Bolivia: De la “agenda de octubre” a la “unión nacional”


Mientras Bush hablaba –martes 29- con Kirchner por teléfono, los diarios informaban que “Mesa convocaba a un diálogo nacional, en particular a Evo Morales (…) hombre clave para encontrar una salida política a la crisis” (Hoy, 29/3). La convocatoria sucede luego del rechazo del Parlamento al adelanto de las elecciones reclamado por el mismo Mesa.


 


Evo Morales vuelve de este modo a plantearse como árbitro de la “gobernabilidad” en el Altiplano. Sin embargo, más allá de las apariencias, esta suerte de revancha del líder cocalero es un regreso sin gloria. Morales había cedido al chantaje que Mesa había intentado hacer con su renuncia, votó por su continuidad en el Congreso y acabó por dar marcha atrás en el plan de lucha con el cual había amenazado responder a las provocaciones de Mesa.


 


La marcha atrás de Morales es estratégica. En octubre de 2003 renunció a ponerse al frente de un planteo de poder que diera curso a la rebelión popular y apoyó, en cambio, el reemplazo de Sánchez de Losada por Mesa. Luego, el planteo de nacionalizar el petróleo fue sustituido por la demanda de 50% de regalías, pero ésta fue enseguida corregida por otra fórmula que combina regalías e impuestos (que ahora se discute si son deducibles de otros tributos).


 


Frente a la impotencia de sus líderes y las maniobras de Mesa, el humor popular registra altibajos que el oficialismo aprovecha para profundizar una furibunda campaña contra los piqueteros bolivianos. Según el dirigente del MAS Antonio Peredo, la derecha aprovechó esta confusión para “rearmarse” y para oponer a la “agenda de octubre” (de 2003) la “agenda de junio” (de 2004) con, entre otras cosas, el reclamo de elecciones departamentales y referéndums “autonómicos” que la derecha confiaba en poder manipular en provecho propio (Bolpress, 26/3).


 


Mesa también trató de aprovechar la situación para reforzar su posición de árbitro, pero ahora es el propio MAS el que plantea la necesidad de superar las viejas “agendas” por una nueva “agenda nacional… que incluya las demandas y requerimientos de todos los sectores” (Bolpress); es decir, de la derecha y las petroleras. Es entonces cuando Mesa relanza la necesidad del “diálogo de todos” y plantea incluso un “tratamiento especial” para Morales (La Gazeta, ídem). Significativamente, Peredo no menciona en su artículo la polémica ley de hidrocarburos que todavía no tiene aprobación en el Senado.


 


El dato faltante tiene que ver con las propias masas bolivianas. Ninguna de sus reivindicaciones fundamentales ha sido satisfecha. La semana pasada la prensa informaba que, mientras se empantanaba el movimiento de El Alto por la nacionalización del agua, se rearmaba el movimiento de desocupados, organizándose para bajar a La Paz a reclamar por planes de trabajo. La “agenda de octubre” no está cerrada, reclama la maduración de una vanguardia revolucionaria que se delimite políticamente de las direcciones traidoras o impotentes. Será parte de la gran experiencia de lucha que protagonizan nuestros hermanos explotados de Bolivia.