Brasil: Crisis y luchas


Los trabajadores brasileños enfrentan el ajuste de Levy-Rousseff.


 


En coincidencia con un nuevo aniversario del Cordobazo argentino, la clase obrera brasileña protagonizó una importante segunda jornada nacional de luchas (convocada por la CUT y Conlutas, entre otras centrales sindicales) el 29 de mayo pasado, contra las medidas de ajuste de Levy-Rousseff. La decisión oficial de descargar la crisis capitalista sobre las espaldas de las masas se cristaliza en suspensiones masivas en la industria y en un crecimiento del desempleo, que en el primer trimestre de 2015 rozó el 8%. Sólo en abril hubo 100 mil despidos. El paquete de ajuste incluye también restricciones al seguro de desempleo, que un acuerdo de la derecha y el PT acaba de imponer en el Senado (el proyecto aprobado dilata los plazos que el trabajador debe permanecer contratado para poder cobrarlo y obliga al beneficiario a realizar cursos profesionales durante el período en que se encuentra desocupado). La burguesía intenta imponer, además, el proyecto de ley de tercerización 4.330, que elimina todas las trabas en la subcontratación laboral.


 


La jornada del 29 incluyó paros, piquetes y protestas en veinte estados brasileños. Se destacan la movilización de 14 mil metalúrgicos en São José dos Campos, los paros en Volkswagen, Ford y Mercedes Benz del ABC paulista, de los choferes de Belo Horizonte, así como de ferroviarios y colectiveros de Porto Alegre. Los sectores más activos de la jornada fueron metalúrgicos, bancarios, petroleros, trabajadores del transporte y docentes, que protagonizan procesos huelguísticos en varios estados (como Paraná y São Paulo). En las protestas participaron también movimientos campesinos y los sin techo. En la ciudad de São Paulo, las protestas fueron reprimidas con balas de goma y gases lacrimógenos, al igual que en Vitória, capital de Espírito Santo.


 


Vagner Freitas, dirigente de la oficialista CUT, denunció que la agenda económica de Rousseff  “es la misma de Aécio Neves” (Clarín, 30/5), el candidato de la derecha que la actual presidenta derrotó en el ballotage. Sin embargo, la CUT resiste la convocatoria a un paro general, actuando como un dique de contención de las masas. Los ánimos están tan encendidos que no puede descartarse que la burocracia de la CUT se vea empujada a algún tipo de paro aislado: “nuestro próximo paso es ir a la huelga general” (ídem), dijo uno de los dirigentes metalúrgicos del ABC.


 


El gobierno del PT y sus acólitos azuzan el fantasma de un golpe para extorsionar a los trabajadores. Pero la derecha y el ajuste anidan en el propio gabinete, como lo prueba el sostenimiento del “chicago boy” Joaquim Levy al frente del ministerio de Economía y la entrega de puestos clave de gobierno al PMDB. A su vez, Rousseff dio por concluido el incidente diplomático por el espionaje de la agencia norteamericana NSA (sobre el gobierno y Petrobras), para procurar una normalización en las relaciones con Estados Unidos. Dilma busca también destrabar un acuerdo de libre comercio con la Unión Europea y establecer acuerdos de complementariedad con México para que la burguesía brasileña se beneficie con la mano de obra barata de aquel país. Esta orientación explica que el grueso de la oposición derechista no se plantee el “impeachment”. “No es un agenda para ahora” (La Nación, 22/5),, dijo Aécio Neves, dejando aislados a los movimientos como Brasil Libre y Revoltados On Line, que propulsan el juicio político. La oposición apuesta a que Rousseff se desgaste en la tarea sucia del ajuste.


 


La crisis y la efervescencia obrera convierten al segundo congreso de Conlutas y al encuentro obrero internacional que esta central impulsa en una oportunidad de fijar un programa obrero frente a la crisis capitalista, en oposición al callejón sin salida de las políticas de rescate del capital.