En un atentado realizado en la zona más vigilada de Beirut, fue asesinado el general Francois Al Hajj, jefe de operaciones del ejército libanés. Al Hajj había dirigido la represión contra el campo de refugiados palestinos de Nar al Bared, donde se había refugiado el grupo fundamentalista Fatah-al-Islam. La represión dejó más de 200 muertos.  

Desde febrero de 2005, fueron asesinados varios políticos prominentes pero esta es la primera vez que la víctima es un miembro del ejército. El general parecía encaminado a asumir la jefatura del ejército en el caso de que su actual jefe, el general Suleiman, consiguiera ser designado presidente del Líbano.

La designación de Suleiman fue concordada entre la coalición pro-imperialista encabezada por Fouad Siniora, por un lado, y el Hezbollah, por el otro, para poner fin a la crisis abierta luego de que finalizara el mandato del actual presidente Lahuad, sin que el parlamento lograra, durante varios meses, designar un sucesor. Incluso Siria apoyó la designación del militar. El atentado, según los analistas, está destinado a abortar la designación de Suleiman. Todos los partidos políticos libaneses, sin excepción, condenaron el atentado.

Quien haya asesinado al general “contaba con excelente información y organización”, asegura El País, 13/12. El responsable, dice el Financial Times (13/12) en una nota editorial, es alguno de los “intrusivos vecinos violentos del Líbano”. No sólo Siria responde a esa descripción, también Israel.

En esta oportunidad, las acusaciones "occidentales" no apuntan a Siria. Esto parece indicar que los editorialistas de estos periódicos tienen razones para pensar que la orden del asesinato puede haber salido de Tel Aviv.

¿A quién beneficia este crimen (…), que podría provocar una recaída del Líbano en una guerra civil? Israel impulsa a los grupos opuestos al Hezbollah y podría estar interesado en promover la guerra civil para que los grupos proimperialistas del Líbano cumplan la tarea en la que fracasó el ejército sionista: destruir a Hezbollah.

Dos semanas después de la “conferencia de paz” de Medio Oriente, Israel es más que nunca el principal factor de desestabilización de la región.