Brasil: Los coimeros deciden el cambio de gabinete de Lula

La Bolsa brasileña festejó con una “notable” recuperación el anuncio de la renuncia del jefe de Gabinete y mano derecha de Lula, José Dirceu. Al día siguiente el ministro de economía, Antonio Palocci, anunció con bombos y platillos un “ambicioso plan de desgravaciones impositivas” que implican subsidios por 625 millones de dólares para “empresas exportadoras e inmobiliarias” (Ambito Financiero 16/6). El propio ministro había sonado como reemplazante del caído en desgracia Dirceu; algo que si no se concretó fue para “no sembrar dudas sobre la continuidad de la política económica”(La Nación, 17/6). Con estos datos y teniendo en cuenta, además, que Palocci es uno de los ministros involucrados, por el diputado que detonó el escándalo, en el festival de sobresueldos y coimas, la conclusión es que los coimeros son los que manipularon el cambio de gabinete.


El asunto tiene su lógica porque el régimen de la compra de diputados, chanchuyos y negociados tiene como base al capital financiero, que hizo sus delicias con el gobierno del partido llamado “dos trabalhadores”. Por eso mismo, días atrás, “una reunión de los principales banqueros del país y la oposición” (El País 17/6), identificada con el gobierno anterior de Fernando Henrique Cardoso, acordó que las denuncias de corrupción debían ser controladas, para no “afectar a la economía”. “Los inversores no tienen claro” cuál es el rumbo abierto con los recientes acontecimientos, agrega el inglés Financial Times. Consultoras empresarias de “primera línea” hicieron circular un informe que llamaba a tomar nota de que el “impeachment” (juicio político) al ex presidente Collor de Mello comenzó también con las denuncias sobre corrupción e indicaba que podrían comenzar a valorizarse las acciones del actual intendente paulista —José Serra—, delfín de Cardoso y que ya está alistado en las gateras de la carrera de la sucesión presidencial (las elecciones son el año entrante).


Entre la burocracia petista la situación es de “implosión”. Una parte de la bancada parlamentaria desobedeció la orden de bloquear la formación de una “comisión investigadora” sobre estas fechorías en el Parlamento. Otra parte de la cúpula habría hecho fracasar el pedido de Lula de que renuncie el tesorero del partido, encargado de distribuir las suculentas coimas en cuestión. La Nación informa de la perspectiva de un gobierno Lula cada vez “más distante” de su propio partido. La descomposición del PT y su gobierno fondomonetarista se impone a sus protagonistas y sigue la ruta de las controversias en el propio frente patronal: Dirceu es un hombre afín a la gran burguesía y los monopolios que reclaman una mayor dosis de “devaluación” y protección frente al desmadre de los negocios financieros. Se abre una nueva etapa en Brasil. La descomposición del régimen petista estimulará el debate en la vanguardia y va a replantear los términos de una política propia de los trabajadores. ¿Los progresistas y la “izquierda unida” nativa seguirán diciendo que el modelo de frentismo y unidad es el PT? Hay que dejarse de jorobar.