Balcanes: De una limpieza étnica a otra

La crisis con Rusia ha venido a probar lo que dijéramos en el número anterior acerca de que el mediador diplomático ruso, Chernomyrdin, era un agente pago de los Estados Unidos, y que, para colocarlo en esa función, Yeltsin había tenido, antes, que derrocar a su anterior primer ministro, Primakov. Como el acuerdo firmado por Chernomyrdin no contempla que las fuerzas armadas rusas se hagan cargo del control del norte de Kosovo, el alto mando militar moscovita se largó por su cuenta a ocupar el aeropuerto de Pristina, la capital de Kosovo. Como la Otan consiguió que Hungría prohibiese a los rusos el uso de su espacio aéreo, los militares rusos mandaron sus tropas desde Bosnia (donde patrullan la zona junto a la Otan), cruzando el territorio de Serbia. Lo que más preocupa a la Otan no son los centenares de paracaidistas que le vedan el acceso al aeropuerto sino el peligro de que un desmadre de la situación pueda provocar un golpe de estado en Rusia. Luego de haber trabajado para Chernomyrdin, Yeltsin se ha visto obligado a contemporizar con el alto mando militar. Aunque la Otan había considerado hace varias semanas la posibilidad de dividir Kosovo, entregando la zona norte a Serbia, esto ya no es posible hoy, luego de la capitulación de Milosevic. En el norte de Kosovo se encuentran las riquezas mineras del país. Pero si no se pretende la partición, no hay lugar para el ejército ruso. Todo este episodio inaugura el ingreso de las fuerzas armadas rusas en la política de su país.


Ahora que se encuentra ‘libre’ de los serbios, Kosovo es menos independiente que nunca. Los guerrilleros del UCK han probado ser agentes de una forma de dominación de su nación peor que la del régimen de Milosevic. Las limitaciones del nacionalismo pequeño burgués saltan a la vista; los pueblos de los Balcanes no pueden ser independientes sino por medio de la unidad socialista de sus trabajadores.


La crisis balcánica sigue con epicentro en Kosovo, pero puede desplazarse rápidamente en varias direcciones. Una es Bosnia, porque el gobierno croata quiere anexar el territorio que controla junto con los musulmanes y pedir luego su ingreso a la Otan. Si ocurriera esto, Serbia anexaría su sector en Bosnia y podría reclamar desde mejor posición que se les reserve a los serbios una parte en Kosovo, o sea en el norte. El otro eje de la crisis es la propia Serbia, donde se ha formado un bloque democratizante para derrocar a Milosevic. Si el ejército impidiera este cambio, la república de Montenegro podría separarse de Serbia, con lo que se agravarían las tendencias separatistas en otros países, como Macedonia, entre serbios y albaneses, o en Rumania con los húngaros, lo que llevaría a la intervención de Grecia, que tiene intereses en Macedonia.


También ha comenzado la disputa por la reconstrucción económica. Los pulpos yanquis quieren quedarse con la parte del león del negocio, pero también que éste sea financiado por los Tesoros de las naciones europeas. A esto se añade la disputa entre los grupos armamentistas para reponer el armamento usado y para participar de la organización de una fuerza europea de despliegue rápido, que tendría como función enfrentar crisis internacionales donde estén en juego los intereses del imperialismo europeo.


Como se puede apreciar, la paz imperialista en los Balcanes augura nuevas crisis internacionales y nuevas guerras.