Bulgaria: La rebelión popular acorrala a otro gobierno

Las masas búlgaras se aprestan a liquidar el segundo gobierno en menos de un año. Luego de la ola de protestas que en febrero pusiera fin al gobierno derechista de Borisov, ahora se encuentra contras las cuerdas, por la movilización popular, la gestión de Plamen Oresharski, designado primer ministro por los socialistas.


Una situación dramática


Bulgaria es el país más pobre de la Unión Europea, a la que ingresó junto a Rumania en 2007. Con una población que roza los 8 millones de habitantes, 1,6 millones viven por debajo del umbral de pobreza y el 52% de los trabajadores gana 160 euros, mientras los precios de muchos alimentos igualan o superan al de otros países europeos. La desocupación trepa al 12% y los precios prohibitivos de la energía hacen que abunden los hogares con una sola bombilla de luz o sin calefacción frente al crudo invierno. Alemania estudia endurecer los controles al ingreso de los miles de búlgaros que son introducidos en ese país por mafias especializadas en el tráfico humano.


En la base de este retroceso dramático de las condiciones de vida se encuentra el proceso de restauración burguesa. El Partido Socialista Búlgaro, donde se reciclaron ex comunistas y socialdemócratas, ha sido vehículo de este proceso al encabezar la primera oleada de privatizaciones de empresas en 1996 (cuando aún apenas el 3% de los activos estatales se encontraba privatizado). La derecha continuó la tarea más tarde e incluso incorporó el país a la Otan. Miles de agentes secretos de la era estalinista se reciclaron, a su vez, en todo tipo de actividades criminales, incluyendo a un sector que hizo fortunas por medio del contrabando durante el periodo de embargo de la ONU a la ex Yugoslavia.


Bulgaria es un país estratégico en materia petrolera y gasífera. En el marco de la disputa entre la UE y Rusia por el abastecimiento del mercado europeo, dos de los principales proyectos refieren al país. Como un modo de reducir la dependencia rusa de energía, la UE diseñó el proyecto Nabucco (finalmente sustituido por un gasoducto transadriático) para transportar gas desde Azerbaiyán hasta Austria -vía Turquía y Bulgaria. Al mismo tiempo, los rusos impulsaron el South Stream, que emplea a Bulgaria como país de tránsito del gas ruso (que llega vía Mar Negro) hacia Italia y Austria (Expansión, 26/6).


Dos rebeliones


Un aumento en las tarifas de electricidad en febrero actuó como el desencadenante de una sostenida movilización popular, que al cabo de algunas semanas puso fin al gobierno de Borisov. Su partido, el centroderechista GERB (Ciudadanos para el Desarrollo Europeo de Bulgaria), logró ganar nuevamente las elecciones, pero cayendo ocho puntos con respecto a las elecciones parlamentarias de 2009. Al no conseguir formar gobierno, una coalición del Partido Socialista (que creció nueve puntos) y el Movimiento por los Derechos y las Libertades (DPS, partido de la minoría turca) coronó como primer ministro a Plamen Oresharski, ministro de economía entre 2005 y 2009 y aplicador serial de los planes del FMI -una especie de Mario Monti búlgaro.


No habían pasado tres semanas de la conformación del nuevo gobierno cuando las masas volvieron a salir a la calle. Esta vez el detonante fue la designación de un polémico empresario de medios como jefe de los servicios secretos. El repudio a la corrupción, la represión, y el entrelazamiento del poder político con las mafias es uno de los datos sobresalientes de la presente rebelión. El 23 de julio, miles de manifestantes rodearon el Parlamento (con sede en la capital Sofía) y lo ocuparon, forzando un levantamiento de las sesiones al grito de "¡Renuncien!". Las protestas llevan más de cuarenta días. El GERB y las federaciones sindicales plantean elecciones anticipadas como un modo de descomprimir la tensión social.


En una región donde también han caído otros gobiernos como resultado de la movilización popular (Grecia), la sublevación de las masas búlgaras opera bajo una enorme desesperación (el 72 por ciento de la población califica a la situación económica como "insoportable"). La reconstrucción de una conciencia socialista en su fuerte proletariado es fundamental para abrir una perspectiva política a todas las capas explotadas.