Con una participación del 42,5% del padrón habilitado para votar, las elecciones del fin de semana en Chile dejan una clara derrota de la derecha en todas las categorías en disputa y del bloque de partidos de centroizquierda que fueron parte de los gobiernos de la Concertación.

En el caso de la coalición gobernante, que aspiraba a conquistar un tercio de los escaños en la convención encargada de redactar la nueva constitución, no lo logró. Obtuvo 38 bancadas, pese a ir en una lista única, por lo cual carece de poder de veto frente a las reformas que se planteen en su seno. La estrategia que les queda planteada será tejer alianzas con sectores de derecha de los convencionales independientes y de los pueblos originarios. En el terreno de las gobernaciones regionales y alcaldías las cosas para la derecha no fueron mucho mejor. En el caso de las gobernaciones la mayoría se define en segunda vuelta pero tendrá que revertir las mayorías relativas obtenidas por los candidatos de la oposición. En lo que respecta a lxs alcaldes de las comunas, la derecha pierde varias, entre las que se encuentran algunas emblemáticas como Santiago, Maipú y Viña del Mar.

El otro sector que tendrá que digerir una tremenda derrota es el conglomerado exconcertacionista comandado por la Democracia Cristiana y el Partido Socialista, que aspiraba a la primera mayoría de la oposición en la convención pero solo se alzó con 25 escaños, quedando atrás de la “Apruebo Dignidad” la alianza entre el Frente Amplio y el PC, que obtuvo 28 convencionales.

Estos resultados dan cuenta de que los partidos tradicionales, que se han alternado al frente de la Moneda y han sido los bloques mayoritarios en el congreso desde el retorno de la democracia, recibieron un rotundo rechazo de las y los chilenos.

Irrupción de lxs independientes

La “sorpresa” política de la elección la dieron los independientes, al alzarse con 48 escaños, lo que representan casi un tercio de la Convención. Aunque dentro del bloque independiente se colaron sectores derechistas, su inmensa mayoría está referenciada con la rebelión popular iniciada en octubre de 2019. Estamos frente a un sector que, pese a los esfuerzos de los partidos tradicionales por cooptarlos, rechazó participar dentro de las estructuras  tradicionales.

Las listas y candidaturas independientes, aunque con un programa difuso y limitado, señalaron a los partidos del régimen como los responsables de la sistemática negación de derechos fundamentales a las mayorías. La Lista del Pueblo, surgida del seno de las asambleas territoriales que surgen al calor de la rebelión de octubre de 2019, obtuvo una gran votación, conquistando 22 escaños.

Los resultados de las elecciones del domingo en Chile abren un nuevo escenario político en el país. El pueblo aspirará a que sus grandes reivindicaciones se plasmen en la nueva constitución. Sin embargo, hay que señalar que los principales resortes del Estado, que garantizan sistemáticamente el poderío económico del gran capital, se mantienen intactos. Esto, significa que la conquista de las reivindicaciones sociales y políticas de las y los trabajadores se dirimirá, como siempre, en el terreno de la lucha de clases. La elección resultó ser un plebiscito de desaprobación de Piñera debe ser un instrumento más del cual deben valerse los trabajadores y las masas para echar al gobierno, responsable de los agravios contra el pueblo, y para reforzar la lucha por todas sus reivindicaciones.

Finalmente, el proceso de la constituyente, lejos de dar lugar a una transición ordenada, se ha transformado en un factor más de agudización de la crisis.

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