Bolivia: superemos la confusión y hagamos frente al golpe y los acuerdos reaccionarios

La movilización de masas contra el golpe ha retrocedido. No se debe al éxito de la represión. No estamos frente al triunfo de un golpe pinochetista (Chile en 1973 o Argentina en 1976). Importantes sectores de masas enfrentaron activamente el golpe y la represión no pudo hacerlas retroceder. También el cuadro internacional es distinto: el golpe boliviano se da en el marco de un giro internacional, evidenciado en Latinoamérica con los levantamientos de Ecuador y Chile.


Las masas fueron sacadas de la calle por la acción entreguista de Evo Morales y las direcciones sociales del MAS.


La burguesía y el imperialismo tomaron nota de la política capituladora de Morales y desalentaron todo avance hacia una dictadura derechista abierta. Prefirieron seguir el ‘modelo brasilero’, que destituyó a través de un golpe parlamentario a la presidenta Dilma Rousseff y nombró a un hombre del riñón del frente oficialista (Temer), para que éste aplicase un fuerte ajuste antiobrero (reforma laboral y otras) y armase una ‘salida’ electoral que desplazara al PT de Lula y diera el triunfo a la derecha. Contó con la colaboración del propio PT, que se adaptó al calendario electoral y nunca enfrentó seriamente el golpe. En ese proceso surgió la candidatura de Bolsonaro -con apoyo directo de las Fuerzas Armadas- con una prédica fascistoide.


Sin ser las mismas circunstancias, se estableció un acuerdo entre el gobierno de Añez y el MAS, en el cual éste renunciaba a hacer valer su mayoría parlamentaria y levantaba las movilizaciones. No se conocen las cláusulas pactadas, pero se anunció la autoproscripción de Morales y su vice García Linera.


Las concesiones anunciadas por el gobierno golpista son liberar a los presos detenidos en la rebelión y anular el decreto que autorizaba ‘excesos’ en la represión (pero sin retroactividad: no serán juzgados los responsables de asesinatos contra el pueblo). Las eventuales elecciones (a realizarse 120 días después que se elija el Tribunal Electoral todavía no nominado) se terminarían haciendo en abril 2020. Mientras tanto,  el gobierno golpista sigue con su política derechista: alineamiento con Trump y Bolsonaro, reconocimiento del Estado sionista y su capital en Jerusalén, rompió el Unasur para ingresar al grupo Lima, aumento de pensiones de la policía y habilitación de libre exportación al agronegocio santacruceño, etc.


Se discute la presentación del fascista Camacho, candidato de un frente derechista electoral alentado por Bolsonaro y Trump. Significa un desplazamiento del ‘neoliberal’ Mesa, que salió segundo (primera fuerza de la derecha) en las recientes elecciones. Antonio Pumari, del Comité Cívico de Potosí y ex dirigente de la Central Obrera, señaló su alejamiento de Mesa y la posibilidad de encarar fórmula con Camacho. La manipulación imperialista pretende reconstituir el eje reaccionario, golpeado con la derrota electoral de Macri, el arrinconamiento de Piñera por la movilización de masas, etc.


Existe una fuerte confusión en sectores de la vanguardia obrera y de izquierda. Parte de ella considera que no ha sido un golpe sino una ‘revolución’ popular contra la tiranía de Morales, lamentablemente -piensan muchos- usurpada por la derecha.


Confunden movilización de masas con revolución. No analizan el carácter de clase de las movilizaciones. El de Evo Morales era un gobierno nacionalista burgués. Pretendía desarrollar una burguesía ‘chola’ en alianza con oligarquías tradicionales y sectores imperialistas. Como todo movimiento nacionalista burgués se empeñó en cooptar y regimentar las organizaciones de masas. Reprimió las tendencias de lucha obrera-popular. La izquierda revolucionaria debe combatir la política regimentadora y represiva del gobierno nacionalista burgués. Denunciar el abandono de banderas anti-imperialistas con las que coqueteó en el pasado para recibir apoyo de masas y llegar al poder. Constituir una oposición obrera, anti-imperialista, por un gobierno obrero-campesino.


Si una derecha fascistoide, abiertamente proimperialista, intenta un golpe de Estado usando banderas de democracia política formal, no hay que dejarse engañar. El triunfo de un golpe de ese tipo significa un reforzamiento de las medidas represivas, no una mayor democratización. Un mayor alineamiento con el imperialismo, no un avance por la ‘liberación nacional’. Se trata de aplastar ese golpe. Sin apoyar al gobierno, criticándolo por sus inconsecuencias que alienta a la derecha. Reclamando y organizando las masas para derrotarlo (milicias obreras, huelga general, etc.). Denunciando la pusilanimidad del nacionalismo burgués que no moviliza por temor a una irrupción de masas que abra un cauce revolucionario.


La traición de Morales a la lucha antigolpista no significa que se haya transformado ya en un cadáver político. La superación del nacionalismo burgués se dará con la constitución de un partido obrero con una praxis de independencia de clase y estrategia de lucha por el gobierno obrero-campesino. Tarea fundamental: sacar un balance de la crisis del MAS y sentar las bases político-programáticas para su superación.


Hoy, la perspectiva política independiente del proletariado está ausente del panorama político boliviano, enajenado por burocracias sindicales colaboracionistas. El reclamo de un Congreso de bases de la COB para votar un programa independiente y un plan de acción para imponerlo es la bandera para superar la atomización política-sindical de los trabajadores y encarar la lucha por una nueva dirección.