China invierte en Wall Street

Cuando un fondo de inversiones norteamericano de alto riesgo —el Blackstone Group— anunció su salida a la bolsa, el gobierno chino notificó que compraría acciones por 3.000 millones de dólares. La decisión china elevó el proyecto de venta de acciones de 4.750 a 7.750 millones de dólares.


“La próxima Agencia de Inversiones Estatales (de China), comprará una posición sin derecho a voto de menos de un 10% (...) China mantendrá las acciones de Blackstone al menos durante cuatro años y no tendrá permitido invertir en empresas de la competencia de capitales privados por un año” (Bloomberg, 21/5).


Se trata de una inversión sorprendente desde todo punto de vista. Es inusual, dice el Financial Times (23/5), que “entidades de inversión gubernamentales inviertan en empresas de administración de capitales privados”, es decir en fondos especulativos de alto riesgo. El mismo diario señala que “la inversión (china) en Blackstone será considerada cómo un acuerdo de referencia” sobre como manejará China las cuantiosas reservas acumuladas.


Antecedentes


La actividad de un fondo de “capitales privados” (private equity) es la compra y venta de empresas. China, por su lado, acumula reservas por 1,2 billones de dólares. Ahora, el anuncio de la creación de la Agencia de Inversiones Estatales “provoca inquietud en el mercado financiero (...) El nuevo fondo de China es enorme y puede mover el mercado... con un burócrata que apriete un botón”; “(...) el fondo puede comparar Wal-Mart y tener suficiente como para seleccionar General Motors y Ford” (ídem). Contradictoriamente, “China abraza el movimiento de un fondo de capitales de riesgo, cuando los reguladores de Estados Unidos los han observado desde hace tiempo con sospechas” (Bloomberg, 23/5). Es que, precisamente, busca rentabilizar sus reservas, liquidando cualquier posibilidad de reinvertirlas en el desarrollo de su mercado interno. China es una plataforma de exportación que consume apenas el 40% de su PBI.


Alianza estratégica


Las inversiones de China en Estados Unidos tienen una escala creciente. También su asociación con el capital financiero.


Las inversiones en los bonos del Tesoro norteamericanos son de vieja data: se calcula que “China tiene 350.000 millones en bonos del Tesoro (y) otros 230.000 millones en bonos de Freddie Mac y Fannie Mae (bonos respaldados por hipotecas)” (Fortune, 1/5). Los capitales que están desalojando a más de 140.000 familias por mes en Estados Unidos (porque no pueden hacer frente a los pagos de cuotas indexadas) son, en parte, “comunistas”.


“Hank Paulson, secretario del Tesoro (y ex directivo de Goldman Sachs Group, el mayor banco de inversión) ha estado haciendo lobby para mejorar el acceso a los mercados financieros de China de firmas extranjeras de valores y bancos de inversión. Varios bancos comerciales han tenido autorización para competir con los bancos chinos en todos los segmentos de negocios” (Financial Times, 23/5).


Otro paso fue asociar la banca de inversión con los principales bancos chinos. En abril del año pasado, se autorizó a Goldman Sachs a comprar el 5,8% de las acciones de uno de los grandes bancos chinos por 2.600 millones de dólares, la más grande inversión nunca hecha. Seis meses después, una revista señalaba que “es posible que la inversión del banco norteamericano haya triplicado el dinero para el fin de este mes” (The Economist, 12/10).


El paso dado con la compra de las acciones de Blackstone es un salto en la calidad de la asociación de la burocracia con el capital financiero. El objetivo de las reservas externas de cualquier nación es oficiar de moneda mundial y de respaldo en una crisis; China las utiliza, en cambio, para inversiones de “alto riesgo”. Pero, a diferencia de Estados Unidos o Japón -las naciones con las que rivaliza como productor industrial-, China no tiene una divisa que se negocie en los mercados financieros. No puede, como Estados Unidos, echar mano al recurso de la emisión monetaria para enfrentar una crisis internacional.


China desprecia su propia experiencia. Cuando las bolsas de todo el mundo se hundían en la crisis de 1997/99, China pudo utilizar las reservas acumuladas para superar la “crisis del mercado” y evitar una masiva desocupación (sustituyendo las exportaciones con planes de obras públicas).


“Alineando intereses”


Un asesor del Citigroup, especialista en China, trató de calmar las inquietudes de varios medios norteamericanos acerca de un supuesto “plan maestro (chino) para controlar los activos extranjeros en un insaciable deseo de expansión”.


Al contrario, detalla una serie de “ventajas” para la economía norteamericana: mantener las reservas externas norteamericanas y reducir la presión ‘proteccionista’ del Congreso.


El banquero tiene un balance de la restauración del capitalismo en China.


“El país tiene serios problemas sistémicos: disparidad en los ingresos, fragilidad del sistema financiero, desempleo, migración de trabajadores, corrupción, restricciones energéticas, un desarrollo insostenible, polución ambiental y más. Algunos problemas provienen del rápido crecimiento, otros son de la transición a una economía de mercado, y también a resultas del estancamiento político (...) Algunos líderes están preocupados porque el sistema financiero de China es el eslabón más débil del desarrollo” (R.L. Kuhn, en Business Week, 25/5). Lo que el hombre silencia es que al invertir una parte de sus reservas en inversiones de alto riesgo, China potencia todos sus desequilibrios y reduce los instrumentos con que cuenta para hacerles frente. Un mayor lazo con los medios financieros no puede sino incrementar las presiones, potenciando las fuerzas centrífugas. “Los chinos han comenzado a preguntarse por qué Beijing no puede usar el dinero para hacer escuelas y hospitales, antes que apoyar el dólar” (Fortune, 1/5).


Como si sus propios desequilibrios no fueran suficientes, ahora China asume como propios los de Wall Street. La solidez de esta asociación deberá comprobarse cuando llegue la primera crisis seria en la Bolsa norteamericana. Las bolsas “están caras”, dicen los especialistas; por eso un nuevo derrumbe puede estar cercano. “Anthony Bolton, el más famoso administrador de fondos, hizo sonar la alarma la semana pasada cuando anunció su plan de renunciar al fondo que maneja para las operaciones del Reino Unido. ‘Hemos tenido un mercado alcista por cuatro años ya. Este es un período de peligro’...” (Financial Times, 23/5).


¿Cómo reaccionarían los campesinos y obreros industriales en una crisis? “Es la otra pesadilla política que erupciona conflictos, como resultado de las disparidades sociales imposibles de ignorar y por el incontrolable flujo de información de los teléfonos celulares, de Internet y otros medios” (R. L. Kuhn en Business Week, 25/5).