Internacionales

14/12/2021

Biden y una cumbre internacional de la hipocresía

La cumbre internacional por la democracia convocada por el presidente norteamericano Joe Biden, que se realizó en forma virtual el 9 y 10 de diciembre, bien pudo llamarse la cumbre de la hipocresía.

Mientras excluyó una serie de países con el pretexto de no tener suficientes credenciales en la materia (China, Rusia, Cuba, El Salvador, Nicaragua, Guatemala, Honduras, Bolivia, Venezuela), Biden invitó a las Filipinas de Rodrigo Duterte, donde la oposición sufre una persecución implacable y reinan las ejecuciones extrajudiciales como parte de la “guerra antidrogas”; a la Colombia de Iván Duque, donde son asesinados cotidianamente los activistas sociales y decenas de manifestantes fueron abatidos por luchar contra una reforma tributaria; o al Brasil de Jair Bolsonaro, de quien no hace falta hacer mayores comentarios. El caso más notable de esta arbitrariedad de criterio es el de Venezuela: se convocó al autoproclamado presidente Juan Guaidó, quien intentó usurpar el poder de la nación caribeña por medio de un golpe de Estado.

La “defensa de la democracia” es un disfraz que Washington usa para hacer valer sus intereses económicos y políticos en el exterior. Llegado el caso, el imperialismo no tiene reparos en apoyar -abierta o sigilosamente- golpes de Estado, incluso contra gobiernos que reúnen los requisitos de la “democracia representativa”, como ocurrió en los últimos años en Honduras y Bolivia.

Al mismo tiempo que habla de “libertad” y derechos humanos, Estados Unidos sostiene alianzas con los más grandes violadores de ellos a nivel internacional, como Israel y Arabia Saudita.

¿Qué es lo que buscó entonces Biden con su cumbre? El presidente estadounidense trata de alinear al resto del mundo en su cruzada contra Rusia y China, lo que forma parte de un intento por recuperar la influencia perdida en el plano exterior en los últimos años. Uno de los datos de la cumbre, justamente, fue la exclusión de Beijing y la incorporación de Taiwán, sobre la que el gigante asiático reclama su soberanía. Con la cumbre, el demócrata busca retomar una agenda que sufrió un golpe brutal con la huida de Afganistán.

El gobierno argentino se prestó a esta puesta en escena. Lo hizo como parte de su intento de ganar el aval norteamericano al acuerdo con el FMI. Que Alberto Fernández hiciera críticas en su discurso a la exclusión y al golpe de Estado en Bolivia no compensa este acto de subordinación. La búsqueda de un pacto con el Fondo condiciona el alineamiento internacional del gobierno y lo conduce a una subordinación al imperialismo. Algunas de estas exigencias quedaron al descubierto durante la visita del asesor de la Casa Blanca, Jake Sullivan.

La convocatoria de Biden también tuvo una intención doméstica, que se pudo comprobar en las veladas referencias contra Trump, quien impulsó el golpe de Estado tras perder las elecciones. Sobre el estado de la democracia en Estados Unidos, se podría hablar largo y tendido. A la luz de fallos de la Corte que restringen la Ley del Derecho al Voto de 1965, numerosos Estados vienen imponiendo normas que dificultan el sufragio a las minorías y a los nativos.

Mientras transcurrían las deliberaciones de la cumbre, la justicia británica aceptaba un recurso norteamericano para avanzar en la extradición de Julian Assange, el fundador de Wikileaks. El titular del sitio que expuso los cables secretos que prueban el crimen contra civiles en Irak y Afganistán se enfrenta a una pena potencial de 175 años de cárcel en suelo estadounidense, en tanto que los responsables de los crímenes de guerra que reveló están impunes.

Así funciona la principal democracia del mundo.