para el presidente y mayores prerrogativas para el primer ministro y el Parlamento se esconde la continuidad de los resortes fundamentales que hacen a un régimen profundamente opresivo. El peso de las fuerzas armadas como el poder político real en el país permanece intocable. El Frente de Liberación Nacional (FLN), el partido-ejército que lideró la independencia argelina, permanece en el poder desde 1962, construyendo elites político-militares desde entonces, a las que los argelinos se refieren como le pouvoir (el poder), que continúan dominando el país en acuerdo con una burguesía local fuertemente entrelazada con la clase capitalista francesa. De la mano de la búsqueda de la preservación de este entramado de dominación permanecen como facultades del presidente la designación a dedo de un tercio de la cámara alta del Parlamento, así como del primer ministro. Las dificultades para organizar tanto partidos políticos opositores como para realizar una agitación contra el gobierno persisten, existiendo decenas de presos políticos y numerosos medios periodísticos censurados.

De hecho, el rol del ejército ha sido resaltado en el nuevo texto constitucional ya que se lo nombra como “defensor de los intereses vitales y estratégicos” del país (Europa Press, 31/10) y se avala, aprobación parlamentaria mediante, su participación en misiones en el extranjero, lo que fue visto como una señal de cara a una posible intromisión argelina en el conflicto armado que transcurre en la vecina Libia.

El FLN ha recorrido el mismo sendero que la mayoría de los movimientos nacionalistas burgueses, pasando de un enfrentamiento con el imperialismo a asociarse al mismo, lo que se verifica en una alianza con la burguesía francesa, incluso prestando apoyo logístico a las aventuras militares del país europeo en el norte de Africa. Para los trabajadores y el pueblo de Argelia, el fracaso de la convocatoria electoral del régimen debe ser un aliciente para proceder a una nueva ola de levantamientos populares que debe darse bajo la égida de la independencia política de los explotados. 

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