Captura de marinos británicos por Irán

Crisis política en Londres; impasse en Washington


Con el envío de la segunda flota norteamericana al Golfo Pérsico y el anuncio de “maniobras de combate” en sus aguas, se profundizó la escala de las provocaciones imperialistas contra Irán. En estas condiciones, Irán capturó a quince marinos británicos que operaban en sus aguas territoriales. Si Irán no hubiera demostrado su decisión de resistir a las presiones, la escala de las provocaciones imperialistas habría seguido creciendo.


 


Blair, en ruinas


 


Blair reaccionó con la amenaza de cortar todos los lazos y negociaciones diplomáticas con Irán y con recurrir a “otros métodos”; es decir, amenazó con un ataque militar contra Irán.


 


De acuerdo al Financial Times (31/3): “Estados Unidos y sus aliados han estado intentando hacer retroceder a las fuerzas iraníes y sus aliados en Irak, supuestamente, antes de negociar con Irán desde una posición de fuerza. Estas tácticas matoniles, que incluyen la captura y el asesinato de ‘agentes’ iraníes, pueden estar extendiéndose al territorio iraní. Alguien está agitando a las minorías no persas y no shiítas de Irán —desde los kurdos en el norte hasta los árabes sunitas en Khuzestán (…) El régimen iraní, ciertamente, cree que la coalición anglo-norteamericana tiene fuerzas especiales operando en su territorio, en la misma forma que lo hizo en el oeste y el sur de Irak en 2002/3 antes de lanzar la invasión”.


 


Sin embargo, la prensa británica, y particularmente la prensa conservadora, rechazó la posición de Blair. En forma unánime, la burguesía británica se opuso a escalar el conflicto con Irán y exigió que la cuestión de los marinos fuera resuelta por vías exclusivamente diplomáticas, que es lo que efectivamente está ocurriendo. El veto que recibió Blair pone de manifiesto una crisis de régimen. A la crisis política en Washington se suma, así, la crisis política abierta en Londres.


 


Impasse


 


El imperialismo no ha tenido, por el momento, las condiciones políticas y militares para lanzar un ataque contra Irán. Empantanado en Irak y Afganistán, con sus regímenes políticos en crisis, no puede meterse en una guerra de alcances mucho mayores en el plano internacional.


 


En estas condiciones, el imperialismo debe negociar el reclamo de Irán de convertirse en un país con capacidad nuclear. La región está llena de bombas nucleares. A las de Israel, Pakistán, India, China y los cientos de bombas en portaviones y submarinos norteamericanos y británicos acaba de sumarse el anuncio de Egipto de su interés por desarrollar su propio armamento atómico.


 


En este cuadro, lo único en discusión son las condiciones políticas (internas y externas) en las cuales Irán desarrollará su armamento nuclear. Es decir, qué régimen político en Teherán ofrece garantías políticas, especialmente a Arabia Saudita e Israel.


 


Pero el imperialismo tampoco está en condiciones de entablar una negociación diplomática. La división en sus filas es brutal; en Washington se libra una guerra abierta entre Bush y el Congreso; sus aliados están divididos (Arabia Saudita reclama negociaciones directas con Irán; Israel, un ataque militar); hay una crisis de régimen en varios países.


 


Estas contradicciones “por arriba” confrontan con una agitación sin precedentes del mundo árabe e incluso con crisis políticas y sociales en Asia Central, como en los países de la ex URSS y en China.