Helsinki

Bush-Gorbachov desenfundan

Contra los pueblos árabes y la clase obrera mundial

A medida que transcurren los acontecimientos queda cada vez más claro que lo que detonó en el golfo Pérsico es una crisis de alcances mundiales. La reunión que protagonizarán Bush y Gorbachov en Helsinki pretende fijar el cuadro y los objetivos de la acción del imperialismo y la burocracia frente a esa crisis de envergadura planetaria.

¿Qué van a discutir?

Como primera cuestión, seguramente, los objetivos políticos del ataque a Irak. Lo que está claro es que los yanquis se proponen un reordenamiento general de la situación del Medio Oriente lo cual significa, en primer lugar, una presencia militar permanente en la región. “Palomas” y “halcones” pueden divergir sobre los alcances y el momento de una agresión en la región, pero coinciden en torno a los objetivos estratégicos de la intervención norteamericana. Un reciente editorial de un significativo vocero de las “palomas” definió lo que puede ser caracterizado como un “programa mínimo” del imperialismo y éste implica una feroz recolonización de la región.

En los días previos a la “cumbre”, partió desde la dirigencia soviética la iniciativa del llamamiento a una Conferencia de Paz en la región, revitalizando un viejo planteo de la burocracia moscovita, que hasta recibió un apoyo condicional de Israel. La crisis del golfo aparece, de pronto, como la oportunidad para producir un profundo reordena-miento en la región, que lleve a la firma de un Tratado de Paz en el que se aseguren fronteras seguras a todos los estados de la región, incluyendo por supuesto al estado sionista, asestando un golpe furibundo a la causa palestina. Esta revitalización de los viejos planteos de la burocracia pone de relieve su profunda naturaleza reaccionaria pues sólo aparecen como viables como consecuencia de una masiva intervención militar imperialista y del aplastamiento de la causa de los pueblos árabes.

Los yanquis buscarán en Helsinki imponerle a la burocracia rusa un conjunto de exigencias en términos de reducción de armamentos y stocks de misiles en Europa que termine por asegurar la supremacía militar norteamericana, aprovechando el completo descalabro de la economía soviética y la desesperada necesidad de la burocracia de contar con el apoyo crediticio imperialista.

Los intereses de la burocracia rusa

Un vocero de la cancillería soviética “instó a una acción militar de las Naciones Unidas en el golfo Pérsico” (La Nación, 7/9). La burocracia rusa se ha convertido en las últimas horas en un factor activo en favor de una acción militar contra el régimen iraquí y cabe preguntarse si esto responde simplemente a una adaptación a las necesidades y exigencias del imperialismo, o si también responde a una estrategia política propia de la burocracia rusa. Dicho de otro modo. La política de la burocracia en la crisis del golfo, ¿es un resultado de su debilitamiento, como sostienen algunos antiguos “compañeros de ruta” de la burocracia? Naturalmente, el caos económico en la URSS lleva a la burocracia a depender desesperadamente de los créditos que pueda brindarle la banca imperialista, y por los cuales esta burocracia está dispuesta a vender a su abuela. ¿Pero es éste acaso, el factor preponderante de la conducta de la burocracia?

Los hechos revelan que no. La burocracia soviética viene llevando desde hace muchas décadas una política de freno a la revolución en el mundo árabe y de colaboración estratégica con el imperialismo, desde mucho antes de que a los charlatanes se les ocurriera hablar del “debilitamiento soviético”. La burocracia rusa votó en 1947 la resolución de la ONU que creó el estado sionista. Desde 1980, cuando comenzó la guerra entre Irán e Irak, participó del patrullaje naval conjuntamente con las flotas imperialistas, armó a Irak para que agrediera a la revolución iraní facilitando así su desangre y su copa-miento por los elementos más retrógrados.

Un ex asesor de Reagan reveló recientemente que durante los numerosos encuentros entre Gorbachov y el entonces Secretario de Estado norteamericano George Shultz, el líder soviético “frecuentemente enfatizaba el común interés yanqui-soviético por desalentar el crecimiento de una poderosa fuerza musulmana en el medio oriente y en el sur de Asia que pudiera alcanzar una potente fuerza de convocatoria frente a la creciente minoría musulmana en la Unión Soviética” (Washington Post, 27/ 8). La burocracia rusa siempre tuvo concretos intereses de casta explotadora para oponerse al movimiento de lucha de los pueblos de la región.

No se trata tampoco de una improvisación gorbachoviana. La política exterior de la URSS es la cuestión que suscita la mayor unanimidad en el seno de la burocracia rusa. Un alto dirigente soviético entrevistado por el diario montevideano La República (11/8) declaró que “nuestro rumbo (en política exterior) no cambiaría mucho con un cambio de partido en el poder. Nuestro parlamento ha rechazado a muchos ministros, pero todos votaron unánimemente por Shevarnadze, ministro de Relaciones Exteriores. Hay un amplio acuerdo sobre política exterior”.

Solidaridad

Una de las cuestiones que se debatirán en Helsinki es la eventual coordinación de los esfuerzos bélicos. El reclamo de los rusos en favor de la formación de un comando militar conjunto de la ONU, al que se integrarían fuerzas soviéticas, revela hasta qué punto está dispuesta allegar la burocracia en su colaboración con el imperialismo, más allá de que por el momento el imperialismo no considere viable o conveniente esa alternativa.

La amenaza de una agresión imperialista, con apoyo ruso, crece día a día. La Unión de Sindicatos Árabes formuló un llamamiento a la solidaridad internacional mediante el boicot a los navíos y aviones que están bloqueando a Irak. Este llamamiento responde a una necesidad objetiva del proletariado y de todos los pueblos del mundo. La agresión imperialista a Irak es un ataque a todos los pueblos del mundo y busca reforzar la autoridad del imperialismo yanqui en momentos en que se agravan las tensiones de clase en su interior y en el conjunto de los países imperialistas. Los sindicatos y partidos de izquierda tenemos el deber de apoyar el llamamiento de los sindicatos árabes y unificar nuestros reclamos en favor de una acción internacional del proletariado contra la agresión que están preparando a los ojos de todo el mundo tos imperialistas y la burocracia.


Llamamiento de los trabajadores árabes

¡Boicot a los agresores imperialistas!

La Unión Internacional de Sindicatos de Trabajadores Árabes formuló un llamamiento a los trabajadores árabes y de todo el mundo en favor de la realización de un boicot contra todos los aviones y navíos procedentes de los países que están cumpliendo el bloqueo económico impuesto por la ONU contra Irak.

El llamamiento fue resuelto en una reunión efectuada en Túnez a fines de agosto y define un terreno práctico y concreto para ejercer la solidaridad efectiva con los trabajadores y los pueblos árabes amenazados por la agresión imperialista y de la burocracia rusa.

Convocamos a las comisiones internas, agrupaciones, sindicatos y partidos de izquierda a pronunciarnos en solidaridad con el llamamiento de los trabajadores árabes, y a reclamar conjuntamente el apoyo de la CGT. La solidaridad con la causa de los pueblos árabes agredidos por el imperialismo reclama de una solidaridad activa del proletariado mundial.


Internacionalismo: La revolución política aliada de la causa árabe

Según informa La Nación (9/9), entre las “buenas razones” que habría dado Moscú a los yanquis para explicar por qué no “desea sumar más fuerzas en el Golfo Pérsico” es que “dada la situación que en estos momentos se vive en la Unión Soviética, la movilización de soldados sería algo altamente impopular. A principios de año, cuando hubo que enviar tropas para controlar levantamientos internos en algunas repúblicas soviéticas, se generaron protestas y resistencia”.

Los progresos de la revolución política se manifiestan así, de un modo objetivo e incontrastable, como un factor que paraliza la capacidad agresiva de la burocracia contrarrevolucionaria, aliada del imperialismo mundial en la agresión contra tos pueblos árabes. La revolución política aparece nítidamente defendiendo objetivamente la causa árabe, la causa de tos pueblos oprimidos y del proletariado mundial. Aquí está el fundamento granítico del internacionalismo proletario, que no es otro que tos intereses objetivos comunes que enlazan a todos los proletarios del mundo y a éstos con tos pueblos oprimidos en su lucha común contra el imperialismo opresor y sus lacayos.

Los charlatanes apoltronados, que sostienen que el debilitamiento de la burocracia rusa por la acción de las masas soviéticas es un factor que favorece la agresión imperialista, deberían reparar en que ocurre exactamente lo contrario El avance de la revolución política, al debilitar a la burocracia, bloquea su capacidad de acción contrarrevolucionaria, dificulta su colaboración con el imperialismo y favorece la lucha de tos pueblos del mundo.


Programa “mínimo” del imperialismo:

Poner de rodillas al medio oriente

Hay un sector del imperialismo que gusta presentarse como partidario de una “salida negociada” a la crisis del golfo para diferenciarse de los denominados “halcones” que serían partidarios de una acción bélica inmediata. Uno de sus más caracterizados voceros, The New York Times, definió recientemente en un editorial (26/8), cuales deberían ser a su juicio los objetivos políticos de tos Estados Unidos en las negociaciones con Saddam. Estos objetivos pueden ser caracterizados como un verdadero “programa mínimo” del imperialismo y ayudan a comprender los propósitos estratégicos generales que se plantea el imperialismo, más allá de las divergencias que pueda haber sobre el grado de violencia y agresión a ser utilizadas (no olvidemos que las “palomas” avalan entusiastamente el bloqueo económico, forma apenas atenuada de la agresión militar directa y que puede dar paso a la acción bélica en cualquier momento).

El New York Times comienza exigiendo la retirada de Irak de Kuwait, sugiriéndole a Saddam que lleve sus reclamos territoriales a la Corte de La Haya, simple dependencia jurídica de tos estados imperialistas. Propone un gobierno interino de Kuwait, bajo la tutela de la ONU, de modo de facilitar una transición ordenada entre la familia reinante kuwaití y un títere democratizante que garantice la continuidad de tos negocios imperialistas en la región.

Irak también debería—según la propuesta—destruir todas sus armas químicas y someter a control internacional sus plantas industriales químicas y nucleares. El embargo internacional sobre la venta de armas y tecnología bélica hacia Irak continuaría indefinidamente. Una fuerza militar internacional, bajo el manto de la ONU, debería permanecer en la región, estacionada en Arabia Saudita, Kuwait, Jordania y Siria.

Surge claro que este programa significa el completo sometimiento nacional de Irak y una recolonización general del Medio Oriente, todo lo cual no puede ser impuesto más que por una cruenta acción militar. Lo que pretendió aparecer como una inocente fórmula para una “salida negociada” no es otra cosa que una pérfida cobertura de la barbarie imperialista.


ONU: Cueva de bandidos

La agresión imperialista en el Golfo Pérsico pretende encubrirse con un manto de legalidad apareciendo como resultado de las resoluciones de la ONU y más en general como expresión del sistema político internacional

El pueblo argentino ya tuvo oportunidad de experimentar en carne propia la función política de este sistema y de la ONU cuando en 1982 la flota pirata se escudó en esos mismos argumentos para atacar y ocupar nuestro territorio y erigir en Malvinas una fortaleza militar.

El prontuario de la ONU contra los pueblos comienza desde su misma fundación e incluye la legitimación de la agresión del imperialismo yanqui contra Corea en 1953, pero seguramente una de sus acciones más pérfidas y sanguinarias fue la que llevaron a cabo los “cascos azules” en el Congo durante 1960-64, cuando aplastaron la revolución africana en ascenso y ejecutaron a uno de sus máximos dirigentes, Patrice Lumumba.

Más recientemente el sistema de las “acuerdos internacionales” fue utilizado en Centroamérica, donde Contadora, con el patrocinio imperialista y el aval de la burocracia rusa acordonó a la revolución nicaragüense y preparó su estrangulamiento. También en el sur africano el manto de la ONU sirvió para colocar a Namibia y Angola bajo la tutela del FMI y armar un esquema de pacificación en los términos fijados por el imperialismo yanqui.