Bolivia: “Escandalosa traición y repudio antiburocrático potenciado”

30/4/96

Después de una batalla hay que determinar el estado de ánimo de las masas, cómo éstas han salido del combate y cuál es la situación de la clase dominante para saber en qué situación nos encontramos.

 

Habíamos señalado que ésta es una batalla fundamental para el futuro del neoliberalismo y lo evidente es que, si bien ha tenido que hacer mínimas concesiones momentáneas para desmontar el conflicto, en lo fundamental logrará aplicar la capitalización de YPFB, que es el eje de su programa.

 

La COB acabó como un ejército cuyos regimientos toman decisiones cada uno por su cuenta, y por lo tanto, desarticuladamente. Es por ello que toda la prensa burguesa, sin excepción, habla de la “rendición”, “derrota” y calificativos de ese tipo para tipificar lo ocurrido.

 

El hecho de que no se hubiese podido conformar una dirección alternativa a la burocracia sindical fue verdaderamente grave para el curso del conflicto.

 

Sin embargo, uno de los rasgos distintivos de éste es sin dudas el mayor descontento y la rabia de las masas aglutinadas en la COB, como nunca antes, por la traición de la burocracia.

 

Burocracia divisionista

 

La burocracia sindical oficialista hizo, desde el principio, todo lo necesario para impedir la unificación de todos los sectores en el curso de la lucha. En ningún momento, por ejemplo, ha incorporado en sus discusiones con el gobierno, los problemas de los gremialistas que, sin embargo, se han movilizado permanentemente e incluso han realizado una gigantesca marcha de alrededor de 100.000 personas, según la prensa.

 

Lo mismo ha sucedido con la erradicación forzosa de los cocales que se iba produciendo al mismo tiempo del conflicto de la COB.

 

Las universidades actuaron por su propia cuenta. Las autoridades tuvieron que cerrar las puertas de la U por la presión de las bases pero, al mismo tiempo, negociaron con el gobierno por su cuenta y, finalmente, sólo obtuvieron disminución de presupuesto. Después de haber mandado a vacaciones a los universitarios, recién ahora han comunicado que la lucha universitaria comienza… Para qué hablar de los desocupados u otros sectores que ni siquiera están organizados.

 

El lunes 8 de abril, el mismo momento en que el Ampliado rechazó el “ayuda-memoria” y decidió radicalizar y masificar las medidas de movilización y de la huelga de hambre, la burocracia se trazó como objetivo central desmontar efectivamente el conflicto.

 

En Petroleros, los oficialistas, dirigidos por David Coulthard, se encargaron de ir sindicato por sindicato para desmontar el conflicto, convenciendo a las bases de que levantaran la huelga sobre la base del “ayuda-memoria” que firmaron con el gobierno. Como buenos oficialistas, fueron los campeones de los rompehuelgas.

 

Acabó de rematar esta figura la firma de un convenio del gobierno con la Confederación de Trabajadores en Salud, y otro con la Confederación de fabriles, que ya decretaba el total desbande de la central sindical. Y todo su accionar fue bajo la mirada y la acción complaciente de los dirigentes de la COB.

 

Así realizado el desbande, el jueves 18 de abril realizan otro ampliado, que decide la total capitulación, autorizando la firma de cualquier convenio con el gobierno para levantar las medidas de movilización. El conflicto había durado mucho y se notaba cansancio en las masas, aunque eso no impidió que el repudio a los traidores se haya dado con más fuerza que nunca.

 

Lucha antiburocrática potenciada

 

Desde el airado rechazo de los trabajadores de la salud de La Paz y de los maestros, múltiples sindicatos de base e incluso Centrales obreras departamentales, como la conservadora dirección de Santa Cruz (Yavarí), etc., han repudiado públicamente la conducta traidora de la burocracia sindical.

 

Esas manifestaciones no son más que un pálido reflejo del repudio que se ha constatado en las bases. El hombre de la calle está convencido de que cada dirigente ha recibido un talegazo de dinero para levantar tan fácilmente una lucha tan importante para el destino del país y de los trabajadores.

 

Ese potenciamiento de antiburocratismo es un punto de partida muy importante para las luchas futuras, siempre y cuando pueda canalizarse en una perspectiva revolucionaria.

 

Ahora corresponde realizar un análisis profundo y objetivo de la situación de las masas, su estado de ánimo y el de la clase dominante, para determinar cuáles son las consecuencias de la importantísima batalla que acabamos de vivir. No es posible todavía dar la palabra definitiva sobre este problema, que define la conducta de una dirección revolucionaria.