Bolivia: derrota electoral del MAS

Límites y perspectivas.

Faltando aún los datos finales del escrutinio, el resultado es claro y determinante: las listas del MAS han sido derrotadas en las elecciones del pasado domingo 11 de abril. En las mismas se elegían, en segunda vuelta, entre los dos candidatos más votados el 7 de marzo, para definir el gobernador en cuatro departamentos.

A pesar de que el MAS había salido primero en la primera fecha electoral en tres departamentos (La Paz, Pando y Tarija), ahora fue derrotado en los cuatro.

Pero esto no ha podido ser capitalizado por las fuerzas derechistas que promovieron el golpe contra Evo Morales. En tres de esos departamentos las listas que triunfaron son desprendimientos del propio MAS. El caso más llamativo es el de la gobernación de La Paz, donde la lista que ha triunfado es la alianza Jalalla, que llevó como candidato a Santos Quispe, hijo del legendario Felipe Quispe, conocido como el “Mallku” (en aymara: el cóndor o líder originario), de reconocida trayectoria y fuerte crítico del liderazgo de Evo Morales sobre la numerosa y combativa comunidad aymara. Para las elecciones del 7 de marzo era Felipe Quispe el que iba a ir como candidato, pero semanas antes falleció. Fue, en su lugar, su hijo Santos y… ganó en segunda vuelta por ocho puntos de diferencia frente al candidato del MAS. Esta es una votación importante porque la comunidad aymara estuvo a la vanguardia de la lucha contra el golpe en El Alto y La Paz.

De un total de 9 gobernaciones puestas en disputa en las dos vueltas electorales, el MAS solo pudo retener tres (y en la primera vuelta). Sin embargo, el MAS logró en la primer vuelta ganar la mayoría absoluta en 6 Asambleas Legislativas Departamentales y fuertes bancadas en las otras 3.

La derecha no ha logrado avanzar, por más que en la propaganda intente adjudicarse las derrotas electorales del MAS. Los intentos de convocar a un plenario derechista de la oposición anti MAS por parte del Comité Cívico de Santa Cruz, antes de las elecciones, han fracasado, dejando aislado a Luis Camacho, el reconocido dirigente racista-golpista (que fue electo gobernador de dicho departamento en la primera vuelta).

Las rupturas del MAS que presentaron listas diferenciadas no han planteado diferencias programáticas con la conducción de Evo Morales. Su crítica es hacia el “dedazo” de Evo en el momento de seleccionar las candidaturas. Estas diferencias todavía deben expresarse en el terreno político. Pero la derrota ha abierto una crisis. El presidente masista del Senado, Andrónico Rodríguez, ha planteado la emergencia de una reunión nacional para balancear la derrota electoral (eventualmente, la práctica antidemocrática de Evo Morales).

En seis meses, el MAS pasó de obtener una votación plebiscitaria nacional (55 % de los votos) a caer parcialmente el 7 de marzo, primero, y más fuerte este domingo 11 de abril.

Buscando revertir el débil resultado del 7 de marzo se publicitó la detención de la expresidenta golpista, Jeanine Añez, de alguno de sus ministros y de los jefes militares y policiales acusados de la salvaje y racista represión. Esto fue denunciado por el gobierno yanqui y la derecha como una política revanchista y persecutoria contra “la oposición”. Los “derechos humanos” sirven al gran capital solo para armar campañas contra el régimen venezolano, buscando la intervención militar. El presidente Luis Arce Catacorra y Evo Morales quieren repetir la propaganda “democrática” de Néstor Kirchner de juzgar a parte de los militares genocidas de la dictadura militar argentina, para salvar la “institución” militar y represiva y tapar la inacción en materia social, al tiempo que avanza en planes de acuerdos con el gran capital.

Esto ha generado las amenazas derechistas. El electo gobernador de Santa Cruz, Luis Camacho, ha salido a amenazar: “un preso más en Bolivia y paramos el país” (La Nación, 26/3). En realidad, Camacho es el que primero debiera ser detenido por su actuación provocadora en el armado del golpe de noviembre del 2019, públicamente auto reconocida.

Mientras tanto, el gobierno de Arce Catacorra sigue avanzando en la elaboración de “contratos con soberanía” con los principales monopolios mineros para negociar la entrega de la riqueza nacional. La “nueva” minería –la que no está agotada y tiene una alta productividad- ya está en manos de las corporaciones trasnacionales (la más importante, la de San Cristóbal, está siendo explotada por el grupo Sumitomo de Japón, etc.).

Sin desatender la crisis y la lucha de facciones en el seno del MAS, es evidente que no surge ningún ala progresiva: los enfrentamientos se dan en torno a las candidaturas y los privilegios del poder. Recordemos que algunos desgajamientos del MAS, como el de la ex presidenta de la Cámara de Senadores, Eva Copa, desenvolvieron una política contemporizadora y de convivencia con el gobierno golpista de Añez. Copa viene de ganar las elecciones a alcalde en el estratégico distrito de El Alto, luego de su distanciamiento y ruptura con el MAS.

La clase obrera y las masas campesinas y explotadas de Bolivia no tienen ninguna expresión independiente de la burguesía. Esa es la tarea central para la vanguardia que se reclama revolucionaria. Es necesario recuperar las organizaciones de masas: la Central Obrera (COB) y los sindicatos, los centros y federaciones estudiantiles, las organizaciones campesinas. Para ello hay que romper la subordinación a la política de colaboración de clases que alienta el gobierno y el MAS, sin ser llevado al campo reaccionario de la derecha que usa la fraseología democratizante para constituirse como “alternativa” de contenido reaccionario y proimperialista.

Evo Morales ha convocado a la construcción de un “gran acuerdo nacional” que “debería contemplar una política de austeridad debido a que la pandemia afecta la situación económica y hasta existe el riesgo de que impacte en la producción de alimentos, en perjuicio de los sectores más necesitados”. Esto es un plan de adaptación a la derecha y al gran capital que significará un ajuste creciente contra el pueblo trabajador.