Chile: la novedad de la irrupción de los independientes y el desafío planteado

El proceso electoral para la Constituyente.

Hasta último momento, al cumplimiento del plazo de inscripción de listas de candidatos para la Convención Constituyente, asistimos a las negociaciones de los partidos que han gobernado el país en los 30 años que sucedieron a la dictadura de Pinochet. Las discusiones en los distintos bloques estuvieron centradas en torno a lograr alianzas no solo respecto de las listas a convencionales, sino también para las elecciones a gobernadores regionales, alcaldes y concejales que se realizan simultáneamente el mismo 11 de abril. Junto a esta cocina, llevaron adelante un operativo de cooptación de independientes, como un intento de reciclarse y aparecer cercanos a los reclamos que motivaron el estallido de octubre del 2019. Sin embargo, pese al oportunismo, los sectores sociales y políticos que protagonizaron la rebelión se volcaron mayormente a levantar listas independientes, es decir, por fuera de las estructuras partidarias señaladas como responsables de políticas de hundir al pueblo chileno en deudas impagables o la miseria más absoluta.

Cientos de candidaturas independientes a convencionales constituyentes recogieron casi medio millón de patrocinios, sorteando los difíciles obstáculos que la institucionalidad impuso a partir del pacto para sostener el gobierno de Sebastián Piñera que sellaron oficialismo y oposición cuando la revuelta ponía en serio peligro su continuidad. Como se ve, el descontento popular con el régimen y sus partidos ha llevado a un desborde de sus límites a gran escala, lo que es un revulsivo y genera dudas sobre la posibilidad de que la crisis social y política, agudizada por la situación sanitaria que empeora, pueda finalmente ser canalizada por la vía institucional, es decir, a través del abultado cronograma electoral y una Constituyente harto limitada. El cierre de listas a convencionales constituyentes fue el primer paso para los partidos que en definitiva apuntan los cañones a las elecciones presidenciales, pero antes deberán pasar la prueba de las elecciones intermedias, particularmente la de convencionales, y el propio desarrollo de la Constituyente, en un contexto de una crisis económica y social profunda y del descrédito que han acumulado en décadas como representantes de intereses contrarios a la clase trabajadora.

Las listas del régimen

El resultado de la carrera hacia la inscripción de listas dejó a la derecha unida en la lista “Vamos por Chile” integrada por la coalición gobernante Chile Vamos y el ultraconservador Partido Republicano, con la pretensión de hacer pie en el 20% que obtuvo el rechazo en el pasado referéndum. La presentación de una lista unitaria es vista casi como la única “fortaleza” que puede mostrar el oficialismo que, con un presidente con tan solo un 7% de aprobación, se sostiene a fuerza de represión y los servicios que le presta la oposición funcional a que Piñera culmine su mandato. La salida de Ignacio Briones del Ministerio de Hacienda para incorporarse a la carrera presidencial golpea al gobierno que tiene que afrontar el tercer cambio de gabinete en pocas semanas, en una de las áreas más sensibles ya que el país afronta la peor crisis económica en décadas. No solo por la oportunidad la salida de Briones complica al jaqueado gobierno de Piñera, sino porque además deja trunca una de las grandes apuestas de la coalición gobernante, esto es, el proyecto de reforma del sistema de pensiones que viene siendo negociado con los distintos bloques parlamentarios desde hace meses y con Briones fuera del gabinete quedaría en la nada.

Por otro lado, encontramos a la centroizquierda que se presenta dividida en 4 listas. “La lista del apruebo” es el nombre del armado de cara a la Constituyente de integrantes de la ex Concertación, desertores recientes del Frente Amplio (FA) en algunos casos, bajo el comando del Partido Socialista y Democracia Cristiana, es decir, los ejecutores de las políticas neoliberales, sea desde el gobierno, con la Concertación y la Nueva Mayoría, o en su rol de oposición “responsable”, lo que no logra ser ocultado con la incorporación de independientes a sus listas.

La “izquierda”… del sistema

El PC y lo que queda del Frente Amplio terminaron sellando un acuerdo y presentando la lista “Apruebo Dignidad”. El PC no ha dudado en cerrar un acuerdo con una de las fuerzas firmantes del “pacto por la paz social y la nueva constitución”, que fuera pergeñado con el objetivo principal de sostener al asesino Piñera en el poder y rescatar al conjunto régimen social y político. El PC, sin embargo, ya había dado muestras claras de su apoyo a la “paz social” cuando sumió en la parálisis a la CUT, cuya dirección política ostenta. Los restos del FA quedan bajo el comando del PC, principalmente a partir de la decisión de bajar a Beatriz Sánchez de las presidenciales sin presentar otra alternativa, allanando la alianza al servicio de la candidatura de Daniel Jadue. Sin embargo, este bloque, pero en particular el PC, tiene la necesidad de que su candidatura sea refrendada por elecciones primarias. Que efectivamente se trata de una “izquierda” que medra en los marcos del sistema lo revela su contenido programático de cara a la Constituyente, donde las reivindicaciones centrales de la rebelión popular (gratuidad de la educación y la salud, poner fin a las AFP, aumentos de salarios, terminar con la desocupación, etc.) figuran en forma subordinada y difusa. De hecho, en su reciente congreso, el PC reivindica su participación en el gobierno de Bachelet y la Nueva Mayoría y reivindica al gobierno argentino de Alberto Fernández, quien recientemente expresó que con Piñera guarda “más coincidencias que diferencias”. El discurso “antineoliberal” del PC y el FA pretende ocultar su política de rescate de conjunto del régimen capitalista.

Como parte de este pelotón y con planteos programáticos similares, se encuentran las listas del Partido Humanista de Pamela Jiles y del Partido Ecologista Verde, que logró presentar listas en varios distritos. Ambas fuerzas, que mantienen planteos programáticos similares al frente “Apruebo Dignidad” no lo integran por meras diferencias de cargos y candidaturas.

Irrumpen los independientes

La nota política distintiva de la elección de convencionales constituyentes es la irrupción de listas y candidaturas independientes. Aunque los partidos del régimen se lanzaron a la tarea de cooptar luchadorxs y activistas, el rechazo a esta maniobra se plasmó en las cientos de candidaturas levantadas por fuera de las estructuras partidarias y las dificultades que se debían sortear se convirtieron en un factor de movilización que se verificó en todo el país. Así encontramos listas impulsadas por las asambleas territoriales surgidas al calor de la rebelión, listas de los movimientos y organizaciones sociales, de mujeres, disidencias, inmigrantes, estudiantes, de lucha contra las AFP. Estas candidaturas deben diferenciarse de aquellas que bajo el ropaje de “independientes” se mantienen ligados al oficialismo y a grupos empresarios afines o sus fundaciones. En términos generales, estamos ante un fenómeno de ruptura con los esquemas controlados por el régimen, aunque difuso en términos programáticos y en muchos casos limitado a reivindicaciones de carácter parcial.

Además de las candidaturas independientes están las listas de la izquierda que se reclama revolucionaria. El PTR, el Movimiento Anticapitalista y el MST levantan candidaturas en varios distritos, aunque sin lograr constituir un frente único que se plante como un polo de independencia política frente a los partidos del régimen.

La emergencia de las candidaturas independientes confirma que la convención constituyente es percibida por las mayorías populares, que protagonizaron las luchas contra el gobierno y el régimen, como una conquista de la rebelión. Existen, en consecuencia, grandes expectativas de que la participación en la redacción de la nueva Constitución sea la oportunidad para viabilizar las grandes demandas de la rebelión popular. Pero es necesario recordar que estamos frente a una Constituyente con un estrechísimo margen para llevar adelante algo más que cambios cosméticos, ya que fue diseñada para que termine copada por los partidos patronales. La derecha, que fue dividida al plebiscito, ahora se presenta con una lista unitaria. Con un piso en el 20% que obtuvo el rechazo, no queda lejos del tercio necesario para, al menos, alzarse con el poder de veto a las reformas que se planteen. Por otra parte, existe la probabilidad de que la marea de candidaturas y listas de independientes lanzada a la conquista de escaños no lo logre producto de la dispersión y así las expectativas de las masas en el proceso constituyente terminen en una frustración completa.

Es por eso que es fundamental apoyarse en las expectativas populares en la convención, no para promover el inmovilismo sino, por el contrario, para impulsar la movilización obrera y popular sobre la Constituyente, para pelear por salarios y jubilaciones mínimas que cubran el costo de la canasta familiar, por un seguro al parado, por la prohibición de despidos, por el reparto de las horas de trabajo sin afectar al salario, por acceso universal al derecho a la vivienda, a la salud y la educación, por la nacionalización de todos los recursos estratégicos bajo el control de los trabajadores. Este programa choca con la permanencia de Piñera en el poder, por lo que la lucha por la conquista de estas reivindicaciones le otorga plena vigencia a la consigna “fuera Piñera” en el proceso político en curso.

El desafío

En este escenario, es fundamental abrir un debate para que los independientes politicen el programa de sus listas, avanzando de sus justas reivindicaciones sectoriales a una plataforma nacional con reclamos a favor de una alternativa obrera y socialista, es decir antiimperialista y anticapitalista. Y reagrupar a estos sectores en un frente de acción nacional y eventuales alianzas que potencien la posibilidad de imponer constituyentes. La izquierda que se reclama revolucionaria tiene la responsabilidad de luchar por este desarrollo político y actuar en un frente único, no solo en el terreno electoral sino en el terreno de la acción frente a la acuciante situación económica y social.