Cuarta semana de huelga en General Motors de Estados Unidos

Los casi 50.000 trabajadores de General Motors (GM) inician su cuarta semana de huelga consecutiva en Estados Unidos. Reclaman aumento en sus salarios, que la empresa cubra las prestaciones médicas, pase a planta de trabajadores temporales, y que no haya más despidos y cierres de plantas.


Este fin de semana las negociaciones entre General Motors y el sindicato United Auto Workers (UAW) se volvierona truncar. El sindicato presentó un pliego extenso de reclamos que habría sido desestimado por la empresa.


La patronal ha emprendido duros ataques para tratar de quebrar el conflicto. Procedió al cierre del complejo de Silao, en México, donde se ensamblan vehículos, suspendiendo a 6 mil obreros. En Canadá cesanteó 3 mil trabajadores.


En tanto, inversionistas de Wall Street dieron su total apoyo a GM para que hagan lo que sea hasta imponer un acuerdo desfavorable para los trabajadores. Inclusive si esto significa alargar varias semanas más el paro.


La burocracia de la UAW lleva adelante las negociaciones en total sigilo. Los trabajadores deben esperar hasta el domingo por la noche para enterarse mediante un comunicado oficial su situación actual y el estado de las negociaciones. A su vez, mantiene aislado el conflicto, sin hacer intervenir en él a obreros de las otras plantas (como Ford y Fiat-Chrysler), lo que podría desequilibrar el conflicto en favor de los huelguistas.


Por lo pronto, los obreros están percibiendo una paga semanal por huelga que se activa cuando las medidas de fuerza superan la semana (es un fondo de compensación de 750 millones de dólares conquistado por luchas del pasado). Pero se vuelve importante generalizar el conflicto.


El conflicto de General Motors se juega en un tablero internacional, pese al límite nacionalista de sus conducciones sindicales. En Corea del Sur, los trabajadores se organizaron también por mejoras salariales (buscan un aumento del 5,7%) y lograron concretar la huelga. Más de 10.000 trabajadores se adhirieron a la medida y frenaron sus actividades durante seis horas de martes a viernes, cumpliendo tareas mínimas.


Un triunfo de los obreros de General Motors en Estados Unidos serviría para poner en agenda las reivindicaciones de la clase obrera, en medio de una aguda crisis política en la principal potencia capitalista del mundo.