El pasado miércoles 21, supuestamente, se iba a poner fin de una vez por todas al polémico Título 42, una normativa que permite a los Estados Unidos avanzar en la deportación inmediata de inmigrantes provenientes tanto de México como de otros países de la región, con la excusa de la situación sanitaria generada por la pandemia de coronavirus.

Con esta expectativa es que miles de inmigrantes acudieron al límite entre Ciudad Juárez y El Paso, con la esperanza de cruzar la frontera norte, en busca de una vida mejor. Sin embargo, la normativa no fue derogada. En consecuencia, el estado de Texas ha reforzado la frontera con más de 400 efectivos armados con fusiles y camionetas militares que impiden que los migrantes crucen la frontera.

Si bien el actual presidente Joe Biden apeló al voto latino en las últimas elecciones, contraponiéndose al discurso antiinmigrantes de su contrincante Donald Trump, la realidad es que durante su mandato no solo la situación de los migrantes no ha mejorado, sino que, por el contrario, las deportaciones no han hecho más que aumentar. Se han deportado a más de 78.433 inmigrantes provenientes del llamado triángulo norte de Centroamérica y han aumentado un 318,4% las repatriaciones, pasando de 3.696 en 2021 a 17.863 en la actualidad.

Por otro lado, es pertinente aclarar que si bien es el principal responsable, el gobierno estadounidense no es el único culpable de esta grave situación. Los gobiernos de la región, particularmente el de López obrador en México, contribuyen día a día a esta crisis. El gobierno mexicano ha deportado a 92.718 inmigrantes provenientes de la región del triángulo norte, aproximadamente un 20% más que Washington.

Tanto los demócratas como los republicanos son responsables de la situación de los migrantes. La única forma de acabar con la crisis migratoria es terminando con el sistema que la propicia. La unidad de los trabajadores migrantes y los de cada país es clave para ello.

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