Brasil: impeachment o plan de lucha

El “Fora Bolsonaro” es hoy, no en las elecciones del 2022.

Nuevamente, el sábado 3, decenas de miles se manifestaron en todo Brasil, bajo la consigna general de “¡Fora Bolsonaro!”.

Esta es la tercera marcha en menos de dos meses (29 de mayo, 19 de junio, 3 de julio). Aunque no hay datos totales es visible que fue aumentando la cantidad de manifestantes. Se pasó de 200 a unas 400 ciudades donde se realizaron las marchas. Un compañero de Política Revolucionaria nos escribió relatando que en Rio de Janeiro fueron unas 40 mil a la primera, 50 mil a la segunda y 80 mil a esta última. Y que el 80% de los manifestantes eran independientes, no encuadrados en ninguna organización.

Junto al “Fuera Bolsonaro!” las consignas centrales fueron el repudio a la política de negligencia criminal y corrupta del gobierno frente a la pandemia que ya lleva más de medio millón de víctimas fatales, el reclamo de vacunas YA!, la devolución del subsidio de 600 reales para los desocupados y otros. ¡Una protesta contra la catástrofe sanitaria y el incremento del hambre y la miseria popular, que tienen como causantes directos no solo a la crisis capitalista, sino al agravamiento de esta por la (in)acción de Bolsonaro!

La tercera marcha había sido anunciada para el 24 de julio. Pero las denuncias hechas por altos funcionarios, de que las vacunas no estaban autorizadas (Covinax) y demoraban su llegada, porque ministros estaban negociando con laboratorios y tercerizaciones los sobornos que iban a cobrar (se habló de un dólar por vacuna en una compra de 400 millones de unidades) a cambio de fuertes sobreprecios (1.000%), produjeron una ola de indignación popular y obligó a los organizadores a adelantar la jornada nacional del 24 al 3 de julio.

Bolsonaro no tuvo más remedio que hacer “renunciar” al director de Logística, Roberto Darias, del ministerio de salud. Pero en este negociado está directamente implicado el propio Bolsonaro que fue advertido hace meses y no hizo nada al respecto.

A esto se han sumado otros escándalos como el que llevó a la renuncia de Ricardo Salles, ministro de Medio Ambiente, al que se viene denunciando como cómplice de los incendios de bosques y tierras para aprovechar la tala de arboles y extender la frontera del agronegocio. Se han verificado contrabandos en la exportación ilegal de madera, etc.

El 30 de junio, hizo entrada en el parlamento un pedido de juicio político (impeachment) firmado por 121 diputados de un amplio arco de diversos partidos con mayoría de centroizquierdistas pero también de algunos derechistas.

Radicalización y contención

Las marchas contra Bolsonaro que hemos reseñado fueron convocadas por un Plenario Nacional de Organización de Luchas Populares de la Campaña ‘Fora Bolsonaro’. El mismo está integrado por las centrales sindicales (CUT, etc), el Movimiento Sin Tierra (MST), la Unión Nacional de Estudiantes, el Frente Pueblo sin Miedo, el PT, el PSOL y numerosísimas organizaciones que se reclaman de la lucha popular.

Este amplio espectro indica una fuerza y una debilidad. Bien que las centrales sindicales integran el “Plenario”, este reemplaza la ausencia de la organización de un plan de lucha de los trabajadores por parte de la CUT. Un plan de paros y piquetes de la clase obrera y, junto a las otras centrales de masas (campesinos, estudiantes, etc.), en marcha hacia una huelga general, pondría “a la orden del día” la consigna del “Fora Bolsonaro”.

La parálisis de las centrales obreras se encubre con las marchas “mensuales” de las jornadas nacionales de lucha. Esto se debe a que dichas centrales están subordinadas políticamente a Lula y el PT, que han planteado su oposición al derrocamiento de Bolsonaro a través de la movilización de masas. Permiten, así, no organizando una resistencia con medidas de acción directa de los trabajadores, el avance reaccionario en todos los planos. Para el ex presidente Lula, Bolsonaro será echado derrotándolo electoralmente en octubre del 2022.

Las movilizaciones populares bien que indican una radicalización de sectores de vanguardia, tienen -por parte de Lula y el PT- el objetivo de servir de rueda auxiliar para ir “desgastando” a Bolsonaro y ganarle las elecciones de fines del próximo año. Por otra parte, se proponen canalizar estas movilizaciones subordinándolas, como punto de apoyo a las maniobras parlamentarias por el impeachment.

Luchar o no contra los ataques de Bolsonaro

Pero no se trata de diferentes “estrategias”. Lo que está planteado es si se enfrenta realmente los ataques del gobierno o se subordina todo a ganarle en las elecciones dentro de año y medio. Con el planteo de que “hay elecciones en el 2022”, estas direcciones están dejando pasar las medidas antiobreras y entreguistas del gobierno. Bolsonaro viene de hacer aprobar en el parlamento privatizaciones ruines en las estratégicas Petrobras y Electrobas. Y en el curso de los próximos días se prepara para hacer votar la privatización de la empresa estatal de Correos. Hace un año los trabajadores del Correo fueron a una huelga general por tiempo indeterminado que se extendió por más de un mes, contra despidos y la violación del convenio colectivo de trabajo. Denunciaron que el objetivo de la reducción de salarios y conquistas obreras, era un prerrequisito para hacer más rentable y apetecible para los monopolios la privatización de la empresa de Correos. En la fila ya están anotados Amazon, Mercado Libre, etc. La CUT y demás centrales sindicales dejaron desangrar esta fuerte lucha obrera: no convocaron a un paro u otras medidas efectivas por el triunfo de la huelga de los trabajadores postales. Ahora llegó la hora de la privatización. La CUT va por el mismo camino, dejar que Bolsonaro use la mayoría que armó en el parlamento para aprobar (con la “oposición” centroizquierdista) esta privatización. Lula –como consuelo- ha dicho que en caso de ganar las elecciones del 2022 y asumir el gobierno “muchas cosas serán revisadas”.

Ya en el pasado reciente, la CUT y las centrales de masas han dejado pasar la antiobrera “reforma previsional”. Y el gobierno en su agenda tiene anunciados nuevos pasos reaccionarios: una reforma tributaria propatronal, el ataque a los empleados públicos quitándoles la conquista de la estabilidad laboral, etc. ¿Dejar pasar –“bajo protesta” estas agresiones esperando las elecciones de fines del 2022 o encarar la lucha hoy, en forma real, para derrotarlas AHORA?

Valery Arcadi, dirigente de la agrupación “Resistencia” dentro del PSOL, que está en la línea electoralista para el 2022, señaló en una nota (reproducida por Resumen Latinoamericano) que las jornadas de lucha como las de este último 3 de julio son útiles “porque tranquiliza y ayuda a levantar la moral de la militancia de izquierda”. Pero de lo que se trata es de derrotar los ataques bolsonaristas en marcha y recuperar las conquistas que se han impuesto contra las masas trabajadoras. Para ello, hace falta romper la subordinación de las organizaciones obreras y de los explotados a la política conciliadora y electoralista. Organizando no solo una rutina de marchas mensuales, sino un plan de lucha creciente de paros, piquetes y movilizaciones hacia la huelga general.

Impeachment o plan de lucha y huelga

El impeachment plantea solo el juicio político a Bolsonaro. De concretarse y ser destituido, significaría el ascenso del vicepresidente, el general Hamilton Mourao. No se trata solo de Bolsonaro, hay que salirle al paso a que su eventual caída sea reemplazada por un general y manteniendo en pie todo el régimen reaccionario que hace posible esta política antiobrera, entreguista y represiva.

Pero… ¿es viable el impeachment? El presidente del parlamento, Arthur Lira, ha declarado que el “super” pedido en tal sentido de 121 legisladores es inviable, que no se va a tratar. Primero porque hay más de 100 pedidos de juicio político anteriores, que deberían ser analizados previamente. Segundo, porque ante las denuncias contra la política de Bolsonaro frente a la pandemia se ha constituido una “comisión” (CPI) encargada de investigar estas. Y hasta que este CPI no se pronuncie no se podrá habilitar los debates por el pedido de juicio político. Como alguna vez dijera Perón respecto al parlamento argentino, si un gobierno quiere que un tema no avance debe constituir una “comisión” para estudiarlo (y empantanarlo). Mientras Lira prepara las sesiones para aprobar las privatizaciones, reformas tributarias, etc.

La mayoría parlamentaria sigue sosteniendo con su voto las políticas reaccionarias de Bolsonaro. Para superar esta situación, el dirigente del centroizquierdista PSOL plantea presionar al parlamento con las jornadas nacionales de lucha, para “abrir brechas en los partidos de la clase dirigente”. Para Arcady, “un sector de los grandes capitalistas ya está en posición de oposición. Pero la masa de la burguesía sigue apoyando a Bolsonaro”. El rol de las movilizaciones populares de las jornadas de lucha estaría en esta perspectiva de la “lucha” dentro del parlamento por “cambiar la correlación de fuerzas” a favor del impeachment.

Lógicamente, el proyecto de impeachment presentado por el frente de los 121 legisladores se maneja en términos estrictamente constitucionalistas: no incorpora los problemas de las masas explotadas (devolución de los 600 reales como subsidio frente a la pandemia, derogación de la reforma previsional, etc.) que son los que pueden motorizar la movilización obrera y popular. La “campaña” por el impeachment así encarada es un camino impotente, armado con la perspectiva del “desgaste” de Bolsonaro hacia las elecciones 2022. El impeachment aparece para la gran burguesía como un “plan B”, para usar en caso de que la radicalización de las masas dé lugar a una potente irrupción popular, como viene sucediendo en América Latina (Chile, Colombia, etc.).

Es necesario un plan de Lucha hoy, apelando a todos los medios, pero con centro en la acción directa de los trabajadores hacia la huelga general para imponer las reivindicaciones de las masas, rechazar los ataques reaccionarios (privatizaciones, etc.) y hacer realidad el “Fora Bolsonaro, Mourao y su régimen corrupto”.

La centroizquierda en el electoralismo y el Frente Amplio

El PSOL está plenamente embarcado en esta perspectiva electoralista. Apoya la política de Lula y el PT de constituir un Frente Amplio, como llaman al frente popular de conciliación de clases, con otros partidos burgueses, algunos de clara trayectoria derechista (Fernando Henrique Cardoso, etc.). La mayoría de su dirección está subordinada al apoyo a la candidatura de Lula y a la política frenadora del PT. Están “negociando” el apoyo directo a Lula presidente por el apoyo a la candidatura de Guilherme Boulos para la gobernación de San Pablo y otras. Marcelo Freixo, el referente en Rio de Janeiro, ha roto con el PSOL emigrando hacia la derecha.

Pero… la llamada izquierda del PSOL -con mediaciones- tiene una política electoralista similar. Plantea no el apoyo directo a la candidatura de Lula, sino la presentación de una candidatura independiente del PSOL en la primera vuelta. En la segunda apoyarían eventualmente la candidatura lulista.

Si alguna vez el PSOL (partido constituido hace una década y media con una ruptura del PT) pareció tener algún aspecto progresivo respecto al PT, hoy está totalmente subordinado a él. Como partido no tiene ninguna intervención de movilización respecto a la lucha de masas. Ni siquiera su vida democrática (bandera usada para romper con el PT en su momento) es tal: las candidaturas son impuestas con maniobras del bloque mayoritario.

La izquierda del PSOL ha formado un Movemento de Esquerda Radical (MER) constituido por una decena de agrupamientos del PSOL, con el apoyo de un millar de firmas de dirigentes y afiliados. El punto de acuerdo es promover la candidatura “independiente” del PSOL en torno a la figura del diputado Glauber Braga. Un político que no viene del PT sino de otro partido burgués y que no tiene ningún historial de lucha, como se espera de un dirigente de izquierda. Así es como ha obtenido el apoyo de dirigentes antiobreros del PSOL, como Luiza Erundina, ex alcaldesa de San Pablo, recordada por su represión a la lucha de los trabajadores. La plataforma “principista” no pasa de una serie de generalidades que, de todas maneras, indican el carácter inocuo, lejanísimo de cualquiera planteo socialista o revolucionario. La necesidad de una drástica reforma agraria que avance sobre la propiedad de las oligarquías del agropower, es reemplazada por la “garantía de una amplia demarcación de las tierras indígenas”. El control obrero necesario para impedir el sabotaje capitalista en las empresas estatales es reemplazado por… “el control popular absoluto, a través del Estado”. Por supuesto, que la plataforma se coloca bajo la perspectiva estratégica de “un gobierno popular” (¿de Lula?), no de un gobierno de trabajadores de la ciudad y el campo.

Lamentablemente en este frente están integradas algunas corrientes (MST, IS) que constituyen en la Argentina, un frente de independencia de clase, el FIT-U, con el PO. También la organización hermana del MAS (SOB) forma parte, entusiastamente, del MER. Este último reconoce que el PSOL avanza cada día más hacia la derecha y que se ha integrado al régimen. Pero… espera que la irrupción de la lucha de las masas lo haga retornar a una posición independiente y luchadora. Aunque cree que esto es difícil, quiere tragar la cicuta de la colaboración de clases hasta la última gota. Este tipo de frentes de la izquierda dentro del PSOL se constituyen cada vez que se acercan las elecciones. Para las elecciones municipales del año pasado también se formó un “bloque” de estas izquierdas, con el propósito de negociar en mejores condiciones candidaturas dentro del PSOL. Rápidamente se disolvió cerradas estas. Es hora de que la izquierda brasilera saque un balance.

Organizar en forma independiente

Romper la subordinación de las centrales obreras y organizaciones de masas a los frentes con partidos burgueses es fundamental. Para ello hay que impulsar congresos de delegados y asambleas fabriles que levantan este reclamo y la necesidad de un petitorio y un plan de lucha nacional hacia la huelga general.

Impulsar, organizar y participar con esta perspectiva en las jornadas nacionales de movilización (¿se hará la anunciada para el 24 de julio?). Un paso adelante, que ayudaría a organizar al activismo combativo que está disperso, para masificar y profundizar esta jornada de movilización, sería la de convocar en cada ciudad, sindicato, fabrica o barrio a la formación de comités de acción unitarios para impulsar, en forma independiente, la movilización de las masas explotadas.

https://prensaobrera.com/internacionales/consulta-popular-en-mexico-hay-que-juzgar-y-castigar-a-todo-el-regimen-semicolonial/