Autunno caldo

Italia es uno de los ojos del huracán de la crisis mundial. El año próximo tiene que renovar 700.000 millones de dólares, la mitad del total de su deuda pública. Muchos observadores estiman que éste podría llegar a ser un punto nodal de la crisis, por cuanto el ‘riesgo-país’ de Italia es de más de 200 puntos, en tanto que sus empresas están pagando hasta 1.200 puntos por encima de la tasa de interés de referencia para refinanciar sus deudas impagables.

En estas condiciones, crece la movilización de estudiantes y docentes contra una reforma de la educación que apunta a ‘ahorrar’ varias decenas de miles de millones de dólares al presupuesto público. Por otro lado, la crisis industrial se desarrolla imparable: el cierre de industrias ha provocado centenares de miles de despidos de trabajadores precarios y otra cantidad igual de suspensiones. Para ‘protestar’ por esta situación está previsto un paro general para el 12 de diciembre; el lunes quedó paralizado el transporte urbano de pasajeros por un conflicto con el convenio de trabajo.

Una de las víctimas propiciatorias de la crisis ha sido Alitalia, regalada a un grupo de empresarios mientras el Estado se hacía cargo de su deuda impagable. En la privatización resultante, la burocracia sindical aceptó más de 10.000 suspensiones o despidos virtuales, a cambio del pago de un subsidio decreciente en el tiempo. Los sindicatos autónomos de la empresa aérea han declarado trabajo a reglamento hasta mayo del año que viene, reclamando una renegociación de todo lo establecido hasta el momento.

La exasperación por el dilatamiento del reclamo de reapertura de las negociaciones desde el inicio reunió el lunes 10 a una gran asamblea de base en el aeropuerto de Roma, que eligió un comité de huelga y declaró la huelga indefinida. En el desarrollo de los debates desempeñó un rol descollante Marco Ferrando, líder del Partito Comunista dei Lavoratori integrante del CRCI. La prensa del día siguiente y naturalmente el propio gobierno, lanzaron una furiosa campaña contra el comité de huelga y contra nuestro compañero. Las centrales sindicales y también las autónomas o de base lanzaron una ofensiva contra la huelga, que había logrado paralizar la mitad del tráfico aéreo de la compañía. La burocracia insiste en que el paro previsto para diciembre y el trabajo a reglamento son harto suficientes para reclamar una revisión de la situación de los diez mil ‘esuberi’ (en licencia con goce decreciente del sueldo).

El proletariado italiano se encamina a grandes luchas, que la burocracia no podrá evitar. Alitalia es un síntoma y lo mismo los vítores de azafatas y personal de tierra al discurso caliente de Ferrando y a su propuesta de nacionalizar sin pago a la empresa, lo cual fue votado por unanimidad. El ritmo de la crisis se ha acelerado.