Crimen del racismo

La “Conferencia de la ONU contra el racismo” realizada en Sudáfrica, ha concluido en un fracaso completo. “El colapso es total”, resumió un diplomático (Página/12, 8/9). Las dos anteriores “conferencias”, celebradas en 1978 y 1983, terminaron en idénticos fracasos.


La defensa incondicional del Estado sionista llevó a Estados Unidos a retirarse en mitad de la Conferencia. En cuanto a la Unión Europea, “cerró filas unificadamente para impedir cualquier intento de que Israel fuera calificado como racista” (Financial Times, 8/9).


La Conferencia también fracasó por la cerrada negativa de Estados Unidos y la Unión Europea a “pedir disculpas” por el tráfico de esclavos y condenar el colonialismo. Las ofrecidas por algunos (no todos) de los miembros de la UE “no implican definir al colonialismo como un crimen contra la humanidad ni aceptar el principio de reparación económica que exigen los países africanos, aclaró el vocero (de la UE) Koen Vervaeke” (La Nación, 8/9). Como señala un periodista sudafricano, “los delegados no pueden pretender encontrar el elusivo lenguaje que reconozca los crímenes del pasado, ponga en evidencia las actuales prácticas racistas pero, más importante que nada, no ofenda a nadie ni nombre a nadie. Iluminar la realidad sin recurrir a la verdad se está revelando una proposición dificultosa” (The Nation, Durban, 6/9).


Tampoco los gobiernos de América Latina, Africa y Asia querían “ser sometidos a escrutinio” por sus actuales prácticas racistas contra sus propias minorías nacionales y los inmigrantes. No sólo no se discutió la situación de los negros y los latinos en Estados Unidos o la de los inmigrantes africanos, asiáticos o europeos en la UE; tampoco se trató la situación de los negros y los indígenas latinoamericanos, la de los aborígenes australianos o la de los inmigrantes árabes en los países del Golfo Pérsico. Tan conveniente y contundente fue el fracaso de la Conferencia que no son pocos los diplomáticos que predicen que “será la última de su tipo” (Página/12, 8/9).


Lo sucedido muestra que, en el cuadro de la dominación imperialista, es imposible resolver la opresión racial, nacional o de género, cuyo contenido social es enteramente capitalista. El fracaso de la Conferencia es, en consecuencia, un golpe fenomenal a las ilusiones de la pequeñoburguesía proimperialista sobre la ‘reforma de la ONU’ y las otras ‘instituciones internacionales’. En Sudáfrica, el planteo estratégico de la ‘democratización’ de la ONU volvió a demostrarse inviable.