“Chávez va a traicionar”, insiste el MST

La dudosa lealtad política del oportunismo

Pablo Vasco, del MST, respondió en la última edición de Alternativa Socialista a la crítica, aparecida en Prensa Obrera, a algunas de sus posiciones en el debate de presentación de la Historia de la Revolución Rusa.


“Socialismo con democracia”


Vasco ratifica que la disolución de la URSS fue una “victoria” porque significó “la caída del mayor aparato contrarrevolucionario mundial”. Pero lo que importa no es quién cae sino quién sube. El que sacó provecho fue el imperialismo, no la clase obrera mundial.


La restauración del capitalismo en Rusia, Europa del Este y China amplió social y geográficamente la dominación del capital a una escala sin precedentes en los setenta años anteriores. Reintegró al mercado mundial a centenares de millones de trabajadores y reforzó la competencia entre ellos. El capital se valió de esto para imponer la flexibilización, la tercerización, la destrucción de los regímenes previsionales, la rebaja salarial, los ataques a las condiciones de vida de los trabajadores de todo el mundo. ¿Esta catástrofe social es una “victoria”?


Vasco intenta demostrar que fue el PO, y no el MST, quien dio un giro de 180º en su posición sobre la caída de la URSS. Para ello cita, parcialmente, un párrafo de Prensa Obrera. Veamos.


A poco de la caída del Muro, el PO señaló que “los sucesos (…) que acabaron con la inamovilidad de los stalinistas y con el Muro de Berlín no fueron una revolución sino una semi-revolución, lo cual hasta un cierto punto o relativamente, significa que fueron una contrarrevolución” (Prensa Obrera, 27/3/90). Es decir, había comenzado una revolución que, al no ser coronada por la victoria de la clase obrera, se convirtió, con la victoria del imperialismo, en una contrarrevolución.


El propio texto que Vasco cita parcialmente, dice que “aunque reconocía que el proletariado había recibido un serio golpe con la destrucción de la propiedad estatal y sus conquistas sociales, el PO sostuvo que el factor dominante de la situación creada con la disolución de la URSS era la agudización de la crisis y de la lucha de clases a escala mundial” (Prensa Obrera, 27/12/01). El proceso de la restauración del capital era una victoria del capitalismo y una derrota de los trabajadores; esto lo señalamos sin atenuantes. Sin embargo, había tenido lugar en condiciones de una crisis gigantesca del capitalismo mundial, que la restauración habría de agravar. Nunca negamos que la disolución de la URSS fuera una victoria del capitalismo; lo que hicimos fue señalar sus límites y contradicciones y los hechos han probado que tuvimos razón.


Chávez


Vasco sostiene que el MST venezolano (Marea Clasista y Socialista) llamó a votar “sí” de manera crítica en el plebiscito. Veamos cuán “crítico” fue ese “sí”. Marea Clasista y Socialista llamó “a formar cuadro cerrado por el doble sí, por la profundización de la revolución y para derrotar al golpismo y a la contrarrevolución. Pongamos a los batallones (del PSUV) y a todo el movimiento obrero, campesino y popular en la movilización total por el Sí y contra el golpismo…”. El apoyo es incondicional… o, como dice el propio MST, “total”.


Esta posición choca frontalmente con lo que dijo Vasco durante del debate, donde afirmó con rotunda seguridad que Chávez es “un enemigo de la revolución socialista internacional” y que “traicionará”. Si traicionará o no traicionará lo veremos, pero denunciarlo como un “enemigo” cuando confronta cotidianamente con Bush es lo más próximo a una canallada.


Al mismo tiempo que lo califican de “enemigo” en Buenos Aires, en Venezuela lo presentan como el guardián del “proceso revolucionario”. En su balance del referéndum, el MST venezolano afirma que “perdimos” por “el peso evidente de los problemas sociales no resueltos (y) una estructura burocrática y corrupta en gobernaciones, alcaldías y ministerios”. Plantea, entonces, que “hay la necesidad de que el presidente meta la lupa en esta situación (y encabezar una) cruzada para terminar con los funcionarios elegidos a dedo que no reflejan más que sus intereses personales”. Un régimen bonapartista no tiene más remedio que elegir a sus funcionarios a dedo y a dimitirlos de la misma manera. Los calificativos de “traidor”, por un lado, y de líder revolucionario, por el otro, son dos planteos reaccionarios de una corriente maniobrera.


Contra lo que sostiene Vasco, el PO rechaza “predicar” que “Chávez va a traicionar”; lo denunciamos como una provocación contra el proceso nacional de Venezuela. Chávez va a ser fiel a su programa y a la función histórica de su corriente, que de ningún modo incluye la Unidad Socialista de América Latina.


Vasco ataca al PO por haber llamado a votar ‘no’ o a abstenerse, con el gastado argumento de que seríamos “funcionales a la derecha”. ¡Como si se pudiera “derrotar al golpismo” con una papeleta electoral! y, lo que es peor, votando por un programa (esto es la reforma constitucional) que instaura un régimen que estrangula la autonomía obrera.


Vasco pretende que hay una contradicción entre nuestro voto por Morales y nuestra negativa a votar por el ‘sí’ en el referéndum. Pero mientras es admisible votar por un candidato nacionalista que enfrenta a un personero del imperialismo, a condición de no apoyar su programa nacionalista (burgués), no es admisible votar ese programa nacionalista, en el caso de Chávez, reforzando un régimen bonapartista. Votamos por Evo para que no ganara la oligarquía cruceña, pero lo hicimos con nuestro propio programa. Defendemos a Chávez contra los ataques de la oligarquía y el imperialismo, pero lo hacemos con nuestro programa. En el referéndum venezolano estaba a votación el programa de Chávez, el programa político del bonapartismo. Había que definirse frente un planteamiento estratégico: con el bonapartismo o contra el bonapartismo.


El MST se definió a favor del bonapartismo; es decir, a favor de la dominación política de la burguesía sobre la clase obrera. Y mientras hace esto dice que Chávez “va a traicionar”, intentando borrar las huellas de su política.