Internacionales
10/12/2024
Corea del Sur: un gobierno contra las cuerdas
Crece la movilización por la salida de Yoon Suk-yeol
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Las marchas del fin de semana
Tras la derrota del presidente surcoreano Yoon Suk-yeol en su intento de imponer la ley marcial y un autogolpe de Estado, los manifestantes pasaron a la ofensiva para reclamar la salida del poder del mandatario derechista. El sábado 6, entre 150 mil personas -según las autoridades- y un millón -según los convocantes- se movilizaron a las puertas de la Asamblea Nacional, donde se tramitaba una moción de destitución presentada por diputados opositores.
La moción no prosperó debido a que no alcanzó los dos tercios de los votos. La apoyó el bloque del centroizquierdista Partido Democrático (PD) y apenas tres legisladores del oficialista Partido del Poder Popular (PPP). De todos modos, el titular del PPP, Han Dong-hoon, ha dicho que trabajará por un desplazamiento de Suk-yeol y que, mientras tanto, la administración recaerá de hecho en el primer ministro, Han Duck-soo. “Mediante una salida anticipada y ordenada del presidente, minimizaremos el caos y estabilizaremos la situación política”, sostuvo. El jefe del PPP quiere evitar una transición agitada, bajo la presión de la calle, como la que tuvo lugar en 2016-2017, cuando movilizaciones multitudinarias condujeron a la destitución de Park-Geen-hye, también de la derecha, quien fue acusada de integrar una red de recepción de sobornos y de favores a grandes grupos empresarios.
El fin de semana, las manifestaciones populares se combinaron con algunas huelgas y movilizaciones obreras. Los ferroviarios de Seúl pararon 72 horas y se movilizaron; los metalúrgicos marcharon al Ministerio de Trabajo y de allí a la Asamblea Nacional. La KCTU, una de las dos grandes centrales sindicales, también movilizó e hizo un llamado a una huelga general hasta la caída del presidente, aunque no la puso en marcha. La otra federación sindical, FKTU, emitió un comunicado el 8 de diciembre reclamando la salida de Suk-yeol, pero no anunció medidas de fuerza.
El martes 3, Suk-yeol había dictado la ley marcial, prohibiendo las manifestaciones, huelgas y la actividad política parlamentaria, bajo el pretexto de supuestas actividades “pronorcoreanas” por parte de sectores opositores. Por algunos testimonios, ahora se sabe que el plan del presidente y el ministro de Defensa Kim Yong-hyun (actualmente detenido) incluía el encarcelamiento de opositores políticos y la entrega de munición real a las tropas desplegadas cerca del parlamento, orden que habría sido desobedecida por mandos inferiores (El País, 9/12).
La rápida respuesta popular frustró la tentativa golpista que trajo a la memoria la dictadura militar que se extendió desde 1961 hasta 1988. Los manifestantes rodearon la Asamblea Nacional y los blindados de las fuerzas represivas, y se enfrentaron cara a cara con ellas. El parlamento rechazó, en ese cuadro, la ley marcial, y unas horas más tarde, con la movilización en desarrollo, el presidente reculó en su decisión.
El pulso geopolítico
Corea del Sur es un estrecho aliado del imperialismo yanqui; es, sobre todo, una pieza en el cerco contra China. La Casa Blanca tiene cerca de 30 mil soldados desplegados en el país. En 2017, desarrolló un escudo antimisiles en el territorio y son recurrentes los ejercicios militares conjuntos. Suk-yeol, que asumió en 2022, después de derrotar por estrecho margen a la centroizquierda, acentuó esta política de alineamiento, igual que la beligerancia hacia Corea del Norte, con la que han recrudecido las tensiones.
El presidente saliente de Estados Unidos, Joe Biden, visitó Seúl durante su gira por Asia, en 2022. En mayo de 2023, fue el mandatario coreano quien visitó Washington. Y en agosto de ese mismo año, tuvo lugar una cumbre en Camp David entre Biden, Suk-yeol y el entonces primer ministro de Japón, Fumio Kishida, con la intención de afianzar lazos políticos y militares. Vale señalar que el mes pasado, estos tres países realizaron ejercicios militares conjuntos en el Pacífico (“Freedom Edge”), con buques y aviones.
Esta entente, para consolidarse, requiere, como paso previo, una normalización de relaciones entre Japón y Corea del Sur, que arrastran rivalidades desde la monstruosa ocupación japonesa de la península (1910-1945), con trabajo forzado y sometimiento sexual de cientos de miles de mujeres. A tales efectos, Kishida visitó Seúl en 2023, primer viaje de un mandatario nipón en mucho tiempo.
La cuestión presenta una complejidad adicional, y es que, a contramano de su alineamiento geopolítico, Corea del Sur tiene una importante relación económica con China, que es su principal socio en materia de exportaciones e importaciones, seguido de Estados Unidos. En 2015 llegó a firmarse un tratado de libre comercio entre Seúl y Washington, si bien desde 2017 China impuso sanciones a la industria coreana por los acuerdos militares con la Casa Blanca.
China busca dinamitar la entente en formación. En una reciente cumbre de carácter económico, les ofreció a sus pares asiáticos avanzar en un acuerdo de libre comercio entre las tres naciones.
Lo que viene
Este miércoles la oposición presentaría una nueva moción de destitución que podría votarse el fin de semana, a la expectativa de un quiebre del oficialismo. A la par, el presidente está siendo investigado y se le prohibió la salida del país.
Las movilizaciones en curso vienen precedidas por otras gestas históricas del pueblo surcoreano, como las que derrotaron el intento de imponer una elevación de la jornada laboral en 2023, la que conquistaron la legalización del aborto en 2021 y las resonantes “marchas de las velas”, bajo el frío polar, que voltearon a Park Geun-hye.
El pueblo surcoreano puede hacerlo de nuevo.