Internacionales
23/11/2020
INTERNACIONALES
Balance de las elecciones municipales brasileñas
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Los resultados electorales de la primera vuelta de las elecciones municipales realizadas el 15 de noviembre en Brasil han demostrado un fiasco para los candidatos apoyados directamente por el fascistoide presidente Jair Bolsonaro. Ganó las elecciones en el 2018, sin tener un partido de pertenencia, usando una sigla avalado por el alto mando militar que había impulsado el golpe contra la presidenta Dilma Rousseff y la cárcel y proscripción del candidato del PT, Lula, favorito entonces en las encuestas. De una cincuentena de candidatos que Bolsonaro apoyó personal y activamente en diferentes municipios casi 40 no resultaron electos. Y en algunos casos retrocedieron notablemente. Por ejemplo, Celso Russomano en San Pablo pasó del 30% en las encuestas a solo el 10% de la votación. También el hijo del presidente, el concejal Carlos Bolsonaro, electo como el más votado en Río de Janeiro en el 2016, con 106.000 votos, cayó ahora a poco más de 70.000.
Pero el de Bolsonaro es un régimen político que tiene como eje al presidente y su cohorte fascistoide, el apoyo de las iglesias evangélicas, el alto mando militar y el agrupamiento de partidos llamados Centrao, que constituyen una mayoría relativa en el Parlamento y que es lo que le ha permitido tener garantizadas la sanción de las leyes de entrega y antiobreras. Pues bien, este Centrao ha sido el ganador de las elecciones, en cantidad de votos, concejales y prefectos electos.
Ciertos sectores izquierdistas se solazan con que la ultraderecha (Bolsonaro) retrocedió y que la que la avanzó es la derecha (Centrao). Valerio Arcady, un dirigente actual del PSOL, que rompió hace unos años con el PSTU, señaló: “se puede decir que Brasil se realineó de la extrema derecha a una derecha más tradicional”, festejando este hecho. No solo suena a consuelo, sino que es un análisis interesado, ya que esta es la base para salir a plantear la necesidad de un “frente amplio” contra la reelección de Bolsonaro en el 2022.
El que no retrocedió y avanzó (aunque muy poquito, unos pocos concejales) es el centroizquierdista PSOL.
La elección en San Pablo
Es el hecho más relevante. Aquí, en la metrópolis más importante y poblada del Brasil los candidatos del PSOL (Boulos-Erundina) sacaron un 20%, entrando en la segunda vuelta contra el candidato del gobernador (presidenciable) Joao Doria y el desplazamiento al cuarto lugar del candidato apoyado por Bolsonaro. El PT solo sacó un 8% y terminó en el 6° lugar. La candidatura del PSOL fue apoyada por algunos medios de prensa y sectores empresarios y personalidades del arte y la cultura. Incluso Lula, el dirigente del PT, planteó días antes levantar la candidatura de Jilmar Tatto de su partido, para apoyar a Boulos, cosa que no terminó de concretarse oficialmente. Gran parte de los votos que abandonaron al PT fueron hacia el PSOL, que todo el tiempo mostró una cara frentista hacia este. El programa que agitó el PSOL en la campaña fue anodino: puras promesas de mejoras. Boulos se dedicó gran parte de su campaña a rechazar que él haya promovido en el pasado la ocupación de edificios por parte de ciudadanos sin vivienda. Boulos es dirigente del MTST (los sin techo) una organización que –señaló- solo ocupaba “propiedades fiscales” y trató de mostrarse como un convencido defensor de la propiedad privada. De Erundina, mejor no hablar, fue alcaldesa de San Pablo y como tal pasó a la historia como la verdugo de conquistas de los trabajadores y represora de las huelgas de resistencia.
Esta política conservadora se va acentuar para la segunda vuelta del 29 de noviembre, con la justificación de ganar el voto ‘moderado’.
La izquierda
El PSOL es un “partido” de “tendencias”, nada que ver con una organización obrera militante. El 90% de su actividad se agota en las negociaciones parlamentarias y cobra ‘vida’ cada dos años para las campañas electorales. La gran mayoría de los partidos de izquierda se ha integrado al PSOL y se adapta a este funcionamiento, contrario a una militancia activa obrera. No es un partido organizado para la acción, y menos revolucionario. Cada partido de izquierda es una ‘tendencia’ que actúa en forma independiente de las demás. En la campaña electoral participaron de las listas centroizquierdistas armadas por la dirección burocrático-burguesa del PSOL.
La Corriente Socialista de los Trabajadores (CST) de Brasil organización hermana de Izquierda Socialista (IS) de Argentina, plantea: “nuestra organización hermana, la Corriente Socialista de los Trabajadores (CST), viene cuestionando esta política de la mayoría de la dirección del PSOL. Política que rompe con la independencia de clase y busca resucitar al PT y un nuevo gobierno de conciliación de clases”.
Sin embargo, la conclusión que sacan es que “la gran elección de Boulos y del PSOL en San Pablo y el nuevo fracaso del PT muestran que el camino es fortalecer al PSOL como una alternativa de izquierda independiente”.
Un mínimo avance electoral de una lista derechizada del PSOL (en el marco de un estancamiento electoral de conjunto) refuerza las tendencias de la CST-IS a integrarse más aún al PSOL.
El MRT (organización hermana del PTS argentino), a su turno, que ha reclamado reiteradamente su ingreso al PSOL (hasta ahora no aceptado) participó de estas listas. El PTS –MRT trató de embaucar a la militancia de izquierda diciendo que eran candidaturas “independientes”, aceptadas como “candidaturas democráticas” por la dirección del PSOL. Pero sólo en las listas de concejales. Los cargos ejecutivos, a prefectos, eran únicos, elegidos en forma manipulada por la dirección del PSOL y son realmente las candidaturas que marcan políticamente a las listas presentadas. En los cargos a concejales se aplica una ley de lemas, se suman los votos obtenidos por cada lista “independiente” o “democrática” a la mayoría de la categoría. Las listas de concejales ‘independientes’ aparecen claramente apoyando a las candidaturas centrales del PSOL. Durante toda la campaña electoral el “bloque revolucionario” que presentó el PTS daba consejos sobre aspectos del programa que debiera levantar la lista. Pero… era políticamente solidario: no llamaba a votar en blanco sino a los candidatos derechistas del PSOL.
El PSOL tiene como norte estratégico la constitución de un “frente amplio”, de un frente popular, con el PT, el PC do B, y otros para impedir la reelección de Bolsonaro.
La central obrera (CUT) en su balance se congratula del ‘retroceso’ de Bolsonaro y apuesta a conformar este frente amplio. Lula, del PT, viene resistiendo a esto, porque considera que se trata de un intento de desplazarlo en favor de una candidatura más derechista. Arcady, de la dirección del PSOL, se lamenta de esto: “va a ser necesario superar lo más difícil: la negativa de Lula y de gran parte de la dirección del PT a negociar alianzas sin su hegemonía”. Boulos y Erundina están plenamente orientados en esta perspectiva del frente amplio.
La crisis avanzará
La situación brasileña se deteriora rápidamente. La catástrofe sanitaria por la pandemia se ha agravado porque se ha desatado una segunda ola de infecciones. La deuda externa está por arriba del 80% del PBI y amenaza en el 2021 superar el 100%. Las tendencias devaluacionistas se están desarrollando y la carestía, medianamente contenida por la gran recesión, amenaza con desbordarse. El rubro que más aumentará es el de los alimentos (la carne un 30%). A fin de año Bolsonaro ha anunciado que cortará los subsidios a los sin trabajo estable para afrontar el coronavirus. Alimentos que suben y subsidios que se quitan: la peor de las combinaciones. El gobierno viene ajustando todos los gastos sociales (educación, etc.) pero disminuye los impuestos a los grupos capitalistas. ¿Cómo piensa compensar esto? Con una política de privatizaciones en masa: la mais grande do mundo. Quiere emular las privatizaciones que hizo Menem en la Argentina de los 90. Épocas diferentes: Brasil está sumergido en una crisis capitalista mundial inédita por su fiereza.
Todas las fuerzas políticas (y lamentablemente también las de la izquierda) están enfocadas en las elecciones generales del 2022. Pero antes Brasil deberá atravesar un agravamiento de su crisis y el surgimiento de poderosas tendencias a la irrupción de masas contra las políticas de superexplotación y miseria. Es necesario reclamar a las organizaciones obreras, a la CUT y demás centrales y sindicatos, la ruptura de su política colaboracionista, de conciliación de clases y de subordinación del movimiento obrero a los partidos burgueses. Es necesario un congreso de bases del movimiento obrero para elaborar un pliego nacional con los reclamos obreros (derogación de la reforma laboral, etc.) y nacionales (nacionalización bajo control obrero de la banca, etc.).
En ese proceso se irá reagrupando una vanguardia obrera y de izquierda, que tendrá como gran desafío poner en pie un partido revolucionario de la clase obrera en el Brasil.
“Las vidas negras importan” (prensaobrera.com)
Por una segunda Conferencia Latinoamericana y de los EE.UU. (prensaobrera.com)