Australia: una elección que no altera el alineamiento con el imperialismo

Antonhy Albanese, nuevo primer ministro

Las elecciones parlamentarias de Australia del 21 de mayo le dieron el triunfo a los laboristas, que lograron una mayoría absoluta de 77 escaños y consagraron a Antonhy Albanese como primer ministro. La coalición nacional-conservadora fue desplazada del gobierno y, debido a los malos resultados, crecen las versiones de una ruptura en ese conglomerado político.

En rigor, ambas formaciones retroceden en cantidad de votos, solo que es mucho más pronunciada la caída del oficialismo, golpeado por la creciente inflación (5% interanual, la mayor en 20 años), el deterioro del poder adquisitivo de los salarios, el agravamiento del problema de la vivienda y los desastres asociados al cambio climático (inundaciones, incendios, etc.).

En este contexto, han crecido los verdes (pasarían de una a cuatro bancas), los grupos denominados independientes y la abstención. Algunas formaciones de extrema derecha también lograron representación parlamentaria.

La campaña estuvo recorrida por las crecientes tensiones con China. El ministro de defensa Peter Dutton llamó a “prepararse para la guerra”. En el cuadro de crecientes enfrentamientos a nivel internacional, Australia se encuentra alineada con Estados Unidos. Recientemente firmó un tratado militar con Washington y Londres (el Aukus) que comenzará con el desarrollo de submarinos nucleares para la isla.

La tensión se expresa también en el plano económico. Aunque hay un fuerte vínculo comercial entre las partes (Beijing es uno de los principales destinos de las exportaciones australianas), China mantiene sanciones comerciales por 20 mil millones de dólares y Canberra impuso mayores aranceles.

Los laboristas comparten la orientación del saliente gobierno de Scott Morrison. El debut de Albanese fue -en el marco de la gira de Joe Biden por Asia– su participación en la reunión del Quad, un espacio que Australia integra junto a Estados Unidos, India y Japón, y que votó un documento lleno de amenazas contra Beijing.

El recalentamiento político incluye a las islas del Pacífico, que son la fuente de una disputa de influencia entre el imperialismo y Australia-Nueva Zelanda, de un lado, y China, del otro. Mientras Biden anudaba acuerdos con Corea del Sur y Japón, el gigante asiático avanzaba en un entendimiento de seguridad con las Islas Salomón y promovía un tratado similar con un conjunto de países de la región. Si bien éste se ha encontrado con la oposición vehemente de algunos de esos Estados (como Micronesia) y el gobierno de Fiji puso la iniciativa en el congelador, planteando que requiere el consenso de las naciones involucradas, Beijing sí ha avanzado en cuestiones puntuales. Según el Sidney Morning Herald (30/5), firmó un acuerdo de entrenamiento de la policía de Samoa, de recuperación del Covid-19 con Fiji, de radio y televisión con Niue (un territorio integrado a Nueva Zelanda pero que se autogobierna) y de protección frente al cambio climático con Kiribati. Este último territorio está siendo literalmente devorado por el ascenso del nivel del mar (un problema común a toda la zona), lo que lleva a emigraciones masivas. A su vez, Samoa, Kiribati y Niue participan del programa de inversiones de la ruta de la seda china.

Lo que viene

Frente al alza inflacionaria, el gobierno saliente de Morrison adoptó la decisión de incrementar las tasas de interés. Esto agrava el problema del endeudamiento de los hogares, que de acuerdo a algunas estimaciones equivale al 120% del PBI del país (Sin Permiso, 29/5). A su vez, se hace más urticante la cuestión de las hipotecas de las viviendas.

Con respecto al cambio climático, el nuevo gobierno se limita a promesas genéricas. La economía australiana depende fuertemente de las exportaciones de carbón y de la minería y el gobierno laborista no parece dispuesto a afectar a estos grupos económicos.

Frente al agravamiento de las condiciones de vida de las masas australianas, y el desarrollo de las tendencias a la guerra, se vuelve imperioso el desarrollo de una salida política de los trabajadores.