Atentados en Bélgica

Este repudio, sin embargo, así como la solidaridad con las víctimas, no debe ser confundido con ningún tipo de solidaridad con el gobierno belga ni con los gobiernos imperialistas europeos.


 


Los atentados que se atribuyó el Estado Islámico (EI) en el aeropuerto y el subterráneo de Bruselas han dejado al menos 30 muertos y más de un centenar de heridos. Los hechos se producen a pocos meses de los atentados fascistas de la misma organización en París, que dejaron como saldo más de un centenar de muertos.


Los lugares elegidos, transitados por centenares de miles de trabajadores, delatan la naturaleza reaccionaria del ataque y deben ser repudiados.


Este repudio, sin embargo, así como la solidaridad con las víctimas, no debe ser confundido con ningún tipo de solidaridad con el gobierno belga ni con los gobiernos imperialistas europeos. El presidente francés Francois Hollande usó los atentados de París como taparrabos de una acentuación del intervencionismo y los bombardeos sobre Siria, así como del establecimiento de un estado de excepción y supresión de las libertades democráticas en el interior de su propio país, con el apoyo de la derecha francesa y una parte de la ‘izquierda’. Una ‘unidad nacional’ contra los explotados franceses, reprimidos pocas semanas después cuando se movilizaban contra la cumbre climática de los contaminadores.


El objetivo de la escalada en Medio Oriente es imponer gobiernos títeres del imperialismo en esa región.


El gobierno belga se prepara para emprender el mismo camino que Hollande. Cabe señalar que ninguna de las medidas de excepción adoptadas por el gobierno belga, en oportunidad de los atentados en la vecina Francia, impidieron la concreción de este atentado anunciado: el primer ministro Charles Michael había advertido seriamente en noviembre sobre esta posibilidad. Las medidas estuvieron al servicio, en cambio, del amedrentamiento de los trabajadores y la población inmigrante.


Cabe señalar, también, los vínculos probados del Estado Islámico con Arabia Saudita y Turquía, los aliados de los ‘demócratas’ europeos frente a la catástrofe de los refugiados y la crisis en la región.


Abajo el terror fascista, fuera el imperialismo de Medio Oriente. Por el derecho de los pueblos a su autodeterminación, por la revolución socialista internacional.