Brasil: campaña electoral desmovilizadora del PT y su frente popular

Lula entregó las calles a Bolsonaro

El 2 de octubre son las elecciones

La mayoría de los analistas políticos considera que el candidato del PT, Lula, resultó perdidoso en el debate televisivo entre candidatos presidenciales. Afirman que estuvieron mejor Bolsonaro y otros candidatos derechistas. Lula, reconocido por ser un gran orador y polemista, estuvo completamente opacado. Y no es que perdió esa virtud, sino que sus planteos no van al grano de la recuperación de las conquistas obreras y de las masas explotadas: la derogación de las “reformas” previsional y laboral reaccionarias, etc., impuestas por el golpista Michel Temer y el fascistoide Jair Bolsonaro.

Su discurso giró en torno al trillado argumento de la lucha contra la corrupción (“reconociendo” incluso la corrupción bajo su propio gobierno) que levantan todos los candidatos. Y loas diversas sobre la democracia y su lucha contra el autoritarismo bolsonarista. Este es el eje de su campaña electoral. Una campaña sin fuerza social movilizada, que busca el apoyo del gran capital nacional e imperialista y renuncia a la movilización por la recuperación de las conquistas perdidas por los trabajadores. Parálisis mediante de las grandes centrales y organizaciones de masas dirigidas por el PT lulista, que “protestaron” pero dejaron pasar sin lucha estos ataques. Es más: Lula ya ha declarado que no piensa derogar estas “reformas”, sino discutir con las cámaras patronales algunos “acuerdos” para morigerarlas. Es decir que le da un derecho al veto a los patrones sobre los reclamos obreros. Y el que tendría el “diálogo” con los capitalistas sería su candidato a vicepresidente Geraldo Alckmin, el derechista que apoyó abiertamente la sanción de las “reformas”.

En una nota anterior señalamos que Bolsonaro había convocado a grandes manifestaciones de masas para el 7 de septiembre, día de la independencia del Brasil que este año conmemoró el 200° aniversario. Frente a ello Lula y el frente popular organizado en torno a su candidatura y al PT, han entregado las calles a la derecha fascistoide. Lula, el PT, la CUT y demás componentes del “frente” frenaron todo intento de movilizarse de bases obreras y populares para no caer… en “provocaciones”. Este abandono de las calles a Bolsonaro y sus bases de provocadores está agravado por la denuncia que hacían, agitando el fantasma de las posibilidades golpistas de Bolsonaro y la derecha.

Las calles quedaron bajo el dominio de las huestes bolsonaristas. Especialmente en Rio de Janeiro y Brasilia donde reunieron en forma provocadora a más de 100 mil seguidores en cada ciudad. Lo hicieron luego de haber encabezado previamente desfiles militares a escasas cuadras de sus concentraciones posteriores.

Lula NO quiso disputar las calles. El poder de convocatoria de la central obrera (CUT), de la estudiantil (UNE), de los sin Techo, de los campesinos y trabajadores agrarios (MST), habría más que decuplicado (por 10) la “movilización” bolsonarista que fue financiada y apuntalada por el agropoder, las iglesias evangelistas y sectores de las fuerzas armadas y represivas. Y eso sí que hubiera sido una fuerte oposición de masas a cualquier intento golpista.

En su lugar, la “estrategia” de los frentepopulistas lulistas consiste en firmar “cartas democráticas” entre las cámaras patronales y las organizaciones obreras. Lo que fue saludado por el “establishment” como un “acuerdo entre el capital y el trabajo”. O ahora una “campaña de apelaciones judiciales” para que Bolsonaro sea sancionado por realizar actos partidarios usando estructuras estatales, en el día de la independencia nacional.

La desmovilización llevada adelante por Lula preanuncia su política concreta en caso de triunfar electoralmente. No quiere alentar para nada la movilización obrera y popular por sus derechos. Será un gobierno de frente popular, es decir de contención y conciliación de clases, de ceder ante las patronales los reclamos de las masas trabajadoras.

Si bien Lula venía manteniendo una preeminencia electoral de unos 10 puntos sobre Bolsonaro, recientes encuestas estarían dando que esa diferencia se ha reducido, cayendo un poco Lula y creciendo en la misma proporción Bolsonaro. Lo interesante es que según los informes de los encuestadores esta variación se estaría dando particularmente entre los sectores más pobres y desprotegidos.

Bolsonaro ha salido con algunos subsidios a los pobres, a los combustibles, etc. Ha logrado que en los últimos dos meses cayera la inflación, mejor dicho que haya deflación (reducción del índice inflacionario). Parte importante de la propaganda electoral de Lula nos habla de la “felicidad” o de que votar por él “no es pecado”. Esto último en “lucha” directa para atraer votos de la iglesia evangélica en forma totalmente despolitizada. En lugar de promover la organización y la lucha independiente de los explotados por sus derechos, Lula se coloca como paladín de “la paz social” y la “unión nacional” entre patrones y obreros.

Y el PSOL -con sus corrientes internas de oposición que se reclaman revolucionarias- lo apoya. Y diversos izquierdistas también, con la excusa que hay que prepararse para “presionar” a un futuro gobierno de Lula para que dé pasos a favor de la clase trabajadora.

Es un botón de muestra decrépito de la vieja “táctica” de formar parte de los frentes populares o de los movimientos nacionalistas burgueses que han subordinado a la izquierda históricamente y la han hecho jugar papeles contrarrevolucionarios.

https://www.prensaobrera.com/internacionales/brasil-las-elecciones-del-2-de-octubre-y-las-cartas-democraticas