Berlusconi en la cuerda floja

¿Se viene una seguidilla de elecciones anticipadas en Europa?

Tal como habíamos caracterizado en Prensa Obrera (ver PO Nº 1.131, 3/6), el ajustazo implementado por Berlusconi no sólo no logró calmar a “los mercados”, sino que ha abierto las compuertas para una crisis política cuyos ritmos se aceleraron y plantean la caída del gobierno. El plan de ajuste provocó una abierta rebelión de los gobernadores de las provincias del sur del país, quienes deberían soportar el peso mayor del recorte y que acaban de ser acusados de haber malgastado los fondos enviados por la Unión Europea. Como respuesta, los municipios y entes locales anunciaron que “devolverán” al gobierno central las competencias sanitarias y educativas que les habían sido asignadas, porque no cuentan con los recursos para hacerles frente. El plan de ajuste impuesto en el marco de la crisis ha dislocado el funcionamiento de las instituciones del Estado, en especial al federalismo que Berlusconi había inscripto en su programa por exigencia de la Lega Norte de Umberto Bossi. El recorte abrió una fractura al interior de la propia coalición de Berlusconi, cuando gobernadores regionales de su partido le enviaron una carta abierta que critica las medidas del plan de ajuste. Para los analistas de la centroderecha, la coalición de gobierno se ha “evaporado”.

Los desastres que el gobierno sigue promoviendo en el plano judicial deben ser analizados en este contexto de impasse. Berlusconi ascendió a ministro (sin cartera) a un amigo suyo para asegurarle los fueros que le eviten una causa penal por enriquecimiento ilícito; el escándalo resultante obligó al amigo a renunciar pocos días después. Otro senador del PDL, mano derecha de Berlusconi, acaba de ser condenado a siete años por complicidad con la mafia. En su enésimo intento de imponer normas que le garanticen impunidad, el gobierno pretende aprobar una ley que limita la posibilidad de realizar escuchas telefónicas para recoger pruebas judiciales. La propuesta ha generado una virtual rebelión en todo el país: el 9 de julio se realizó una huelga prácticamente total de periodistas, que dejó al país sin periódicos ni informativos televisivos por un día. El repudio a la llamada “ley mordaza” se extiende al interior de la propia coalición de centroderecha, al punto que todo un sector del PDL berlusconiano podría votar en contra en la Cámara de Diputados. Asimismo, el presidente Giorgio Napolitano podría vetar algunos artículos de la ley, alegando que serían anticonstitucionales. En este marco, Berlusconi anunció que evalúa hacer cambios en su proyecto de ley. Al mismo tiempo, el bufón de Italia diseñó un proyecto de ley que establece que la edad jubilatoria se actualizará automáticamente según la evolución de la esperanza de vida.

En los últimos días, la crisis se desbordó. El ministro de Economía amenazó con renunciar, advirtiendo que Berlusconi no le ha dado apoyo suficiente a su plan de ajustes. Para evitar la partida del ministro, que cuenta con el apoyo de la Cofindustria, Berlusconi ha reclamado un “voto de confianza” del Parlamento al recorte, amenazando con renunciar y adelantar las elecciones si el mismo resulta “no positivo”. El Financial Times le dedicó un editorial al tema, en donde caracteriza que Berlusconi ha entrado en “aguas peligrosas” y que ya es hora de un “nuevo comienzo” y un “nuevo liderazgo”. Al abordar los enfrentamientos en el partido de gobierno, el Corriere della Sera dice que “la pregunta ya no es si Berlusconi y Fini tomarán caminos opuestos, sino cuándo y cómo se procesará la ruptura” (Corriere, 7/7). La oposición política a Berlusconi la pilotea la Cofindustria, que reclama un ajuste más severo que el proyectado y, fundamentalmente, una mayor asistencia del Estado para rescatar a la industria y a los bancos. La patronal italiana adhiere a la posición alemana de financiar una concentración bancaria con dinero del Estado. Lo que está en juego, en resumidas cuentas, no es ya quién va a pagar los costos del ajuste (serán las masas explotadas), sino cómo beneficiará este ajuste a la burguesía. El proyecto bonapartista de Berlusconi, que aspira además a llegar a la presidencia de Italia, está enterrado y los opositores –de adentro y de afuera de su partido– buscan retomar el parlamentarismo con una coalición multipartidaria y multifaccional, que se advierte incapaz para enfrentar la bancarrota de la economía. Si se tiene en cuenta que también en Grecia y en España se evalúa la posibilidad de recurrir a un adelantamiento electoral, no hay que descartar que vivamos un otoño boreal con elecciones anticipadas en buena parte del Mediterráneo.