Cada vez resultan más claros los síntomas de que Bush se enfrenta a la posibilidad de una catástrofe electoral. Ya se encuentra detrás del candidato demócrata, Kerry, aún cuando faltan seis meses para las elecciones.

El investigador John Zogby anticipa que Bush perderá por más de 120 electores sobre un poco más de 500 (la elecciones son indirectas); es decir, que perderá 60/40 (The Independent, de Londres, reproducido en Página/12, 28/5).

John Mason, director del Departamento de Ciencias Políticas de la Universidad William Patterson (Nueva Jersey), señala que “no más del 30% del electorado aprueba la política de Bush”; este rechazo tiene lugar en el cuadro de una creciente fractura política del electorado: lo apoyan menos del 20% de los demócratas e independientes, contra más del 80% de los republicanos (Le Monde, 27/5).

Pero quizá, más importante que las encuestas es el estado de ánimo popular que describe Mason: “En buena parte de la opinión pública norteamericana, afirma, existe un verdadero odio al gobierno, que recuerda, en su ferocidad, la campaña de los republicanos contra Clinton. El ‘Bush Bashing’ (literalmente, aplastar a Bush) es un verdadero deporte nacional” (ídem).