Crece la rebelión popular en Grecia

La rebelión popular griega -que estalló luego del asesinato del joven Alexis Grigoropoulos, de 15 años, por la policía de Atenas – entró en su segunda semana. La prensa y los gobiernos de Europa le reclaman al primer ministro derechista Costas Karamanlis que ponga fin rápidamente a la rebelión porque temen que el “ejemplo griego” se extienda. Pero Karamanlis se ha demostrado incapaz de detener el torrente que se extiende por todo el país.

El 10 de diciembre, en el quinto día de la rebelión, se realizó una masiva huelga general. Había sido convocada antes del comienzo de la rebelión por la Confederación General del Trabajo y la Federación Nacional de Empleados Públicos (GSEE y Adedy, respectivamente en griego) en repudio al proyecto de presupuesto, que implica privatizaciones y recortes de conquistas. La huelga fue especialmente fuerte entre los trabajadores de la educación, la salud, el transporte y los empleados públicos.

El primer ministro Karamanlis le reclamó a la burocracia sindical, ligada al Pasok (partido socialdemócrata), que levantara la huelga y cualquier otro tipo de movilización. Pero prevaleció la presión de abajo y el temor de que los trabajadores se movilizaran en forma independiente impidieron que la burocracia levantara el paro. Antes del reclamo de Karamanlis, la dirección de la GSEE ya había cancelado una marcha desde el local del sindicato a la plaza del parlamento; en su lugar, convocó a concentrarse frente al parlamento con la consigna de “defensa de la democracia parlamentaria”. La dirección de la GSEE no levantó este acto. Aunque la huelga fue muy importante, la concurrencia al acto de la burocracia fue débil.

El KKE (stalinista) organizó su propio acto, aún más minoritario.

La única marcha que tuvo lugar en Atenas el día de la huelga general fue organizada por las organizaciones de la izquierda radical: Mera (Frente de Izquierda Radical, que incluye a nuestros compañeros del Partido Revolucionario de los Trabajadores-EEK), Enantia (Izquierda Unida Anticapitalista), dos grupos maoístas y el Movimiento Antiautoritario (anarquistas). Un conjunto de sectores clasistas del movimiento sindical encabezaron la marcha de la izquierda.

Fue la concentración más importante de la izquierda clasista de Grecia en las últimas décadas: se movilizaron más de 25.000 manifestantes; el EEK, también, tuvo el contingente más fuerte de su historia reciente.

Está convocada una nueva huelga general para el jueves 18, cuando el proyecto de presupuesto sea debatido en el Congreso.

Manifestaciones, ocupaciones, asambleas

Las manifestaciones y movilizaciones no han cesado un solo día; se desarrollan en el centro de Atenas, en los barrios periféricos y en el interior del país.

Sus principales protagonistas son los secundarios. “La extensión de las protestas entre los secundarios es particularmente significativa porque es un grupo etario que no ha sido políticamente activo desde comienzos de los ‘80” (The Wall Street Journal, 11/12). Los acompañan sus padres, profesores, los estudiantes y docentes universitarios.

La represión es violenta: ya hay casi 200 detenidos que serán sometidos a juicio; la mayoría son menores de 16 años.

Hay un movimiento general de ocupaciones de colegios y universidades: son más de 400 en todo el país. Las escuelas y universidades ocupadas son centros de organización, deliberación y, también, de refugio y libertad. La ley impide a las fuerzas represivas ingresar en las instituciones educativas.

En la ocupada Facultad de Derecho funcionan diariamente dos asambleas: una de estudiantes, que reúne representantes de casi todos los centros de la Universidad de Atenas; la otra de trabajadores, que reúne cientos de activistas clasistas. Se ha establecido un ‘Centro de Acción Independiente’, que coordina las dos asambleas.

En esas asambleas fue votado un manifiesto que convoca a la huelga general indefinida para derrocar al gobierno de Karamanlis, y levanta un programa de reivindicaciones (inmediata liberación de los detenidos, la derogación de la legislación antisindical, contra los jubilados y represiva del gobierno; aumento de salarios; estatización bajo control de los trabajadores de las empresas privatizadas).

Un gobierno en ruinas

El gobierno no ha logrado el respaldo de los partidos parlamentarios para votar el estado de emergencia. La derecha critica abiertamente su “postura defensiva”. “Lo que estamos viendo es la total abdicación de su responsabilidad por parte del Estado griego”, dice Antonis Papayadinis, ex editor en jefe de un diario conservador (The Wall Street Journal, 12/12).

Los partidos parlamentarios atacan abiertamente a los jóvenes. A la cabeza del ataque está el KKE (stalinista), que los califica de “talibanes”, “gangsters” que integran “bandas de narcotraficantes y redes de prostitución”, “agentes policiales” y hasta de “agentes de la CIA”.

En este cuadro, el reclamo de elecciones anticipadas que hace el Pasok es, antes que nada, una maniobra para sacar a los jóvenes de las calles.

Europa, Europa

A los gobiernos europeos les preocupa la posibilidad de que las movilizaciones se extiendan a todo el continente. En la mayoría de sus capitales, desde Madrid a Berlín, hubo movilizaciones de solidaridad. La rebelión griega es la primera que tiene lugar desde el estallido de la crisis mundial.

Defensa incondicional de la rebelión

Hace dos años, los jóvenes de los suburbios pobres de París protagonizaron una enorme rebelión ante el asesinato de dos jóvenes por la policía. En aquella oportunidad, la derecha y la izquierda repudiaron la rebelión.

La misma hipocresía se repite hoy. Reconocen que los jóvenes griegos son acosados por la policía, que su desempleo es masivo, que su educación se derrumba y que no logran encontrar empleos decentes. Pero vuelven a repudiar a los jóvenes que se rebelan contra esta porquería.

En oposición a esta hipocresía, reivindicamos incondicionalmente la rebelión de la juventud -ayer en París, hoy en Atenas, mañana donde sea- cualesquiera sean los métodos y las medidas por las cuales esa rebelión se exprese.

Defendemos incondicionalmente al pueblo explotado y a la juventud oprimida, que sale a luchar con los métodos que encuentra a mano. Repudiamos a los que quieren imponerles recetas de “buena educación” a la rebelión popular.

Grecia, reconocen los diarios, está en bancarrota; la crisis mundial la agravará violentamente. Pasó de ser el eslabón económicamente más débil de Europa a ser el eslabón políticamente más débil. Y la rebelión popular no dijo todavía su última palabra.