Internacionales
21/9/2020
Chile: ante el plebiscito y después
Los desafíos de la izquierda revolucionaria
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A continuación, compartimos la declaración de la Fuerza 18 de Octubre ante el plebiscito de reforma constitucional que tendrá lugar en las próximas semanas en el país trasandino.
1. La inminencia del plebiscito del próximo 25 de octubre plantea ajustar la caracterización de la situación chilena, clarificar el lugar de las fuerzas políticas y sociales en presencia, y delinear las perspectivas abiertas para el movimiento de masas. Sobre esa base, es necesario trazar la estrategia y la táctica política de la izquierda revolucionaria, para colaborar a desarrollar una perspectiva victoriosa para la rebelión popular iniciada en octubre pasado.
2. El plebiscito y el proceso constituyente encuentran a Chile en una crisis mucho más aguda de la que dio lugar a la rebelión popular iniciada hace un año atrás. Sucede que a la crisis económica por la que ya atravesaba Chile se le sumó el ingreso del capitalismo mundial a su fase depresiva y el desembarco en nuestro país de la pandemia del Covid-19, lo que agudizó sensiblemente la crisis social y desató una catástrofe sanitaria. En estos meses de pandemia, Chile ha llegado a su pico histórico de desocupación y se ha puesto de manifiesto como nunca el carácter criminal de un sistema sanitario puesto al servicio no de la salud de la población sino de la rentabilidad capitalista. Las grandes reivindicaciones que motorizaron la rebelión popular en nuestro país, a saber, poner fin a los salarios de miseria, a la desocupación y a la precarización laboral, terminar con el régimen de las AFP y con el negocio de la salud y la educación privadas, acabar con la especulación inmobiliaria y garantizar el acceso universal a la vivienda, han adquirido en estos meses más actualidad y vigencia aún que en el pasado. De conjunto, volvió a quedar de manifiesto la existencia de un Chile devastado por las sucesivas gestiones capitalistas, desde la dictadura pinochetista, pasando por los sucesivos gobiernos de la centroderecha y la centroizquierda, hasta la actualidad.
3. Con el desembarco de la pandemia a nuestro país Piñera y el conjunto del régimen consiguieron un respiro frente al ‘estallido social’. Es que mientras las jornadas de marzo mostraban un nuevo ascenso de la rebelión y la posibilidad cierta de forzar la caída del gobierno de Chile Vamos, la pandemia y el aislamiento social le imponían al ‘estallido social’ un compás de espera forzado. El gobierno se valió de él para rescatar y reforzar aún más el aparato represivo del Estado, para profundizar un mayor sometimiento colonial del país abriéndole paso al FMI e incrementando sensiblemente la deuda pública y acudir al rescate de la clase capitalista local, y para desenvolver un mayor ataque contra los trabajadores y las masas. Fue de esta forma que se consumaron centenares de miles de despidos y reducciones salariales. Por su parte, la ‘oposición’ parlamentaria, incluido el Frente Amplio, volvió a dar muestras de fidelidad al régimen, firmando en junio un nuevo “acuerdo nacional” con Piñera, que incluyó, en su letra chica, un nuevo pacto de oposición cerrada a la rebelión popular.
4. La emergencia de las ollas comunes, los cacerolazos de julio, las movilizaciones del movimiento de mujeres, el paro de los portuarios contra las AFP y los permanentes choques del pueblo mapuche, todo en el marco de la pandemia, vinieron a confirmar que el proceso de características revolucionarias abierto en octubre de 2019 está lejos de haberse cerrado. Sin embargo, también quedó en evidencia que la rebelión popular encontró en la dirección de la mesa de la Unidad Social y de la CUT a su principal obstáculo. La dirección política de estas organizaciones, el Partido Comunista, lejos de ser un factor de impulso de la lucha, para que la clase obrera organizada empalme con el movimiento de masas, fue un factor de freno y de contención. La dirección de la CUT, jugó todas sus cartas a la contención de movimiento obrero chileno, obturando toda posibilidad de que las organizaciones de la clase obrera entren en escena con sus métodos propios. La CUT ha entrado en cuarentena mucho antes que desembarque la pandemia, allanándole el camino a toda la ofensiva capitalista en curso. El Partido Comunista ha sido la primera fuerza en proclamar el inicio de su carrera presidencial, delatando, de esta forma, su pretensión de canalizar el ‘estallido social’ por las actuales vías institucionales, a través de un gran frente político opositor junto a los partidos del sistema, reproduciendo lo que años atrás hicieran junto a Bachelet y la Nueva Mayoría. La parálisis de la central obrera no solo ha redundado en un avance de la ofensiva capitalista y en una pérdida de derechos y conquistas de los trabajadores, sino que es lo que le ha permitido al gobierno tomar una clara iniciativa política de ofensiva contra las masas, como lo fue el paro patronal de camioneros en reclamo de mayor represión.
5. Es en este escenario que tendrá lugar el plebiscito del próximos 25 de octubre. El plebiscito es un producto, aunque deformado, de la rebelión popular. Fue el lastre echado por Piñera y la oposición parlamentaria, a través del ‘acuerdo por la paz social y la nueva constitución’, ante el terror que le causó a la clase capitalista el ‘estallido social’ y, en particular, la huelga general del 12 de noviembre. Así lo interpretan las propias masas, protagonistas de los grandes combates contra el gobierno. Sin embargo, los pactos del gobierno y la oposición para quitarle cualquier vestigio de soberanía popular al proceso constituyente apuntan a transformarlo en una vía muerta para las masas, incapaz de viabilizar las transformaciones sociales, económicas y políticas que anhela, reclama y exige el pueblo chileno. El carácter amañado del proceso constituyente en ciernes es evidente. Lo revela la existencia del propio plebiscito del 25 octubre como condicionante para que se habilite el proceso constituyente, luego que millones de chilenos lo exigieran en las calles. Lo mismo vale para el segundo plebiscito previsto una vez concluido el proceso, el tutelaje que ejercerá en él Piñera y el poder de veto que se le garantizó a la derecha.
6. La pelea por el “apruebo” en el plebiscito del 25 de octubre es la forma mediante la cual se le puede asestar un golpe concreto a la reacción política, que mediante la pelea por el “rechazo” pretende dar por concluido el proceso abierto en octubre pasado. La campaña por el “apruebo” es, por lo tanto, una tarea que deben desenvolver todas las fuerzas de la izquierda y revolucionarias de nuestro país. Esta campaña, sin embargo, debe ir acompañada del rechazo tanto a la variante de la convención ‘mixta’, que establece que la mitad de su cuerpo estaría integrado por los actuales parlamentarios, como de la convención constituyente, donde todos los convencionales se elegirían mediante un nuevo proceso electoral pero del cual no podrán participar las nuevas fuerzas políticas y sociales surgidas al calor de la rebelión. Pues estas dos variantes de constituyente son las dos caras de una constituyente amañada y tutelada por el asesino Piñera. La campaña por el “apruebo” debe ir acompañada de la lucha por la huelga general para echar a Piñera, que será la única forma de abrir paso a una constituyente realmente libre y soberana. La agitación por la huelga general debe ir ligada a la tarea de reactivar las asambleas populares y a la pelea por un congreso de bases de todos los sindicatos, para superar a la burocracia colaboracionista de la CUT y la mesa sindical de la Unidad Social, y poner a las organizaciones obreras al servicio de la lucha.
7. La lucha por el fuera Piñera y por una asamblea constituyente libre y soberana, debe ir acompañada también del impulso y la organización de la pelea por el conjunto de las reivindicaciones inmediatas de las masas, como lo es el seguro al cesante, la prohibición de los despidos y las suspensiones y el reparto de las horas de trabajo, y llevar los salarios y jubilaciones mínimas a los 800 mil pesos. Junto a este programa de reivindicaciones urgentes, es necesario levantar el planteo de la expropiación sin pago de las AFP bajo el control de trabajadores y jubilados, el establecimiento de un impuesto progresivo a las grandes rentas y fortunas, la ruptura con el FMI, el no pago de la deuda externa, y la nacionalización de la banca, el comercio exterior, del cobre, el agua y todos los recursos estratégicos. Es decir, un programa para que la crisis la paguen los capitalistas y para abrir paso a una salida de las y los trabajadores.
A semanas del aniversario de la rebelión popular protagonizada por las masas chilenas y con todas las reivindicaciones de la misma pendientes, pongamos en pie un plan de lucha de cara a un paro nacional activo para que el 18 de octubre nos encuentre en las calles luchando contra el régimen político que la pretende clausurada. Al operativo desmovilizador que significa la constituyente amañada y a la medida de los partidos patronales, opongámosle la potencia del pueblo chileno luchando con los métodos de la clase obrera. Más que nunca, fuera Piñera, asamblea constituyente, libre y soberana.
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