Crisis económica y política en Brasil

"La situación de toda la región sur de América Latina sería insostenible" (Fernando Henrique Cardoso)

La amenaza de una cesación de pagos argentina se ha convertido en la excusa corriente del gobierno y los “analistas de mercado” brasileños. Afectado por lo que serían las consecuencias del infortunio ajeno, el Banco Central elevó días atrás la tasa de interés, con el propósito declarado de controlar una fuga de capitales y la devaluación del real.


“Se interrumpe la curva de crecimiento”, reaccionó casi unánimemente la prensa brasileña, el que pasó de un 6% al “1,5 al 2% como máximo para el año en curso” (O Estado de Sao Paulo, 25/3).


En realidad, el reingreso de Brasil en el territorio de la crisis tiene como una de sus causas básicas el quebranto provocado por la misma política que hundió a la Argentina. Es decir: se remataron a precio de banana los activos estatales, se apeló al endeudamiento que engorda al capital especulativo y de corto plazo a costa de las finanzas estatales, y estas últimas fueron convertidas en un gigantesco subsidio al gran negocio financiero. Ahora, “tem que pagar a conta”.


Concretamente, “el cuadro de las cuentas externas del país en el primer bimestre del 2001 es pavoroso” (Gazeta Mercantil, 25/3). Primero: los intereses pagados a la banca extranjera crecieron en un 40% con relación al mismo período del año pasado. Segundo: “mucho peor” (ídem) es lo que ocurrió con la salida de beneficios y dividendos: crecieron casi el 1000% hasta alcanzar los 700 millones de dólares en el mismo lapso. Tercero: el ingreso de capital externo para inversión, necesario para el financiamiento de los ítems anteriores, caerá como mínimo entre 30 y 40% en este 2001. La política cavalliana está llevando a Brasil a la lona, pero el “establishment” vecino espera que Cavallo evite que la caída de la Argentina lo arrastre a una quiebra general. O sea, al revés de lo que denunció Cavallo.


La quiebra a plazo fijo de Brasil es la base de la crisis política del régimen de Cardoso. La Alianza entre el partido del Presidente y el derechista Partido Liberal está quebrada, el Parlamento está paralizado porque el oficialismo liquidó las sesiones legislativas ante la amenaza de la constitución de una Comisión Investigadora de la corrupción. El gobierno está en el banquillo de los acusados por coimas en los negociados de las “privatizaciones”, financiamiento ilegal de las campañas electorales, operaciones de funcionarios de lavado de dinero en los paraísos fiscales y fraude en licitaciones y concesiones del Estado.


A fines de marzo los representantes de las cámaras patronales más importantes del país manifestaron su “preocupación con la gobernabilidad y la inestabilidad política reinante” (O Estado de Sao Paulo, 23/3). En una reunión con líderes parlamentarios, el propio Cardoso planteó que con las complicaciones del escenario financiero internacional “se corre el riesgo de que la crisis política se dispare a partir de la economía, como en la Argentina, y en ese caso la situación de toda la región sur de América Latina sería insostenible” (Gazeta Mercantil, 23/3). El hombre sabe que su delfín para las elecciones presidenciales del año próximo -el ministro José Serra- aparece con un miserable 7% de apoyo contra casi 30% de Lula y poco menos de 20% del también centroizquierdista Ciro Gomes. Presionado por la crisis, el propio Lula acaba de declarar que “el socialismo no está a la orden del día”, enviando señales de “moderación” a la clase patronal (Ambito Financiero, 28/3).


Brasil marcha derechito a una enorme crisis económica y política. No está muy lejos el día en que los “analistas de mercado” argentinos utilicen como excusa de sus penurias la caída del gigante brasileño.