Barcelona: Gran manifestación juvenil y popular

Los 500.000 manifestantes que marcharon por las calles de Barcelona en repudio a la “cumbre” de la Unión Europea, no sólo conmovieron a la capital catalana. Además, desmintieron rotundamente a los muchos que habían pronosticado, después de la sangrienta represión de la movilización “anti-G8” en Génova y de la “guerra al terrorismo”, que el movimiento de protesta juvenil y popular perdería empuje y vitalidad. La manifestación, incluso, podría haber sido todavía mayor si el gobierno español no hubiera detenido ilegalmente a decenas de micros y transportes en la frontera.


La nota dominante fue la participación juvenil. Fueron notables, también, las manifestaciones de solidaridad con la lucha argentina: muchos de los manifestantes marcharon golpeando cacerolas y los frentes de los locales de Telefónica y el banco BBVA fueron pintados con leyendas que decían “Recuerda Argentina”,


Desde el punto de vista político, sin embargo, la manifestación de Barcelona mostró una “evolución” derechista respecto de la de Génova. Este giro derechista se manifiesta en el hecho de que el sector más “avanzado” de la manifestación de Barcelona fue Attac, la organización que plantea que “otro mundo es posible” mediante el simple establecimiento de un impuesto a las transacciones financieras, sin alterar en lo más mínimo las bases sociales del régimen capitalista. El llamado “Foro Social de Barcelona”, integrado por los parlamentarios “de izquierda” españoles (incluidos muchos del PSOE) y sindicalistas, marchó en un bloque separado porque consideró estos planteos “demasiado izquierdistas”.


Tanto Attac como el FSB realizaron un acuerdo previo con las autoridades municipales y la policía en el cual no sólo renunciaron a manifestar en la zona de la ciudad donde sesionaba la “cumbre”; también montaron un “servicio de orden” para impedir cualquier manifestación “inorgánica”. Cuando la marcha pasó frente a la sede central de la policía, el local fue “protegido” por un grueso cordón de militantes “antiglobalización” para impedir la menor manifestación de repudio a las fuerzas represivas que un día antes habían apaleado a cientos de manifestantes en una serie de pequeñas concentraciones que se realizaron en toda Barcelona.


El empeño represivo montado en Barcelona fue formidable. La policía reprimió salvajemente a los jóvenes que marcharon, antes y después, fuera de la manifestación “oficial”; su acción estuvo coordinada por una bandada de helicópteros dirigidos por un avión espía Awacs, que la Otan puso a disposición del gobierno español para la ocasión.


La manifestación de Barcelona mostró, en carne viva, las contradicciones del movimiento “antiglobalización”: una dirección política de características crecientemente derechistas (y hasta represivas) frente a una masa juvenil que busca una salida por la vía de la movilización y la lucha.