Chile: Una nueva situación política

Los explotados entran en escena


La movilización estudiantil que sacude Chile, la mayor de toda su historia, ha abierto una nueva etapa política.


 


En las vísperas de las elecciones, la Bachelet hizo campaña con la llamada “desigualdad social”. Es decir, admitió la miseria en que los gobiernos de Pinochet, primero, y de la Concertación, después, sumieron a los explotados chilenos. Chile es el reino de la precarización laboral, la flexibilización, el trabajo temporal y en negro. El aumento del precio del cobre (la principal exportación chilena) y la bonanza económica del país no han servido para reducir, en nada, la miseria social. “El cobre por el cielo y la educación por el suelo”, cantan los estudiantes en las calles de Santiago.


 


Pero antes de cumplir tres meses en el gobierno, la Bachelet descubrió que la miseria popular ha dejado de ser un tema de campaña. Con la movilización de los estudiantes, la miseria se ha convertido en un factor de movilización política.


 


La miseria como factor político


 


La reivindicación que sacó a los estudiantes a la calle fue la extensión horaria del boleto estudiantil. Los 10 ó 20 pesos chilenos por viaje (20 centavos argentinos) son la diferencia entre poder estudiar o no.


 


La exigencia, incorporada en el curso de la movilización, de la gratuidad de la PSU (prueba de ingreso universitaria obligatoria) y la derogación de la Loce (Ley Orgánica Constitucional de Educación) es un salto político.


 


La lucha echa por tierra todas las tonterías que intentaban mostrar a Chile como un “ejemplo continental” de crecimiento y desarrollo. La movilización de los estudiantes chilenos empalma con la de los estudiantes franceses, con la de los indocumentados norteamericanos y con el conjunto de las luchas de los pueblos latinoamericanos. Son la rebelión contra la miseria, contra la precarización, contra la degradación social que impone el capitalismo a los explotados en todo el mundo.


 


Privatización educativa


 


Los estudiantes reclaman contra la Loce. Es una reivindicación clave porque mediante esa ley se ha impuesto la “municipalización” de la educación. En este sentido, Chile es una verdadera vanguardia de las tendencias del capitalismo en descomposición a la destrucción de la educación pública.


 


Fue parida por la dictadura pinochetista, respaldada por el Banco Mundial y mantenida por el gobierno de la Concertación. La “municipalización” educativa ha servido para liberar al Estado nacional del sostén de la educación pública. Sus recursos han quedado libres para el pago de la deuda, inversiones privadas y subsidios empresarios, etc.


 


La directa consecuencia de esta desfinanciación fue la caída en picada de la educación pública. Esto redundó en un negocio gigantesco: la educación privada. Con la Loce se ha profundizado la diferenciación social, con una educación privada paga y cara para unos, y una educación municipal berreta, también paga, para otros.


 


Después de veinte años, la educación para pobres ya muestra sus resultados. En 2001, las pruebas de rendimiento educativo mostraron que el 85% de los estudiantes de 8º grado de las municipales no aprobaría un examen final de matemáticas y un 78% no lo haría en ciencias. Nuevas evaluaciones, realizadas en el 2004, mostraron porcentajes todavía mayores. Por eso hay un éxodo de estudiantes municipales hacia colegios privados y semiprivados, los únicos que garantizan aprobar el restrictivo ingreso pago a la universidad. Los estudiantes obligados por condiciones de clase a estudiar en un colegio municipal están condenados a la pobreza permanente. La mercantilización de la educación tiene su correlato directo en la pauperización, flexibilización y precarización de los docentes.


 


Para la burguesía chilena, la Loce es una “conquista” fundamental. Por eso, no puede dar satisfacción a las reivindicaciones que levantan los estudiantes. Es posible anticipar que, más allá del resultado de la enorme batalla en la que está empeñada la juventud chilena hoy, es sólo el primer round.


 


Eje revolucionario


 


Los estudiantes están brindando una clase magistral de educación política. En primer lugar, a la burguesía, tanto chilena como latinoamericana, que ponía como ejemplo al “milagro chileno”.


 


En segundo lugar a los que justifican su colaboración de clases y su inacción política porque “las masas no dan” o “en Chile nunca pasa nada”. El sector más explotado de esa clase obrera está demostrando con esta lucha que está para más. Es necesaria una dirección política a la altura de los desafíos a los que se enfrenta.


 


La marcha contra Bush en 2005, que movilizó a medio millón de personas, el aniversario de cada 11 de septiembre (fecha del golpe de Pinochet), e incluso el velatorio de Gladis Marín, anticiparon esta irrupción.


 


La lucha estudiantil también le está mostrando un camino, prácticamente, al conjunto de la clase obrera. Su ninguna confianza en la Concertación, su firmeza ante la represión, la democracia de base con que se toman las decisiones y se elabora el pliego de reivindicaciones de conjunto, son una referencia política para los trabajadores..


 


Al cierre de esta edición, estudiantes preparan un nuevo paro nacional. La lucha está ganando la adhesión de otros sectores, como el Colegio de Profesores. La CUT, sin embargo, no ha movido un dedo por la victoria de los estudiantes.


 


Con la movilización estudiantil, los explotados han entrado en la escena política chilena. Ya nada será igual.