Internacionales
23/9/2015|1382
Cuatro meses de protestas
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Las masivas movilizaciones comenzaron a fines de mayo, cuando se conoció el proyecto oficial de aplicar una nueva suba en la tarifa eléctrica, que sería así la tercera en tres años. Esto provocó una ola de marchas y protestas espontáneas a nivel nacional con una notable participación de jóvenes, estudiantes y trabajadores. Las manifestaciones continuaron con igual intensidad durante varios días consecutivos, llegando a ser reprimidas con violencia por parte de la policía. A pesar de esta excepcional reacción popular que no declinaba, el gobierno decidió hacer oídos sordos y aplicar de todas formas el aumento en junio, lo que lógicamente provocó un nuevo repudio social.
La empresa de propiedad rusa que gestiona la distribución de energía en el país, alegando una pérdida en su rentabilidad, había solicitado formalmente a la Comisión Reguladora de los Servicios Públicos un exorbitante alza en el precio de la electricidad que superaba el 40 por ciento. Finalmente, el aumento aprobado fue de un 17 por ciento, cuando la inflación está estimada en un 7 por ciento anual. Los manifestantes reclaman que la compañía no pretenda ampliar sus ganancias a costa de los consumidores, sino que mejore la gestión y haga frente a la corrupción interna que impera en la empresa. Cientos de manifestantes bloquearon un tramo de la avenida que conduce al palacio presidencial, reclamando que el gobierno revierta el aumento de la tarifa eléctrica o en su defecto cumpla con la promesa de subsidiar el alto costo de la electricidad, que se ha tornado una carga insoportable para las amplias masas de trabajadores y sectores populares, en un país donde además el desempleo llega al 20 por ciento y las protestas ciudadanas están comenzando a jugar un rol importante: en 2012 consiguieron impedir que un parque fuera convertido en centro comercial bajo el lema "La ciudad nos pertenece" y en 2013 frenaron un intento de aumento del 50 por ciento del boleto de colectivo.
En Armenia, al igual que en Rusia y los países que formaron parte de la Unión Soviética, la transición hacia el capitalismo generó fenomenales negociados en la repartija de beneficios y capital entre burócratas, lo que ha enquistado a una poderosa mafia capitalista entrelazada con el poder político. A su vez, la degeneración burocrática en la que sucumbió la experiencia soviética ha provocado que las facciones de izquierda en el país actualmente estén reducidas a una mínima expresión, dominada por un escaso porcentaje de adultos mayores nostálgicos simpatizantes del estalinismo.
Ante este panorama, apoyamos el reclamo de los manifestantes, exigimos la apertura de los libros contables de la compañía eléctrica, que habría sido desfalcada por sus propios ejecutivos y pretende descargar los costos de su corruptela sobre el conjunto de la población. Bregamos por la conformación en Armenia de una izquierda revolucionaria internacionalista que luche por una salida de conjunto para el pueblo trabajador en la región.