Colombia: Las “pirámides” de Uribe

La estafa cometida en Colombia por las llamadas “pirámides financieras”, que ofrecían intereses elevadísimos por el dinero depositado en ellas, ha derivado en una crisis política de suficiente magnitud para lograr lo que no consiguieron todos los escándalos recientes: impedir la re-reelección de Alvaro Uribe.

Esas “pirámides” -un sistema financiero paralelo- captaban dinero de pequeños ahorristas, a quienes ofrecían intereses de hasta el 150 por ciento anual. Por supuesto, semejante operatoria no podría haber funcionado sin la anuencia del gobierno. Es más: varios funcionarios oficialistas aparecen involucrados en la maniobra.

La caída de las “pirámides” ha hecho esfumar cientos de millones de dólares de ahorristas pobres, cuyas protestas en Bogotá fueron reprimidas por la policía. En algunos puntos del país la situación social derivada de la estafa es peor que crítica. Por ejemplo, en el departamento Putumayo, de 380 mil habitantes, casi el 90 por ciento de su población adulta cayó en la trampa (hay ahorristas de 100 dólares) y, ahora, el congresista Guillermo Rivera, oriundo de esa región, advierte que “Putumayo es una bomba de tiempo” (El País, 26/11).

Las “pirámides” más grandes que han caído son DFRE (sigla de Dinero Fácil, Rápido y Efectivo) y DMG. El titular de esta última, David Murcia, está detenido en Panamá, mientras empiezan a develarse “los vínculos entre DMG y el multimillonario tráfico de cocaína en Colombia” (On Sunday, 23/11). Se trata de una manifestación peculiar de la crisis financiera internacional, en cuanto la circulación de los grandes capitales invertidos en el narcotráfico tiene sus particularidades. El capital del comercio de drogas ilegales o del contrabando de armas -dos de los grandes motores de la acumulación actual- está sujeto a las mismas leyes que cualquier otro capital, y como cualquier otro se ve afectado por el crack bancario. Las grandes entidades financieras son a su vez grandes centros de lavado de dinero de esas procedencias, y ahora la crisis ha transformado toda esa estructura en un tembladeral.