¿China recupera a Hong Kong o el imperialismo recupera a China?

La prensa habla de la “recuperación”, del “traspaso” y del “cambio de manos” de Hong Kong a China —y hasta inventó un neologismo, la “retrocesión”—, para evitar referirse a uno de los aspectos claves del acuerdo chino-británico: que China no recupera realmente su soberanía sobre Hong Kong.


Basta ver, para esto, que China no tiene permitido aplicar su constitución nacional sobre el enclave, sino que deberá aplicar la llamada “Ley Fundamental”, establecida en el acuerdo con Gran Bretaña.


En la isla no regirá la moneda china, sino el dólar de Hong Kong. No se aplicará el código civil chino, sino el heredado del Imperio británico. Lo mismo ocurre con el código penal. Los encargados de aplicarlo serán los miembros del ‘civil service’, el aparato estatal modelado por los británicos. El encargado de vigilar el cumplimiento de estos códigos dictados por los británicos será un cuerpo judicial también nominado por ellos. La burocracia estatal y el cuerpo judicial son intangibles. Encima de todo esto, el status de Hong Kong, como “región administrativa especial china”, no está determinado por las leyes nacionales chinas, sino por un acuerdo político con el Imperio británico, bajo la directa supervisión del imperialismo norteamericano.


¿Se podría decir, en consecuencia, que nada cambia? No es así. Hasta el 1º de julio, China no podía ejercer su soberanía, como consecuencia de una imposición colonial apoyada en la fuerza militar. Desde el 1º de julio, por el contrario, la burocracia china consiente en renunciar a su plena soberanía sobre Hong Kong.


La recuperación administrativa de Hong Kong por parte de China representa, por sobre todo, una gigantesca penetración del imperialismo mundial en la economía y política de la China continental.