¿Crisis? ¡Qué crisis!

Hace dos semanas la crisis financiera que arrancó de lleno en julio pasado había sido dada por superada. ¿Crisis? ¿qué crisis? ironizaban los comentaristas por hora. En efecto, las acciones de Wall Street batían un record atrás de otro, especialmente a medida que iba conociendo las pérdidas siderales de los balances trimestrales de los grandes bancos. “A los mercados le gustan los resultados pobres”, señalaba un columnista del Financial Times. “Es una catarsis, cuanto más perdés, más se van para arriba las acciones”.


En una semana, cuatro grandes bancos habían declarado una pérdida sumada de 13 mil millones de dólares — encabezados por el Citi con 6 mil millones. Las principales bolsas saludaban las pérdidas con nuevas subas. Parecía que se convertía en realidad una fantasía del presidente del Deutsche Bank: “confesémonos las pérdidas para poder salir de la crisis”. Pasando a fondo perdido los créditos incobrables podía reiniciarse el ciclo de la especulación y de la ganancia. Un café cargado y chau borrachera. Los analistas más sofisticados ofrecían otra interpretación: los anuncios de pérdidas impulsaban a las Bolsas porque aumentaban las probabilidades de que el Banco Central de los Estados Unidos (FED) volviera a reducir fuertemente la tasa de interés, dando un nuevo punto de partida a las ganancias. El Casino ideal: cuando ganamos, ganamos; cuando perdemos, también ganamos. Que los oráculos del catastrofismo se cocinen en su propio caldo.


Billones


Las pérdidas anunciadas eran, sin embargo, monedas. La deuda de los hogares norteamericanos había llegado, el año pasado, a unos 13 billones de dólares — el 80%, ó 9,5 billones, deuda hipotecaria. Las hipotecas de baja y media calificación crediticia correspondían al 40% de ese valor, o sea casi cuatro billones de dólares. Que anuncien pérdidas por 13 mil millones es un chiste. Sólo el escocés Northern Bank, que obligó al Banco de Inglaterra a declarar la garantía estatal de sus depósitos, tiene un stock de créditos hipotecarios de 200 mil millones de dólares. Los anuncios de pérdidas felices de aquellos bancos se parecían al cuento de la buena pipa.


Pero el muerto no se limita a los créditos hipotecarios. Los fondos creados por los bancos, en Estados Unidos, gestionaban, en julio pasado, 400.000 millones de dólares de créditos para adquisición de empresas. Los bancos mismos, a su turno, tenían una suma similar en su cartera, en forma transitoria, pendiente de venta. Como explica una diario italiano, “el colapso no afecta solamente al ‘subprime’ (hipotecas de baja calidad crediticia) sino también al ‘private equity’ (los fondos que se dedican a comprar acciones o bonos de empresas y las empresas mismas). El diario informa orondamente que “esos institutos se encuentran desde hace meses firmemente en la cola para deshacerse de 300 mil millones de dólares de créditos apalancados” (o sea de créditos comprados con otros créditos). De cualquier modo, sólo el Citibank tiene en su poder 100 mil millones de títulos sin vender… ‘pericolanti… ad allarmare il mercato’ — según el moderado criterio del Corriere della Sera.


Bastó, naturalmente, que el Wall Street Journal revelara que el Tesoro norteamericano estaba impulsando la creación de un fondo de rescate por 100 mil millones de dólares para que todo se fuera al diablo. La gilada se avivó: la crisis estaba peor que nunca. Además se asociaba a la iniciativa la Autoridad Financiera del Reino Unido (FSA). El Corriere interpreta que se quiere salvar de la bancarrota al Citibank. La situación se dio vuelta como un pañuelo. ¿Crisis? — ¡qué crisis, mamma mia!


Salvavidas pinchado


No es para menos, porque, según el Financial Times al menos, la venta de propiedades en Estados Unidos se encuentra “en caída libre” (nadie compra), en momentos en que un 21,5% de las viviendas de Estados Unidos se encuentra en venta. Uno de los directores del diario acaba de prever una catástrofe inminente similar para los ingleses. Los bancos, según el mismo diario, ¡están ofreciendo créditos para que se les compre los títulos invendibles que tienen en cartera! Un caso ejemplar es del mencionado Northeran Bank, que, como nadie lo quiere comprar, está obligado a seguir funcionando para cumplir con todos los acuerdos que tiene firmados, con dinero del Tesoro británico. Una estatización bancaria en el paraíso del libre mercado. Ahora la crisis sí comienza a golpear en la Bolsa, pues de aquí a fin de año los analistas prevén que los anuncios de beneficios entren por primera vez en cinco años en terreno negativo.


Buceando más en profundidad, lo que parece ponerse en evidencia es que la reducción de la tasa de interés y la emisión de dinero que ideó la FED para hace frente a la crisis ha concluido en un fracaso. No ha servido para salvar a nadie porque la crisis no es de liquidez (falta transitoria de dinero) sino de solvencia (los deudores no tienen condiciones de pagar — mientras el dinero abunda como nunca por el financiamiento estatal a la actividad especulativa ) . El temor es que a la bancarrota se sume un derrumbe del dólar y un estallido inflacionario. “El gran peligro — dice un columnista del Financial Times — , es que se pierda la confianza en la FED” (“Sería una mala noticia que la FED volviera a bajar las tasas”, dice el Financial Times). Entre la última parte de julio y la primera de agosto, los bancos centrales habían emitido 500 mil millones de dólares; aun la semana pasada la FED proporcionaba unos tres mil millones diarios por su ventanilla de descuento. La FED se encuentra ante un dilema de hierro: si vuelve a bajar las tasas explotará la inflación y si no lo hace derribará a las Bolsas.


China


La atención de la crisis se desplaza ahora a China, porque mientras en Estados Unidos y Europa se discuten reducciones de tasas de interés para salvar bancos y evitar una recesión, China sube la tasa de interés para frenar la inflación interna — que en la canasta de alimentos se encuentra en el 25% anual. La Bolsa se encuentra en un pico de especulación que puede aterrizar en forma brusca en cualquier momento: las ganancias que anuncian las empresas obedecen a los beneficios que obtienen en la Bolsa, en una espiral por completo ficticia. Los ciclos monetarios se encuentran invertidos; la suba de intereses en China revaloriza su moneda y encarece sus exportaciones, alimentando la inflación internacional; mientras la devaluación del dólar y la baja de la tasa de interés en Estados Unidos encarece sus importaciones y hace subir los precios internacionales debido a que se cotizan en dólares.


La madre de todas las crisis


El capital mundial se enfrenta al desafío de manejar una quiebra más o menos general de capitales, la recesión (y una depresión) y una crisis social que no tiene antecedentes en la posguerra. Se encuentran en trámite 300.000 desalojos de viviendas y se esperan más de dos millones para 2008.