Coronavirus: la tragedia de Lombardía y la familia Rocca (Techint)

Camiones militares transportan cadáveres de víctimas del Covid-19

La región de la Lombardía en el norte de Italia, fundamentalmente la provincia de Bérgamo y, aún más específico, Val Seriana (el valle del río Serio), es posiblemente la región del mundo que tiene el más alto porcentaje de muertos por Covid-19. 


La zona es de una altísima concentración fabril y en el hospital Pesente Fenaroli de Alzano Lombardo se inició oficialmente el 23 de febrero la epidemia de la zona de Bérgamo, con dos pacientes ingresados que dieron positivo al coronavirus, en una semana los contagiados llegaban a 220 y luego crecieron exponencialmente. 


Nembro y Alzano Lombardo son dos de las localidades de Val Seriana que concentraron la mayor cantidad de contagiados (y muertos), y Val Seriana (de conjunto) tiene el triste récord de ser la zona con más muertos por Covid-19 por habitante de Europa; sin embargo, nunca fue declarada zona roja y nunca se llevó a cabo una cuarentena completa. 


A medida que las cifras de contagiados crecía a pasos agigantados, los alcaldes de las localidad de Val Seriana y, particularmente los de Nembro y Alzano Lombardo, estaban preparados para proceder a cerrar sus localidades, sin embargo, la orden del gobierno nacional no llegó nunca porque a la par de los contagios creció la presión de los grupos industriales que comenzaron una campaña para señalar que, en realidad, la situación en la zona era “normal” -a pesar que en cinco días se habían alcanzado los 110 infectados oficiales en la zona y la epidemia ya estaba fuera de control. “Tenemos que bajar el tono, hacer entender a la opinión pública que la situación se está normalizando, que la gente puede volver a vivir como antes”, dijo el presidente de Confindustria Lombardía, Marco Bonometti, en los medios, sosteniendo que “el riesgo de infección es bajo”. Esta posición criminal de los capitalistas fue avalada por todas las fuerzas políticas, desde el alcalde de Bérgamo, Giorgio Gori, del Partido Democrático (un partido de centroizquierda), hasta el propio primer ministro de Italia, Giuseppe Conte, quien el 8 de marzo -cuando los contagios oficiales en la Bergamasca habían pasado, en una semana, de 220 a 997-, en una confusa rueda de prensa a través de Facebook anunció un decreto por el que se restringían las entradas y salidas de los municipios, pero todo el mundo podía seguir yendo al trabajo. Cuando un par de días después el confinamiento se extendió a toda Italia por igual, en la zona de la Bergamasca nada cambió, mientras los contagios crecían y crecían las fábricas seguían funcionando a toda máquina. 


La intervención de los sindicatos obligó a tomar más medidas, poniendo límites que las empresas violaron tratando de buscar, a través de subterfugios, una vía para seguir trabajando, declarando que su actividad de alguna manera debía ser calificada como esencial, una suerte de “autocertificación”; la presión de los trabajadores que comenzaron huelgas en varias empresas obligó a que el gobierno pusiera más límites. Con todo, quedaron puntos ambiguos y muchas fábricas continuaron prácticamente todas abiertas, sin la debida distancia de seguridad ni el material adecuado, hasta el 23 de marzo, cuando los contagios oficiales en la zona ya eran casi 6.500. Una semana después y a pesar del decreto de cierre de “todas las actividades productivas no esenciales”, había 1.800 fábricas abiertas y 8.670 infectados oficiales en la zona.


Techint, siempre Techint: desde tubos a la salud privada


Una de las empresas que siguió funcionando en la zona de Bérgamo es Tenaris, del grupo Rocca, que emplea 1.700 trabajadores. La producción de Tenaris no es esencial, sin embargo, siguió trabajando con el aval de los gobiernos, como sucede en nuestro país con la planta de Siderca, donde incluso cuenta con el aval de los intendentes de la zona y las autoridades nacionales y provinciales. Son los mismos capitales de la Techint que despidió 1.500 trabajadores de la construcción, que el propio gobierno de Fernández homologó. 

Tenaris en Italia está dirigida por Gianfelice Rocca, quien, a su vez, es presidente de Humanitas. Humanitas es socia con el grupo San Donato de las dos clínicas privadas más importantes de la zona, que facturan más de 15 millones de euros anuales cada una. Tenaris los enferma, Rocca los atiende y factura con la enfermedad, un combo macabro. 


“Es el capitalismo, estúpido”


La tragedia sanitaria en la Lombardía tiene explicaciones. Una de ellas es la decisión de impedir una cuarentena que frene el contagio y sostener todas las condiciones de trabajo que facilitaban la propagación del virus. El otro aspecto clave es la destrucción de la salud pública en función de los negocios de la salud privada. 


El límite lo puso la clase obrera, que actuó a pesar de la complicidad de la burocracia sindical y de los partidos de todos los signos políticos que avalaron las decisiones criminales de los capitalistas. 


Pero Bérgamo es solo la expresión más descarnada de un fenómeno mundial. En nuestro país, la presión capitalista está horadando la cuarentena. Los responsables son los mismos.