Internacionales

22/10/2021

Brasil: la lucha contra la entrega es parte del combate contra Bolsonaro y su régimen

Sobre Petrobras.

Petrobras, la segunda empresa en el mundo en extracción de petróleo que opera en el océano (según estudios de la Sciencie Advance), está en la mira del ministro de economía Paulo Guedes como el próximo objetivo de privatización.

Quieren vender Petrobras, pero esto es maquillado con un discurso mentiroso que tiene la propuesta de confundir: el gobierno dice que quiere vender acciones de Petrobras para distribuir entre los más pobres. Estas afirmaciones fueron hechas por el propio ministro Guedes después de una reunión del ministro con el FMI (diario O Globo, 14/10).

Del gobierno Bolsonaro no podemos esperar más de que eso: cinismo y bajeza. Privatizan los Correos, atacan la estabilidad de los funcionarios públicos, privatizan el agua y quieren ir por el petróleo.

Los pozos en Brasil

Para que se entienda en Argentina: los pozos petrolíferos en Brasil están en el mar, la extracción se realiza en bases que están instaladas en diferentes puntos llamados “plataformas submarinas”. El 80% de estas plataformas se encuentra en el Estado de Rio de Janeiro, en una región que se conoce con el nombre de “Bacia de Campos” y es la principal región petrolera desde 1976.

La producción subió con el descubrimiento de los pozos en la región conocidos como “Pré Sal”, de 41 mil barriles de petróleo por día en 2010, pasando por un millón y medio en 2018, a los actuales dos millones de barriles diarios (datos oficiales de la empresa).

Historia de la privatización

La narrativa de la venta de Petrobras que hace el petismo, a través de su presidenta Gleisi Hoffmann, es que después del proceso (en 2014) conocido como “Lava jato”, dirigido por el juez Sergio Moro, que acabó condenando a Lula por corrupción y culminó en el golpe contra Dilma Rousseff (2016), se desencadenó una política neoliberal en Brasil que comienza en el gobierno de Michel Temer (2017) y que culmina con la instalación del gobierno Jair Bolsonaro (2019).

Esta narrativa no coincide exactamente con la realidad, porque la venta de Petrobras ocurre desde el gobierno de Fernando Henrique Cardoso (que precedió al de Lula), cuando la empresa sufrió cuatro “leilões” (venta por licitación). Y siguió con el primer gobierno de Lula, con cinco licitaciones. Es interrumpido por el descubrimiento del “Pré Sal” y continúa en el gobierno de Dilma, con cuatro. De ahí salta en el gobierno Temer a ocho licitaciones (fuente: agencia de noticias EPBR).

Es real, al mismo tiempo, decir que el “Lava Jato” fue un proyecto manipulado desde EE.UU para derribar el gobierno Dilma que estaba haciendo una venta más lenta que la que la burguesía deseaba.

Es oportuno recordar una frase de Lula dicha en una conferencia en Alemania, inmediatamente después de haber salido de la cárcel, donde afirma que “a los pobres se los puede apaciguar con limosnas, pero la ambición de la elite es descomunal, si no es saciada ella te hace un golpe”.

La versión de Ildo Sauer sobre lo que pasó en el gobierno petista

Ilso Sauer fue director de Gas y Energía de Petrobras entre 2003 y 2007, período que cubrió el primer mandato del presidente Lula y el inicio del segundo, en el cual –dice- él tenía la expectativa de amplias mudanzas en el área de energía y petróleo. Sauer afirma que sentía orgullo de haber participado de las decisiones que llevaron al descubrimiento de los pozos del “Pré-Sal”. Pero se frustró al constatar que, al revés de la reforma que él y el físico Pinguelli Rosa propusieron a pedido del propio Lula, el gobierno tomó medidas que fortalecían a los agentes privados, en detrimento de las empresas públicas y de los intereses de la economía brasilera. En las páginas de su entrevista “El acto más entreguista de la historia fue la venta de petróleo para Eike” (publicado en la revista Adusp, en 2011), Sauer hace contundentes ataques a las políticas de energía del gobierno petista, destacando la continuidad del modelo del sector eléctrico heredado de Cardoso y — en especial — la realización de la licitación de “áreas de risco” del “Pré-Sal” que acabaron por ser rematadas para Eike Batista y su OGX, haciendo de ese empresario uno de los hombres más ricos del mundo. Sauer no mide palabras al opinar sobre lo que ocurrió: “el acto más entreguista de la historia brasilera, en términos económicos. Peor, fue uno de los procesos de acumulación primitiva más extraordinario de la historia del capitalismo mundial. Alguien sale de la nada y en tres años tiene una fortuna de billones de dólares”.

Pero detrás del Lava Jato había una feroz lucha intermonopólica por el destino de las privatizaciones de Petrobras y otras entregas nacionales. Eike Batista perdió su fortuna y terminó en la cárcel. Dilma fue volteada por un golpe.

El gobierno de Dilma

Durante el gobierno Dilma, Petrobras fue igualmente cortada en pedazos y lo que sería la parte más seductora que estaría representada por el “Pré Sal”, fue parcialmente vendida.

La venta de parte del “Pré Sal”, exactamente del área conocida como “Libra”, fue en su momento motivo de escándalo y parte de la bancada del PT que se reivindica de izquierda, como es el caso de Lindebergh Faria, llegó a decir, en la época, que “no creamos el partido de los trabajadores para este tipo de proyectos”.

Una de las conclusiones que podemos sacar observando estos episodios es que la burguesía nacional puede presentarse de forma ambiciosa, grosera y violenta como es el caso de Bolsonaro o Macri, o puede también mostrarse de forma más “tímida” (demagógica), pero igualmente servil, como es el caso del gobierno petista. Cada gobierno defiende, a su manera, los intereses de diversos grupos capitalistas nacionales e imperialistas contra el patrimonio nacional. Lo mismo vimos con el gobierno peronista de Cristina Kirchner en Argentina, en relación a la privatización de la YPF.

Otros escándalos: los gobiernos de Temer y Bolsonaro

Cuando Temer ocupa la presidencia -recordemos que era vicepresidente del gobierno PT- toda la política de energía asume un papel mucho más nítidamente neo liberal. Bolsonaro es una continuidad de esa política.

Bolsonaro, en febrero de 2021, dio su propio golpe en Petrobras al retirar el presidente de la empresa, Roberto Castello Branco, y colocar al general de la reserva Joaquim Silva e Luna en el comando. Esto hizo que las acciones cayesen vertiginosamente. En poco tiempo, la empresa perdió en la Bolsa 100 mil millones de reales (elpais.com.br).

Bolsonaro llega al colmo de la corrupción, al haber negociado valores que no llegaron a los cofres del gobierno. El presidente de la Cámara de Diputados, Arthur Lira, denunció que de la venta del gasoducto de 90 mil millones nada entró para la economía brasilera.

El gobierno Bolsonaro va a ser recordado en la historia como el mayor vendedor del “Pré Sal”; ellos prepararon un super plan de ventas, pero fracasó y consiguieron apenas vender 30% de lo que esperaba.

El presente

Los líderes del gobierno están empantanados en el medio de una crisis hídrica, eléctrica y de un alza de precios de los combustibles, relacionada con una desvalorización de la moneda, lo que hace aumentar el precio del barril de petróleo cotizado en dólares en el marco de una disparada de precios internacional de los hidrocarburos.

Bolsonaro y su vicepresidente Hamilton Mourão, el jueves 14, en entrevista a la radio Novas de Paz de Pernambuco, acusaron de forma apócrifa a Petrobras de que los aumentos de precios de los combustibles en Brasil (motor del crecimiento inflacionario) se deben a que la empresa estatal está monopolizando el sector de energía. Durante este último mes iniciaron una campaña defendiendo la entrega-venta total de la empresa.

Lo que nos aguarda

Las masas están paralizadas en Brasil porque, por un lado, el desempleo y la falta de perspectivas las atomiza, y por otro –y fundamentalmente- porque las centrales sindicales y algunos partidos que se reclaman de izquierda (PSOL y las corrientes “internas” que allí actúan) están subordinados al PT y a la constitución de un “frente amplio” con la “oposición” burguesa y sabotean la organización de la movilización obrera y popular. Pretenden oponerse a los planes de Bolsonaro, votando a Lula en las elecciones del 2022. O por vía parlamentaria, donde el bolsonarismo y la oposición burguesa, igualmente entreguista, tienen sobrada mayoría.

Lo único realista es organizar e impulsar la resistencia y movilización huelguística de las masas trabajadoras contra estos ataques a sus condiciones de vida y de entrega nacional.

Existieron este año, hasta el presente, seis movilizaciones contra el gobierno Bolsonaro, pero estas fueron espaciadas y apaciguadas. No son parte de un plan de lucha que marche hacia una huelga general para derrotar efectivamente los ataques del régimen bolsonarista.

El proyecto de frente amplio defendido por el petismo y la izquierda oportunista es lo que sustenta la falta de voluntad política de enfrentar con la movilización de masas a Bolsonaro.

Lo que tenemos que hacer

La izquierda que se reconoce marxista tiene que denunciar las privatizaciones de los correos, de Petrobras y los ataques como la PEC 32 (proyecto de ley contra las conquistas de los trabajadores estatales que ya votó la Cámara de Diputados y que se aprestan a votar los senadores) y reclamar a las centrales sindicales la necesidad de un plan de lucha de paros y movilizaciones hacia la huelga general. Petrobras “no será nuestra” mientras esté dirigida por los gobiernos burgueses. Es necesario la gestión y el control obrero de Petrobras y la nacionalización de todo el sistema energético bajo control de los trabajadores.

El embrión de un polo socialista y revolucionario que se está gestando en Brasil tiene que tomar para sí estas banderas.