Internacionales
9/5/1996|493
Clinton y Kohl respaldan el genocidio checheno
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Chechenia se ha convertido en el “Vietnam de Yeltsin” (The Economist, 10/2). Las pérdidas rusas son proporcionalmente mayores a las que sufrió en Afganistán. A pesar de esto y de masacrar a más de 35.000 civiles y enviar a otras decenas de miles a campos de concentración, la burocracia rusa ha sido incapaz de doblegar a los chechenos. Después de más de un año de campaña contra fuerzas sumamente inferiores, las tropas rusas dominan apenas las dos terceras partes del territorio, y esto aun en forma “ilusoria” (Le Monde, 20/4). Las tropas de ocupación ni siquiera han podido impedir la realización de manifestaciones de masas —como la que recorrió el centro de Grozny a mediados de febrero y congregó a más de 10.000 personas que reclamaban a los gritos “fuera las tropas de ocupación”.
Como parte del ‘marketing electoral’, Yeltsin anunció hace ya un mes un ‘cese del fuego’ y el retiro de la mayoría de las tropas rusas. Desde ese mismo momento, “los bombardeos son peores que nunca y la población civil está siendo aniquilada”, según el representante español de la Organización para la Cooperación y la Seguridad Europea. En efecto, “de un extremo al otro de este país destrozado, los soldados están peleando tan fieramente como en ningún otro momento desde diciembre de 1994” (The New York Times, 24/4).
Con relación al promocionado ‘plan de paz’, para el ya mencionado oficial español: “O Yeltsin está mintiendo o los militares no están obedeciendo”. Según el corresponsal de The New York Times (24/4), “la sensación que se palpa aquí es que los militares simplemente han decidido desafiar a Yeltsin”, lo que en realidad viene ocurriendo desde el mismo inicio de la guerra. Otro sector de la oficialidad califica la guerra como “una aventura” y reclama un rápido “arreglo político” con los chechenos.
La burocracia invadió Chechenia para asegurarse el dominio de los oleoductos que llevan petróleo desde los yacimientos del Mar Caspio –entregados al imperialismo mundial– hacia Occidente y para garantizar la viabilidad de todo el ‘negocio’. El imperialismo brindó, desde el inicio, un sólido apoyo a la masacre, en función de una defensa política de Yeltsin. Este apoyo no ha disminuido un ápice a pesar de las evidencias de que Yeltsin está llevando adelante un verdadero genocidio: en su reciente viaje a Moscú, Clinton volvió a justificar la invasión al reiterar enfáticamente que “Chechenia es parte de Rusia”.
Con la complicidad de todas las potencias imperialistas, “el número y gravedad de las violaciones de los derechos humanos en Chechenia –el bombardeo y ametrallamiento de civiles, los saqueos y los secuestros extorsivos, las torturas en ‘centros de filtración’ rusos, las ejecuciones sumarias– no tienen precedentes en Rusia desde las represiones de Stalin” (Serguei Kovalov, parlamentario ruso, en Le Monde, 20/4). Los ‘demócratas’ sean unidos…