China prepara una acción “antimonopolio” contra Google

La agudización de la guerra comercial y la disputa tecnológica

Según un informe reciente de la agencia de noticias Reuters, China estaría preparando una investigación y acciones “antimonopólicas” contra Alphabet Inc, multinacional estadounidense propietaria de Google. El Comité Antimonopolio del Consejo de Estado de China arrojaría una investigación en el presente mes, que tendría como objetivo analizar el dominio de Google en el mercado gracias a su sistema operativo Android. El trasfondo es la acentuación de la guerra comercial en medio de la depresión económica mundial y la puja por el control del creciente mercado de la tecnología y las telecomunicaciones.

De un lado y del otro, la guerra comercial

Desde el domingo 27, las apps chinas Tik Tok y WeChat quedaron parcialmente prohibidas en Estados Unidos. Los usuarios actuales podrán seguir utilizando las plataformas, sin gozar de actualizaciones ni nuevas descargas. El gobierno de Trump -que ahora se envalentona contra los videojuegos Fornite y League of Legends- intentará prohibirlas por completo a partir de noviembre. Los argumentos para la cruzada estriban en el robo de información personal recopilado por estas empresas ligadas al Estado chino y que, según Trump, serían utilizados en contra de los intereses nacionales y económicos del país. Indiscutiblemente, la denuncia es una hipocresía total: las mismas objeciones le caben a Mark Zuckerberg con Facebook, y Trump acude al silencio absoluto. Cabe destacar también que el propósito inicial del gobierno yanqui fue intimar a China a vender la red social a un capital de su propio país, dando lugar incluso a una oferta realizada por Microsoft que luego fue rechazada. Huawei se encuentra a su vez actualmente en una “lista negra” comercial, lo que desbarata por completo el argumento de Trump. A su vez, inclusive, el capital chino prometió anteriormente crear su propio cifrado ante el desarrollo de la conectividad 5G, avance tecnológico que casi no tiene precedentes y en el cual es pionero. Este cifrado, denominado “criptografía cuántica” dificulta enormemente el espionaje sobre sus comunicaciones, cuando Huawei desplazó el pasado año a Apple del podio de ventas de smartphones. Lo que en realidad se disputa no es la protección de la intimidad y el control de datos, sino su monopolio a nivel mundial, que China busca contrarrestar y Estados Unidos mantener.

Como respuesta a la cruzada del Estado norteamericano, el gobierno chino exige continuar las investigaciones sobre el dominio de Google a nivel global y su posición favorable en el mercado, con una sanción económica y la prohibición en el país (actualmente está restringido el acceso a Gmail y a sus motores de búsqueda). Esta guerra entre ambos bandos tiene una doble motorización. Si por un lado la crisis mundial azuza las disputas comerciales entre monopolios, y con ellos, los Estados de sus países originarios, el boom de las telecomunicaciones tras el establecimiento de cuarentenas por la pandemia del Covid-19 no hace más que echar leña al fuego.

Desarrollo tecnológico, ¿al servicio de quién?

Estos sucesos no hacen más que confirmar lo que ya veníamos señalando en Prensa Obrera. La guerra de rapiña montada por la disputa de la conectividad 5G ha evidenciado que el mundo digital es una pieza clave de la guerra comercial, y detrás de las banderías en pugna se alinean distintos países; lo que podría conducir a una fractura del mismo en dos bloques bien marcados. La respuesta por parte de China a las acciones emprendidas por Trump suma entonces un nuevo capítulo a una contienda que se viene acrecentando y que el Foro de Davos bautizó a principios de año como una “guerra fría tecnológica”, en tono de advertencia.

El desarrollo tecnológico y su libre utilización para el bienestar de la población mundial entran en contradicción con el régimen social vigente. Los choques interimperialistas por copar un mercado creciente, que se manifiestan en los bloqueos, las acusaciones cruzadas de espionaje (y el espionaje efectivo), la monopolización de las herramientas digitales y la inaccesibilidad para miles de millones de personas plantean a la clase trabajadora la tarea histórica de barrer para siempre el yugo del capital, y hacer de los avances tecnológicos de nuestros tiempos un patrimonio común de toda la humanidad.