Brasil: el diferente contenido de la consigna “Fora Bolsonaro”

El 2 de octubre a la calle por un plan de lucha continuado.

Un conjunto de centrales sindicales (CUT, Força Sindical, UGT, CTB, NCST, CSB, CSP-Conlutas, Intersindical), junto a diferentes frentes (Brasil Popular, Pueblo sin Miedo, Fora Bolsonaro) que engloban a 80 organizaciones y partidos políticos, han convocado bajo la consigna “Fora Bolsonaro” a una nueva jornada nacional de movilización. Habrá marchas y actos en más de 200 ciudades.

Esta es la primera vez que Lula, el expresidente de Brasil y dirigente del Partido de los Trabajadores (PT) ha convocado a movilizarse. En las anteriores cinco movilizaciones (a razón de una por mes), ni convocó, ni se movilizó. ¿Irá esta vez? Las centrales sindicales y el PT han anunciado un empeño mayor que en otras movilizaciones. Es que las marchas del próximo 2 serán comparadas con las derechistas que movilizó Bolsonaro el 7 de septiembre último (100 mil en Rio de Janeiro, 125 mil en San Pablo).

Se evidencia un empeño por el lado de los partidos y organizaciones que se reclaman de la izquierda clasista. No hay, por el lado de las direcciones burocráticas del movimiento obrero, evidencias de organizar la participación masiva de este (asambleas, etc.).
La causa fundamental de este desempeño restringido, es que las burocracias sindicales y los partidos de la oposición burguesa y centroizquierdista, temen abrir un canal por donde irrumpa la bronca acumulada en la masa explotada por sus reivindicaciones. Por eso tratan de que sean movilizaciones controladas, que vayan desgastando y desangrando al gobierno antiobrero y fascistoide de Bolsonaro, pero que no abran situaciones de explosión social, como en Bolivia, Colombia, Chile, etc.

Desnaturalización

La consigna “Fora Bolsonaro” ha sido desnaturalizada por el PT de Lula, el PSOL centroizquierdista y las direcciones burocráticas de las centrales obreras y populares.

Esta consigna planteaba que como elemento unificador y centralizador de toda la resistencia popular, una huelga general terminara derribando a Bolsonaro y todo su régimen antiobrero, entreguista y reaccionario.

Para ello, es necesario apuntalar la movilización obrera y popular en defensa de sus derechos atacados por el régimen bolsonarista (gobierno que ejecuta, parlamento que vota estas medidas reaccionarias, justicia que defiende su aplicación y se ensaña contra los luchadores populares, fuerzas represivas que sostienen este edificio).

En lugar de enfrentar el decreto (PEC 32) que viola los derechos y estabilidad laboral de los trabajadores estatales, la burocracia sindical sabotea e impide una lucha enérgica y conjunta, con el apoyo activo de todo el movimiento obrero, pese a que para eso se crearon las centrales sindicales. Se limita a plantear que si Lula y el PT ganan las elecciones presidenciales de octubre del 2022, estos derechos tratarán de ser restituidos. “Hay elecciones 2022” es la justificación burocrática-centroizquierdista para no encarar una lucha frontal en defensa de los derechos y condiciones de vida de las masas trabajadoras y explotadas. Se subordina toda la resistencia al proceso electoral dentro de un año. Así se dejó pasar todas las “reformas” antipopulares, la masacre sanitaria por la política reaccionaria de Bolsonaro frente a la pandemia del Covid, la expulsión de las comunidades indígenas de sus tierras para entregárselas al agropower, el fuerte deterioro social y la creciente carestía, etc., sin centralizar esas luchas, sin organizar la movilización masiva de los trabajadores, llamando a “aguantar” hasta las elecciones.

Frente a la creciente tensión social el “Fora Bolsonaro” no solo fue encarado en términos dilatorios-electoralistas, sino que se ha agregado un carácter institucionalista: eventualmente remover al presidente Bolsonaro a través del “impeachment”, de un juicio político ejecutado por el parlamento. Estamos hablando incluso de un parlamento con mayoría derechista que ha acompañado prácticamente la sanción de todas las propuestas antiobreras y entreguistas promovidas por el Poder Ejecutivo. Es de destacar que hay ¡130! pedidos de juicio político a Bolsonaro presentados durante los últimos 3 años que han sido prolijamente cajoneados. Por otra parte, una eventual destitución del presidente Bolsonaro producto del “impeachment” dejaría en pie al régimen que de conjunto llevó esas medidas adelante. En lugar de Bolsonaro asumiría el vicepresidente, general Hamilton Mourao. Y si este también fuese destituido, su lugar sería ocupado por los presidentes de las cámaras parlamentarias. Sería un cambio gatopardista, cambiar de figura presidencial para mantener en pie al régimen antiobrero y entreguista y las conquistas reaccionarias que este logró imponer.

Se coloca así un “cordón de seguridad” para que las movilizaciones populares no devengan en una lucha que derribe revolucionariamente a Bolsonaro y su régimen. Se subordina la lucha de las masas al electoralismo y/o a la presión para que el parlamento lleve adelante el juicio político al presidente.

En una carta publicada por las centrales sindicales se afirma esto nítidamente: “es urgente que el Congreso Nacional escuche el clamor popular y acepte la apertura de un juicio político para que Bolsonaro sea destituido y sus crímenes investigados”.

Derribar el régimen reaccionario

Es importante que la vanguardia obrera y la izquierda que se reclama revolucionaria tenga esto en claro y lo explique a las masas: es necesario derribar por la movilización de masas a Bolsonaro y su régimen corrupto y reaccionario.

Se plantea enfrentar y derrotar los ataques antiobreros y antipopulares del gobierno. La PEC 32 debe ser archivada definitivamente en defensa de la estabilidad laboral y las conquistas de los trabajadores estatales. Para ello es necesario profundizar la movilización: desarrollar un plan de lucha continuado y no solo medidas aisladas y espaciadas. A través de un plan de lucha con paros y manifestaciones crecientes culminar con la huelga general que quiebre los ataques contra las masas, imponga los reclamos populares y termine con Bolsonaro, Mourao y su régimen.

No se podrá terminar revolucionariamente con Bolsonaro sin encarar en forma decidida, a través de una lucha consecuente, la defensa de los derechos y los reclamos de las masas.

Para ello, es fundamental recuperar las centrales y organizaciones obreras y populares para que cumplan con el rol histórico con el que fueron creadas: defender las condiciones de vida de las masas, desarrollando la lucha de la clase obrera contra las clases explotadoras. Y no como hoy, que los sindicatos están subordinados políticamente al Estado burgués, a la clase patronal y a las corrientes políticas que las representan y defienden.

Es fundamental también la lucha por congresos de bases en las centrales y organizaciones obreras y populares, donde sea el movimiento obrero el que discuta y pronuncie, en un debate democrático (asambleas, etc.) sobre el curso a seguir. Y vote la necesidad de un plan de lucha y la huelga general para hacer realidad el “Fora Bolsonaro, Mourao y el régimen reaccionario”.

El 2 de octubre en la calle, en las manifestaciones que recorrerán todo Brasil, están en juego las dos estrategias diferenciadas del “Fora Bolsonaro”. Un polo del movimiento obrero combativo y la izquierda que se reclama revolucionaria sería un gran factor de centralización de esta lucha histórica.