Berlusconi y la crisis de la unión europea

Finalmente, la derecha italiana desalojó a la centroizquierda del gobierno. Silvio Berlusconi, el hombre más rico de Italia, en alianza con los partidos de Fini y Bossi, se ha impuesto en las elecciones calificadas como las más importantes de los últimos diez años en la península.


La victoria reaccionaria es, antes que nada, ilustrativa: una década después del ‘mano pulite’, gana las elecciones un hombre que se caracteriza por una fortuna amasada gracias a sus ‘amistades’ con connotados corruptos como Bettino Craxi y a sus extensas relaciones con la mafia. Berlusconi es, además, el hombre que en los últimos años ha enfrentado, en Italia y en el resto de Europa, más juicios y procesos judiciales por financiamiento ilegal de partidos, corrupción, coimas, fraude y evasión fiscal. En resumen, el ‘mani pulite’ ha concluido con el poder entre ‘le mani sporchi’.


Como a ‘nuestro’ Cavallo, la inmunidad parlamentaria le ha permitido a Berlusconi ‘zafar’ de los procesos e, incluso, de la efectivización de las condenas en algunos casos. También como con Cavallo, el ingreso de Berlusconi al gobierno le permitirá reforzar aún más su impunidad.


Crisis europea


El ascenso de Berlusconi al gobierno es inseparable del empantanamiento de la llamada “construcción europea”, que se manifiesta de una manera irrefutable en la devaluación del euro, la moneda común. En el Viejo Continente se manifiestan fuertes tendencias a un estancamiento productivo y a la caída de los beneficios. Para un sector fundamental de la burguesía italiana, Berlusconi encarna un intento de reversión, que tiene manifestaciones en otros países.


Berlusconi plantea una política de subsidios al gran capital, sin importarle que esto pueda golpear a las bolsas y a todo un sector de los bancos. Esta política es compartida por importantes sectores de la democracia cristiana alemana o la Thatcher.


La posibilidad de que Berlusconi llegara al gobierno fue combatida por la mayor parte de la prensa europea. The Economist, en un informe especial sobre sus negocios turbios y causas judiciales, lo calificó como “indigno de gobernar Italia”. Para el capital financiero, la política ‘populista’ de Berlusconi es extremadamente peligrosa en una situación financiera internacional tan precaria como la actual, ya que puede desencadenar un derrumbe todavía mayor del euro y una crisis general en Europa.


Pero la prensa norteamericana no se ha preocupado por el ascenso de Berlusconi. Para The New York Times hay “indiferencia”. Para el gran capital norteamericano, los planteos de Berlusconi permitirían una mayor penetración de los bancos y fondos de inversión de EE.UU. en Europa.


Guerra al movimiento obrero


Berlusconi, el mayor patrón italiano, se presenta por sobre todo como el único capaz de llevar adelante un ataque a fondo contra los obreros. Berlusconi ha planteado la “urgente necesidad” de privatizar por entero la previsión social e imponer la flexibilidad laboral y los contratos basura a gran escala. Ha llegado incluso a plantear la necesidad de reformar la Constitución italiana para excluir “el derecho al trabajo” y el “derecho al descanso del fin de semana”, a los que considera “desactualizados”.


Esta política antiobrera ya había sido ‘avanzada’ por los gobiernos de centroizquierda *que impusieron una ley antihuelgas, plantearon la necesidad de la ‘reforma previsional’ en el mismo sentido que Berlusconi e impulsaron una legislación para regimentar los convenios colectivos.


Sin embargo, la prensa europea duda de la eficacia de una política de guerra abierta contra el movimiento obrero, o sea que prescinda de los acuerdos con la burocracia sindical.


Un gobierno heterogéneo


La política de guerra al movimiento obrero, el reforzamiento de la ‘competitividad’ del capital italiano frente a sus ‘socios’ europeos y el agotamiento de la estrategia centroizquierdista explican que sectores patronales que en el pasado se habían opuesto a Berlusconi, lo hayan apoyado en esta ocasión. El caso más notable es el de Gianni Agnelli, presidente del grupo Fiat y representante de la banca italiana tradicional. Según la prensa italiana, el respaldo de Agnelli le permitiría a Berlusconi formar un “gobierno fuerte”. Nada de esto, sin embargo, es seguro: en el pasado, los choques entre Berlusconi y Agnelli fueron brutales; el primero desalojó no hace mucho a los hombres de la Fiat de la cúpula de la central patronal italiana.


El ascenso de Berlusconi refleja la fractura de la burguesía europea, y de la propia burguesía italiana, frente a la impasse de la Unión Europea y de la crisis mundial.