¡China convierte al capitalismo a Corea del Norte!

Prensa Obrera.

Corea del Norte -“el último dino­saurio stalinista” según lo califica la prensa europea (Le Monde, 19/9)- ha resuelto abrir sus puertas al capital extranjero. Como antes China, Vietnam o Cuba, el primer paso será la autoriza­ción de dos “zonas económicas espe­ciales de libre comercio”, es decir, ‘zonas francas’ en las que el capitalis­mo y la explotación de los trabajadores serán la ley suprema. Los voceros capi­talistas ya han comenzado a expresar sus esperanzas de que las ‘zonas eco­nómicas especiales’ jueguen en Corea el mismo papel que en China. The New York Times (20/9) especula con que “las zonas económicas especiales pue­den marcar el comienzo de la trans­formación de Corea del Norte”.

 

En un reciente ‘forum’ internacio­nal patrocinado por la ONU, que contó con la presencia de 440 inversionistas de 26 países, se anunció que las ‘zonas económicas especiales’ serán radica­das en Rajin y Sonborg, regiones agra­rias situadas en la frontera con Rusia y China. Ya fueron presentados 14 pro­yectos por 826 millones de dólares, en­tre ellos, la construcción de una planta de almacenaje de combustible por parte de Shell.

 

Según Le Monde (19/9), en Corea rige ¡todavía! “un salario mínimo poco competitivo de 80 dólares mensuales (contra 60 de China y toda­vía menos de Vietnam)”.

 

Las principales inversoras en las nuevas ‘zonas especiales’ coreanas son varias compañías chinas (capitalis­tas, claro), tanto del continente como de Hong Kong. Detrás de estas compañías está el propio gobierno de Pekín, que “ha presionado a los industriales de Hong Kong para que inviertan en Corea, en reciprocidad a un tra­tamiento favorable, después de que la colonia británica retome al do­minio chino en el próximo mes de julio” (The Wall Street Journal, 16/9). Uno de los grandes capitalistas envuel­to en los negocios coreanos -Peter Yu, de la Jet Air International Group, una compañía de transportes de Hong Kong- informa que en una reciente en­trevista privada, el viceprimer ministro chino para el comercio exterior “sugi­rió que Pekín asistiría a las compa­ñías chinas dispuestas a desarro­llar la infraestructura coreana”. Semejantes “sugestiones de alto ni­vel”, claro, no pueden dejarse de lado. “Cuando alguien de ese nivel dice una cosa así -concluye el capitalista hongkonés- es una clara señal para comenzar a invertir” (ídem). Mien­tras se discute si China es todavía (¡to­davía!) un “estado obrero”, China juega el principal papel en la penetra­ción del capitalismo en Corea del Norte.

 

Aunque poco conocido, existe un amplio proceso de integración de la bu­rocracia norcoreana al ‘orden’ político y económico imperialista. En 1997, Co­rea ingresará al Banco Asiático de De­sarrollo (ADB), un organismo financie­ro que juega un papel similar al BID en América Latina y que, como éste, traba­ja en estrecha colaboración con el FMI y el Banco Mundial. Ya existe la Organi­zación para el Desarrollo de la Penínsu­la de Corea (Kedo), “que integran 13 gobiernos y que fue puesta en mar­cha después de que los Estados Unidos alcanzaran un acuerdo con Corea del Norte para aprovisionar­la con plantas nucleares ‘seguras’ de generación eléctrica, en reci­procidad a su decisión de congelar y posteriormente desarmar su an­terior programa de reactores de grafito (que podía ser usado para pro­ducir armamentos atómicos)” (Finan­cial Times, 16/9). Los países que finan­cian al Kedo son Estados Unidos, la Unión Europea, Japón y… Corea del Sur. Los acuerdos establecen que “Co­rea del Sur, cuya empresa de servi­cios públicos Kepco está dirigien­do el proyecto, jugará un papel cen­tral”: junto con Japón, deberá cubrir los costos de capital de las nuevas plan­tas, mientras que los restantes países proveerán a Corea del Norte con 500.000 toneladas anuales de combus­tible, hasta que estas plantas estén ter­minadas. A todo esto hay que agregar “las inversiones de Corea del Sur en el Norte (que) han comenzado re­cientemente” (Financial Times, 21/8).